Capitulo 14: Corazones Rotos.

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Pensó que había sido un sueño, un mal sueño después haber dormido horriblemente en la cama, sudado y con un calor desesperante. Pero no, no lo había sido, era real, muy real para ser cierto y lo peor de todo es que sólo estaban ellos tres, nadie más.

La sensación de cuando se te pierde una cosa preciada como el celular, apareció cuando miró a Katherine desde el otro extremo, asombrada y expectante, totalmente extrañada de todo lo que había ocurrido.

Se sentía morir, porque él realmente no quería esto, no lo quería.

Miró a Xoda de soslayo para saber qué hacer, preguntarle de manera telepática qué hacer, cómo hablar, cómo continuar. No sólo le preocupaba lo que iba a ocurrir con ella, sino con lo que iba a ocurrir con Cristián también. Tenía miedo de perderlo todo, porque Xoda sólo lo tenía a él y a nadie más.

Realmente no era por Xoda, sino por él mismo, lo quería al punto de poder dejar todo. Pero su corazón se rompería en mil pedazos si veía las lágrimas de Iori bajando por su rostro. También la quería bastante, a un nivel igualitario que Xoda.

Vardoc se acercó dando pisadas nerviosas e inseguras, no sabía qué hacer ni como comenzar la charla sobre la situación. Cristián lo miró con un deje de tristeza o ¿Decepción? pensó que quizás ambas estaban bien para la situación, aún quedaban unos cuantos minutos para que toda la gente del salón llegara y comenzaran las clases. Tenía que resolver esto, porque no podría aguantar todo el día con las palabras en la boca y el arrepentimiento.

—Katherine.—Llamó Vardoc a unos centímetros de ella. —Puedo explicarlo…

—Shushu… ¿Qué pasó aquí? —preguntó Iori aún mirándolo expectante, su cara no decía nada en realidad — ¿Besaste a Cristián? —Dijo como si nada.

Vardoc la miró extrañado, pasando a un sentimiento nervioso de pánico sin entender el real gesto que ella sostenía en su rostro. — ¿Katherine? —A uno más solemne sin dejar de lado la sensación nerviosa.

Iori observó a Xoda rápidamente y sólo lo encontró sentado en el asiento escuchando música con sus audífonos y los ojos cerrados. —Ah ya sé que está pasando.—Soltó como si nada. —Están webiando ¿Cierto? —Se rio suavemente y miró a Vardoc. —Amor, si sigues así la gente creerá que eres fleto. —

Y Vardoc quería morir ahí mismo de verdad porque su novia pensó que lo que había visto fue un mal entendido. No, ¡No estaba bien por la chucha! Tenía que reaccionar de alguna manera, tenía que decirle la verdad aunque lo odiara el resto de su existencia, ella merecía la sinceridad de su ser. —Katherine yo… sí, fue así. —Y se acobardó, que hasta le dio asco sentirse así.

Katherine lo miró sonriente y le dio un beso corto en sus labios, abrazándolo. No pensó en nada más, le correspondió el gesto y la abrazo de vuelta, sin dejar por supuesto la mirada en sombrada de Cristián a unos cuántos asientos más allá. Él sabía todo, absolutamente todo. Y se sintió aún más culpable de lo que ya estaba. ¿Por qué él? ¿Qué había hecho para merecer todo esto? Las consecuencias de sus decisiones lo estaban guiando hacia un lado que sabía de antemano que no era lo que quería, se reprendió y se autodenominó cobarde, orgulloso, había sido más inmaduro que Xoda y fue cuando entendió que nadie se merecía esto.

El resto del día Xoda lo evitó todo el tiempo. No se acercó, no almorzaron juntos, no conversaron, no hicieron nada más que evitarse mutuamente. Y esto le dolía de sobremanera, le dolía porque lo quería.

Cuando las clases terminaron, mirando a Xoda vio que éste sólo agarró sus cosas y se fue con sus audífonos puestos hacia su casa. Él sabía cuál era el camino que él tomaba, él sabía muchas cosas de él, sabía lo que le gustaba, lo que quería, sabia como hablar con él, sabía cómo llevarlo hacia el rumbo que él deseaba, sabía a la perfección que Cristián estaba enojado y era netamente porque no había sido sincero y que cuando por fin la oportunidad se le había presentado —de la manera más cruel— no lo había aprovechado como correspondía.

Cristián estaba dolido, y él no podía sentirse peor que como el ser humano más hijo de puta de la historia. Tenía que alcanzarlo porque o sino, todo el esfuerzo que habían vivido en el año que se conocieron correría igual que el agua de fluidez.

Se acercó a Katherine preocupado y antes de besarla rápidamente —Quizás de lástima porque ya no sentía la misma intensidad que antes— le explicó que estaba apurado con un trámite de su madre y que tenía que partir veloz. Sin mayor explicación salió e intentó alcanzarlo, viendo que no estaba por ningún lado. En casos como estos, cuando Cristián se encerraba en su mundo pokemón, se iba a fumar cigarros a una plaza cerca de su casa allá en Puente Alto. Y sin pensarlo dos veces tomó la micro que lo dirigía hacia ese lugar.

Con los nervios en propia piel, lo buscó incansablemente en la plaza y en un rincón pequeño, cerca de un árbol lo observó fumándose el dichoso cigarro. Si lo conocía tanto.

A pasos lentos y firmes se avanzó cuidadosamente de que el otro no se ahuyentara, igual que un gato lastimado de alguna situación, sus converse rojas se posaron frente a Xoda que aún seguía sin mirar nada en concreto, su cara estaba dolida y sus ojos hinchados.

—¿Qué querís? —Preguntó primero Cristián y Vardoc no evitó mirar hacia otro lado un poco angustiado. —¿Para qué viniste? 

Vardoc se sentó a su lado con decisión y sin pensarlo dos veces le respondió— Quiero aclarar la situación, sólo eso.

—Sólo eso.— repitió Cristián mirándolo de forma esquiva. — Ya, te recuerdo que no somos nada y no tienes por qué darme explicaciones.

Le extrañó que sonara tan calmado, porque sentía como Xoda estaba nervioso e inquieto, sentía que sus manos, aquellas manos que tanto conocía, estaban frías y algo pálidas por la baja temperatura brusca que había tenido, incluso tiraban un poco cada vez que él tenía algo difícil que superar, era su reacción su dulce reacción ante momentos difíciles.

—Xoda… —Lo llamó otra vez cerrando los ojos y dando un suspiro pausado. — Tú sabes que te quiero. —

Cristián exhaló una última bocanada de humo para tirar la colilla en la tierra. Se apoyó en el árbol cercano y cerró los ojos, giró cuidadosamente su cabeza hacía la dirección que se encontraba su compañero y volvió abrirlos casi como si el sol le molestara. En ese momento Nicolás sintió que una parte de su corazón había sido arrancada salvajemente de su cuerpo, la mirada desolada y solitaria, aquella, la misma que tenía cuando lo conoció la primera vez.

—Esto debería terminar aquí. —Propuso y rápidamente se paró.

—¿Xoda? ¡Xoda! ¡Oye espera! —Gritó Vardoc en un intento inútil de detenerlo. —¿Por qué? — le tomó el brazo para que no se fuera a ningún lado y lo encaró de frente.

—Katherine sufrirá mucho si se entera de lo nuestro, Nicolás. —Ahí estaba, su nombre sin asco y completo entre sus labios. ¿Cómo es que todo había cambiado tan rápido? — No me busques más por favor. — Y partió rumbo a su casa sin mirar atrás, sin mirarlo a él.

Nicolás apoyó una mano en el árbol que momentos antes descansaba la espalda de Xoda. Nunca antes en su vida había tenido la necesidad de llorar, nunca porque él era tan positivo sobre la vida y las experiencias que su madre le había ayudado a superar, los malentendidos, las discusiones, las decepciones tanto amorosas como de amistad. Nunca había tenido esa necesidad de tocar el pasto con sus manos y expulsar toda la mierda que tenía adentro.

Excepto esa vez, cuando veía que él se alejaba rápidamente..

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