Capítulo 4

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-Tienes que guardar mi secreto Carla- dije muy despacio.

-Lo haré, no soy chismosa.

-Lo se, lo se. Pero sabes que Javier es importante para mí, y quiero que esto avance, ¿entiendes?- dije mientras arreglaba mi pieza para el plan de esta noche.

-Si se, pero sabes que si nuestros padres se enteran, te matarán. ¿Tanto lo quieres como para quedar desheredada?.- pregunto Carla. 

-Lo amo, y si esto no funciona, quedare destrozada.

-Estas muy pequeña para saber que es amar, enana. Ya algún día te olvidaras de él- dijo con dulzura apretando mis mejillas haciéndome gruñir, era su manía. 

-No quiero concejos ahora, solo quiero que me cubras por una noche, ¿tanto te cuesta?.

-Para nada, lo único que quiero es que seas feliz, aun que sea por un rato- dijo Carla acariciando el cabello de su hermana. 

-Me harás feliz si haces esto- dijo Diana batiendo las pestañas. Carla rió.

-Lo haré, tu solo preocúpate que si harás cochinadas protégete, eh. Que eso si que no te lo perdonaran.

-¡Eres una cochina!- exclamo Diana- solo iremos a ver una película, regresare antes de las once. Ahora ve a ponerte mi pijama.

Pasaron diez minutos y Carla salio con la pijama puesta. Ella se haría pasar por Diana, mientas que iba al cine. No seria muy difícil, ya que dormían en la misma pieza y Carla y Diana poseían el mismo tono de cabello rubio que su madre. Usualmente le decían que eran gemelas, y esperaban que fuese así para que Diana no fuera descubierta. 

-Te amare toda la vida si esto funciona- dijo Diana sentándose en la ventana esperando a Javier, quien afirmaría la escalera que la ayudaría a bajar sin ser vista. Carla se rió, y se acomodo en la cama de su hermana. Oyeron un ruido de afuera y Diana sonrió. 

-Ya te dije lo de la protección Diana, no quiero sobrinos ahora.

-Ya déjate pesada, Javier ya llego, te amo- dijo para hacerle una seña y luego bajar cuidadosamente las escaleras. Cuando llego abajo se tiro a los brazos del chico, quien la recibió gustoso. 

-Tu hermana es la mejor, recuerda me agradecerle después -dijo Javier, y guió a Diana a su auto, le abrió la puerta y ella entro, rodeo el auto y se sentó en el asiento del piloto.

-Ella es estupenda. Tengo que llegar antes de las once, o sino me matarán.

-No hay problema con eso, preciosa- Javier tomo mi mano y dejó un beso en ella.

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