Capítulo 5: conversaciones nocturnas

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La puerta de la habitación de Maka chirrió y la luz que entraba del pasillo dejó de deslumbrarle. Mala señal.

—Soul —susurró, enrojecida por la fiebre y tapada hasta la nariz por las sábanas—, quédate.

Al otro lado de la puerta había un Soul ya cansado. Aquella noche estaba siendo demasiado larga, pero Maka necesitaba a su amigo en ese instante. Después de los problemas que habían surgido durante la noche de cine, la técnico se había resfriado de mala manera, bien por el estrés de los exámenes, o de los asuntos del amor, o de ambos juntos.

—Okay... —volvió a entrar en la habitación, y Maka se incorporó un poco en la cama, sofocada. Sus ojos estaban vidriosos, y la boca se le abría de puro agotamiento.

—No estás bien, Maka, necesitas acostarte ya...

—¡Que no, que eshtoy perfectamente! —Sentenció, cabeceando un poco.

Espera, ¿qué tipo de vocalización había sido esa...?

Soul estudió a Maka con la mirada, y esta ahora tenía una sonrisilla tonta en los labios pálidos.

—Eh, eh, Soul... —se zarandeaba, divertida—, menuda hostia que le he soltado a Kid, ¿a que sí?Eso ha sido arte.

—Maka, ¿qué te ha echado Liz en la bebida? Quiero decir, ¿estás bebida? —El chico se echaba las manos a la cabeza.

Maka soltó una risotada infantil, y negó lenta y costosamente. No podía ser eso fruto de la fiebre, ¿o sí?

—Voy ahora mismo a por Frenadol —Dijo él, e hizo amago de levantarse, pero la mano ágil de Maka le agarró de la muñeca.

—¡Tché! Tú te quedas aquí. Hace mucho que no hablamos a solas...

—Literalmente hemos tenido una conversación íntima hace cinco minutos —cortó Soul, confuso por el estado de su compañera y con las narices un poco hinchadas ya.

—¿Ah? Pues no me... ¡Ah! ¡Claro, sobre el Robabesos! —un rictus de desprecio se plantó en su rostro de golpe.— Imbécil. No tuvo agallas para ganárselo, tuvo que quitármelo a la fuerza...

Maka apretaba los puños, estrangulando el brazo de Soul. Aquello era de risa. Por qué siempre le tenía que tocar a él semejante papelón...

—De verdad, Maka, deja el juego ya y vete a dormir.

—¡Imposible! No puedo irme a la cama sin ponerme el pijama... Pero yo estoy mareada y no puedo hacerlo sola...

Un sopapo quita-tontería aterrizó en el centro de la espalda de Maka. Esta tosió y se puso firme.

—Me voy a por medicinas —Y acto seguido desapareció hacia la cocina.

Maka le observó mientras se iba. Ya se le había quitado la risa tonta. Ya se le había esfumado el humor. Tenía calor, estaba mareada. Se dejó caer en el colchón y se quedó mirando al techo, con los ojos casi cerrados. Si bien no se encontraba en su mejor momento, aún sabía darse cuenta de las cosas. Y había notado el cansancio de Soul. No el físico, que también, pero su moral cada vez más baja y pasiva, su mente siempre en las nubes, ausente... Y para colmo, ella le había dicho esas cosas tan raras...

"Con Kid todo son idas y venidas... Sin embargo, tú... eres mi red de seguridad".

¿Pero qué narices? Maka se echó las manos sobre la cara. Qué estupidez. ¿Por qué tendría que ponerse poética en sus momentos de debilidad...?

En la cocina, Soul rebuscaba en el armario de los medicamentos. Sira echó una risa al viento.

"¡Te ha ofrecido que le cambies de ropa, tal cual! ¡Y tú vas y lo desperdicias! Maldita sea con tu orgullo de tío legal... No me das nada de diversión..."

¡Sira! -El nombre del amor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora