t r e s

135 30 17
                                    

Es el tercer domingo consecutivo que Yoongi pide con insistencia realizar otra excursión al parque. Su madre no pone objeción, debido a que a ella también le agrada mantener un poco de contacto con la naturaleza de vez en cuando.

Sin embargo, esta vez, y para no levantar sospechas, Yoongi lleva consigo un libro de un grosor considerable para un niño y pone la excusa de empezar a leer la trilogía que su tía le regaló y por la cual nunca mostró interés alguno. Su madre simplemente le sonríe y él sabe que ella se siente feliz de compartir un gusto como la lectura.

Lo cierto es que solamente tiene intenciones de encontrarse a ese niño de nuevo, quizá pueda llevarle un abrigo pero su madre se daría cuenta. ¿Tendrá algún otro juguete además de esa antigua máscara? Podría regalarle todos los que él ya no usa ¿Cómo llevarlos hasta el parque sin que su madre haga preguntas?

Yoongi niega con la cabeza y decide tomar aire y exhalarlo lentamente, para mantener la calma y serenar su inquieto corazón, que late con fuerza en su pecho.

Por alguna razón que desconoce, Yoongi siente que necesita que aquella pequeña criatura se encuentre bien, a salvo, necesita verlo en el suelo del parque solo para corroborar que el viento aún no se lo ha llevado. Es extraño porque solo se encontraron un par de veces; a pesar de eso, Superman se veía tan pequeño, tan indefenso, irónicamente tan opuesto al verdadero superhéroe, como si fuese a quebrarse en cualquier momento.

Su madre le acaricia el cabello con una mano mientras que, con la otra, sostiene su lectura. Yoongi sonríe, disfrutando el contacto, pero una sombra gris se cierne sobre su consciencia y se pregunta si el niño tiene a alguien que toque sus cabellos con tanto amor.

Porque ¿A dónde están sus padres? ¿Por qué él está solo? Nadie dejaría que sus hijos salgan solos a tan corta edad y con tan poco abrigo ¿Por qué usa máscaras? Puede que solo le gusten los superhéroes; no sería nada muy extraño, a varios les gustan.

¿Por qué tiene los ojos más tristes que ha visto jamás?

Yoongi se pone de pie y le dice a su madre que dará un corto paseo. Sinceramente, sabe que está abusando de la pequeña libertad que le es concedida pero, contrario a sus expectativas, la mujer solo le pide que tenga cuidado y que no camine muy lejos. Yoongi puede hacer eso; sin embargo, también le ordena que no hable con desconocidos, y, aunque él asiente, tendrá que desobedecerla.

Luego de una ligera caminata, se lo encuentra de nuevo, bastante alejado del árbol junto a los columpios, donde lo había visto la primera vez. Las ropas enormes y gastadas siguen envueltas en su cuerpo, como si el pequeño hubiera perdido toda voluntad para, siquiera, arreglarse correctamente. Su cabeza está cubierta por sus prendas, que el niño se encarga de mantener sobre ella.

Yoongi se acerca trotando, demasiado emocionado por ver a su peculiar amigo una vez más. "Hola, Superman. Soy Yoongi ¿Me recuerdas?"

El niño parece dejar de moverse por segundos enteros que se hacen interminables para la natural impaciencia de Yoongi. Sin embargo, el niño-superhéroe deja ver su cabeza de a poco, lentamente, y, luego de un instante, puede ver la descolorida máscara de nuevo.

Sigue utilizando su bufanda, incluso cuando es para personas de su edad, se ve demasiado grande alrededor de su cuello. Yoongi solo espera que él conserve los guantes también.

"¿Cuántos años tienes?" pregunta Yoongi, inocentemente, mientras toma asiento a su lado, aunque a relativa distancia.

Puede ver como el niño se tensa un poco. Luego le muestra seis dedos de su mano levantados, adornados con los guantes que él le ha regalado.

"¿Seis años?' interroga, incrédulo "¡Eres tan pequeño! Yo tengo ocho años"

Superman simplemente asiente, pero Yoongi no se siente desanimado por eso; de alguna forma, entiende que, si pretende mantener alguna clase de conversación, él tendrá que hacer todo el trabajo.

"¿Te gusta que te acaricien el cabello?" pregunta el mayor.

El niño de la máscara no emite sonido alguno, pero, cuando Yoongi encuentra sus ojos, cae en la cuenta de que se ven más tristes que antes.

"De acuerdo, no te gustan. Entonces..." se lleva las manos a la barbilla y parece pensar un poco, luego suelta un pequeño grito de emoción "¡Ya sé! Acuéstate, por favor"

Superman entrecierra los ojos, cuestionándolo, durante unos momentos, a pesar de eso, acepta la propuesta de Yoongi.

"Cierra los ojos"

El pequeño, inseguro, obedece. Yoongi, luego, da unos pequeños y ligeros toques en sus párpados, como una caricia imperceptible, como el suave roce de una pluma blanca.

El mayor espera que la débil criatura acostada escape o, al menos, se resista a su tacto; mas toda seguridad se evapora cuando nota que el pequeño se ha quedado dormido.

S U P E R H E R O E - Y KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora