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Su cabeza latía con fuerza en la parte posterior. Trato de moverse, pero siempre que lo intentaba, la oscuridad volvía a absorberla. Tenía la extraña urgencia de despertar pero no podía, lucho contra la oscuridad, pero al final se rindió. La capa oscura era demasiado pesada y ella estaba muy cansada.

***

Debía haberle ocurrido algo. Ella siempre llegaba antes de las tres de la mañana y eran las tres y media y no llegaba. Debía de haberle ocurrido algo. Tal vez se había decidido a abandonarlo. Tal vez su amante por fin la había convencido de que lo dejara. No sabía que era más horrible, sí que ella lo dejara o que algo malo le ocurriese.

***

Oía voces, muchas voces alrededor. Trato de mover la cabeza hacia donde provenía el ruido pero no podía. Su cuerpo no le respondía. Intento con los dedos. Fue inútil. Su cuerpo no atendía a su cerebro. Se preguntó qué era lo que le había pasado para estar así. Más voces, más ruido, parecía que era una discusión. Trato de prestar atención a las palabras pero la oscuridad llego a reclamarla y no tuvo la fuerza para detenerla.

***

El teléfono sonaba fuera de línea. Ni siquiera le daba señal. Estaba seriamente preocupado. Si ella hubiese decidido abandonarlo, seguramente volvería en algún momento por su ropa. Definitivamente, ella vendría a darle la cara. Tomo el teléfono y marco a todos los números de sus amigos, vecinos y familiares. Alguien tendría que saber de ella.

***

Los brazos y las piernas le hormigueaban. Trato de mover un pie y lo logro. Quiso abrir los ojos, pero la cabeza le dolía y pensarlo hacia que doliese más. No sabía de donde provenía el dolor de cabeza, pero era mortal. Se fijó en su alrededor y noto que estaba muy silencioso. Intento mover su cuerpo pero había algo que le impedía mover los brazos y las piernas a voluntad. Algo se movió a su lado.

- ¿Karol? – Trato de reconocer la voz, pero el dolor de cabeza no la dejaba pensar. Espero para recuperar un poco de energía y abrir los ojos.

- Creo que te golpee muy fuerte. ¿Puedes oírme? – Movió la cabeza. La voz le era familiar. No estaba segura. El lugar quedo en silencio y trato de abrir de nuevo los ojos pero la luz era demasiado y los tuvo que cerrar. ¿Por qué dolía tanto y que le había pasado?

***

Nadie. Nadie la había visto. Solo le queda un numero al que llamar pero estaba seguro de que apenas ella se diera cuenta de que era el, cortaría la llamada. Nunca entendió porque Abby parecía odiarlo tanto como lo hacía. Decidió que no iba a llamar. Iba a ir directamente a su casa. Busco por todas partes entre las cosas de su esposam para ver si tenía la dirección anotada. No la encontró. Miro el teléfono con recelo. Ella lo odiaba, pero era la mejor amiga de Karol, si alguien sabia de lo que ella planeaba hacer era Abby. Respiro profundamente. Uno, dos tres pitos.

- ¿Hola, Abby? Soy Ruggero Pasquarelli... -

***

- Ah... sí, claro... no, pues la verdad, es que no lo sé... si... no, no tengo idea... aja... si, bueno... por supuesto, hasta luego. - Voces, de nuevo. Ruido. No entendía de donde provenía tanto ruido. Trato de respirar profundamente y cuando creyó ser capaz de hacerlo, abrió los ojos. La luz la cegó por un momento y cerró los ojos de nuevo. Apretó los ojos con fuerza y volvió a abrirlos. Tuvo que parpadear varias veces, hasta que por fin se acostumbró, las cosas se hicieron menos borrosas.

Movió la cabeza un poco, para tratar de ver en donde se encontraba. pero el movimiento le produjo dolor en la parte posterior y siseo. Un ruido hizo que abriera bien los ojos y girara la cabeza.

- Oh, así que por fin despertaste. - Había algo además del alivio en su voz. Parpadeo de nuevo, su mente estaba enrollada y toda confusa. Quiso preguntar dónde estaba, cuando se dio cuenta de la razón de porque no podía mover sus extremidades. Estaba esposada a una cama. Abrió los ojos y de su garganta escapo un grito ahogado.

- Shh... tranquila. Todo está bien. – Una mano, delicada y femenina, le acaricio la cabeza. Se alejo de ella bruscamente y eso hizo que el dolor explotara dentro de su cráneo.

- ¿Por qué...? - Su voz sonó ronca, como si llevase años sin usarla. Carraspeo un poco y trago saliva, tratando de aliviar la sequedad de su garganta. - ¿Qué...? - La mano le acaricio los labios y la hizo callar.

- Voy a ir por algo para que comas y tomes. Has estado inconsciente por más de 12 horas. Enserio me asustaste. – Había una puerta lateral y ella desapareció por allí.

Karol miro a su alrededor, todavía le dolía la cabeza, pero las palabras de que estuvo inconsciente por más de doce horas, la alarmo. Recordó a Ruggero y los planes que había hecho para contarle lo del bebe. ¡Él bebe! Sus ojos se llenaron de lágrimas y le rezo a dios para que su bebe estuviese bien. para que todo estuviese bien.

***

Se estaba volviendo loco. Hacía casi 24 horas que no veía, ni sabía nada de su esposa. Abby no le había contestado al teléfono. Estuvo toda la tarde llamándola y nada. No había señales de ella. Llego al dormitorio y miro la cama. Pensó en Karol y las lágrimas, que estuvo todo el día tratando de contener se desbordaron de sus ojos. La extrañaba y tenía una opresión en el pecho, que lo asfixiaba. Se acercó a la cama y acaricio la almohada de su esposa, todavía olía a ella. La abrazo contra su pecho y respiro profundo. Ella tenía que estar en algún lugar. No pudo solo desaparecer sin más. Estaba seguro de que algo malo le debió de haber pasado.

Ruggero miro a su alrededor y se dio cuenta de que había algo que aún no había hecho. Ir a donde su esposa iba todas las noches. No estaba seguro de adonde era eso, pero quedándose sentado, no lo iba a averiguar. Lamentándose y llorando, no iba a encontrar a su esposa. Se secó las lágrimas de sus mejillas y camino fuera de la habitación. Iba a encontrar a su esposa, y regresaría a casa con ella.

El infiel-RuggarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora