Escuchando el amor

45 5 0
                                    

Las semanas pasaban con Col a mi lado y yo al suyo. Intentaba con todas sus fuerzas que todo volviera a ser como antes, pero por mucho que él hiciera, mi mejor amiga y el sentido que había perdido no iban a regresar. Bueno o eso era lo que pensaba hasta que Col me demostró que estaba equivocada. Había aparecido una noche de lluvia en mi casa, pidiéndome que saliera con él un momento. Había cogido mis dos manos, fijando sus ojos en los míos como hacía siempre y me dijo: ahora vas a salir conmigo, vas a cerrar tus ojos y vas a recordar el sonido de la lluvia cuando caía sobre el tejado de tu casa, cuando caía sobre la ventana de tu habitación y cuando caía sobre tu nariz pasando por tus labios, tu mentón, tu cuello y de ahí camino abajo, ¿vale? Me besó dulcemente y me guió hasta la puerta que daba a mi jardín. Y ahí estábamos los dos, bajo la lluvia. Cerré los ojos y comencé a recordar, el sonido abrumador de las millones de gotas que caían sobre mi tejado como si fueran palomitas en el microondas, el sonido de la lluvia sobre mi ventana, aquel sonido relajante que me hacía sentir protegida en mi cama y me ayudaba a dormir y el sonido de la lluvia cuando caía sobre mí. ¿Estaba escuchando? ¡Estaba escuchando! Realmente escuchaba la lluvia, pero no solo eso, podía escuchar las olas rompiendo al llegar a la orilla, podía oír la risa de Ivy y su voz diciendo ¡soy agua! y así era. Seguía con los ojos cerrados y mis manos sobre las de Col. Ivy era agua, era feliz, estaba siendo lo que siempre había querido ser. Toda ella, desde su melena rubia, sus ojos azules, su olor a mar y su pasión por el surf, siempre había sido agua y ahora lo seguía siendo, a mi lado aportándome serenidad como siempre había hecho. 

Nunca es demasiado tarde para sentirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora