Indestructible

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Lincoln Loud deseó estar leyendo cómics en su casa y en paz en ese momento, pero no estaba ni cerca de su hogar, ni mucho menos en paz. Nunca antes se había involucrado en una estrepitosa batalla campal que no fuera dentro de una pantalla, y los contrincantes estaban lejos de ser sus amigos en línea.

Fueron los gritos enardecidos de los manifestantes, mezclados con el sonido de botas de los antimotines, los que le hicieron reconsiderar si valía la pena seguir filmando todo ese zafarrancho, y en especial, si la causa era ese viejo bar condenado a ser demolido.

Justo cuando empezaba a correr, cámara de video en mano, escapando de esa escena callejera, el silbido de una lata de gas lacrimógeno le dio nuevo impulso a su despavorida retirada. Aun así, bastó una mano femenina tirando de su camisa para detenerlo.

—¡No huyas, hermanito! ¡La batalla no termina aún!

—¡Suéltame, Luna! ¡Creo que es mejor ayudar al club de otra forma!

—¿Otra forma? ¿Cuál?

—Emmm... ¡Por Twitter! Puedo hacer unos memes si quieres...

—¡Corta ese rollo, colegui!

Los regaños de Luna fueron interrumpidos por dos policías antimotines que reconocieron a la Loud musical y salieron de entre el tumulto.

—¡Fue esa chica! ¡Ella me rompió una guitarra de madera en la cabeza!

—¡Rock and Roooooooollllll! —respondió ella, haciendo cuernitos mientras Lincoln se escondía tras ella y le reclamaba:

—¿Estás loca? ¡Nunca me dijiste que íbamos a pelear con policías! ¡Sólo que veníamos a cuidar el club!

—¡Funk the Police, hermanito!

Los policías se acercaban a toda velocidad, haciendo que el chico se arrepintiera de ser tan solidario con sus familiares y, en especial, le hizo desear que existieran los ángeles guardianes. Fue entonces cuando uno de ellos apareció.

No tenía alas, pero voló desde atrás de los Loud para ponerse frente a ellos. Era una chica esbelta y atractiva, que usaba una chaqueta color turquesa y unos jeans ajustados, la cual extendió los brazos con valentía frente a los agentes.

—¡No den un paso más! —gritó ella con autoridad.

—¿Otra niña? Rayos, nada bueno sale de enfrentarse a una guardería. Vámonos —dijo uno de los agentes.

—Pero... ¡Me pegó un guitarrazo! —reclamó el otro, siguiendo a su compañero.

La chica giró su cuerpo para ver a los hermanos, mientras su dura expresión iba cambiando a una mucho más delicada y amistosa. De su cabellera rubia surgía un mechón color turquesa, como su chaqueta, que el viento hacía lucir como si tuviera vida propia y le daba a la sonrisa de su delicado rostro un toque juguetón.

Fueron unos segundos inolvidables para Lincoln.

—¿Sam? —fue lo que Luna dijo, atónita

—Parece que llegué a tiempo, Luna. ¿Y quién es el chico?

—¡Nada de "y quién es el chico"! ¡Te pedí que no vinieras!

—Y, aun así, vine a tiempo para ti... Lástima que no puedo decir lo mismo de la protesta.

En efecto, ya nadie estaba peleando. Tras disiparse el gas, solo se lograba ver a algunos antimotines corriendo por todos lados, como buscando a quien arrestar. Sin embargo, no había ni el más mínimo rastro de manifestantes.

Lincoln suspiró de alivio al notar el fin de la violencia. Lo que no notó fue a Sam colocándose a su lado con un rápido movimiento.

—Tú sí me dirás tu nombre, ¿verdad? —preguntó Sam, inclinándose ligeramente hacia él.

Indestructible (SamColn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora