Capítulo 1

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Después de tantos años por fin es tiempo de que me enfrente a mi destino...

La es fila es larga y espero parada junto a mi mejor amiga Hera; es una persona muy bella y talentosa, de mí misma edad. Su pelo es largo y de color rojo como el fuego, muy delgada y pálida con ojos verdes; me preocupa que pueda morir por lo débil que es, una razón más para acompañarla a enlistarse.

Mi nombre es Athena casi parecido al de la diosa griega pero no lo tan parecida para tener la misma hermosura que la que tanto describen los libros en los que me paso leyendo, como ya dije tengo 18 años y soy una chica sin atributos ni nada en especial soy solamente una común chica menuda y con las manos más pequeñas a comparación de las de los demás, debería de dejarme de perder en mis pensamientos errantes, mis ojos se pasean por la gran explanada semidestruida por la guerrilla de hace más de un mes, mi atención es atraída bruscamente por el grito de la parte delantera de la fila pero me refiero a dos personas adelante de mí,se trata de un jóven de estatura hobbit, parece tan furioso que se puede ver desde esta distancia,desconozco su razón por su gran ira y también los guardias que visten sus ridículos trajes parecidos a una armadura pero de color negro, algo así como un peón en un tablero de ajedrez,estos sujetan al chico enano enojón de los brazos y se lo llevan hasta los costados más allá de la fortaleza donde seguramente nos observa el próximamente jefe de nosotros,el líder de nuestra alianza ese gran pedazo de idiota que se cree un gran Cesa y decidir quién muere y quién no, o al menos esa reputación se ganó por lo que escucho de él, dejo ir ese pensamiento antes de que me invada mi enojo y presto atención a Hera,que,por el gran escándalo que acabamos de presenciar comenzó a parlotear;

- Pobre chico -dice ella haciendo un gesto de lástima-, no es su culpa no estar satisfecho con su puesto en el ejército

- ¿Oh así que era por eso?, nadie lo esta

- No necesitas ser pesimista en tu primer día -me reprende

- Ni tampoco tu ser positivista

- Bueno está bien no importa, en fin ya es tu turno

Piso lo que es parecido a una casilla con un soldado sentado en la parte de atrás de una mesa que no se esforzaron por ni siquiera acomodar la mesa, la cual está lo suficientemente lejos para que los jóvenes formados no alcancen a escuchar nada de lo que se me dice. El soldado me extiende la mano, aún sentado, y yo por supuesto le ofrezco mi mano, para no meterme en problemas, la toma y con una navaja que tienen en su otra mano me pincha lo suficientemente profundo para extraer una mínima muestra de sangre, una pequeña gota de sangre se desliza por mi piel hasta un pequeño frasco que el soldado la vierte en una especie de químico reaccionando con un color rojo carmesí

- Primera división -dice el soldado con la navaja aún en la mano. Al escuchar esto el chico de su izquierda lo anota en su expediente sin quitarme un ojo de encima, fue entonces cuando me di cuenta de que todo el tiempo me miraba.

Un soldado más llegó con Hera, uno más me jaló el brazo en señal de que debía de ir, y así fue, el soldado que anteriormente me había jalado el brazo me arrastraba fuera de la blanca casilla. No pude dejar de ver la inexpresiva cara de mi amiga, era tan fría que sentía que era otra persona y no a la optimista Hera a la que conocía desde que tengo memoria. Esperé lo bastante lejos para no escuchar nada, hasta que salió con su sonrisa de la Hera que conocía, en ese momento sentí como mi preocupación dejaba mi cuerpo, estaba segura de que no la habían aceptado por su condición física, eso hasta que se abalanzó en mí y echó a llorar.

- No estaremos separadas

En ese momento mi piel palideció y sentía como mi alma salía de mi cuerpo al comprender sus palabras y al pensar cómo había quedado y aun peor en un puesto tan duro como lo es la primera división, haciendo que mis brazos la apretaran más y también me echara a llorar en tan solo imaginar el camino de desgracias que nos espera a ambas.

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