parte dos

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Au!

Intriga palaciega

Parte 2

La visión del castillo de la pluma de oro sorprendió a los visitantes, era hermoso, con una trabajo arquitectónico digno de los jardines colgantes de Babilonia y así lo reconocieron, la belleza de su forma, la amplitud y aquella promesa a cuento encantado llevo al primer ministro de Kripton a cruzar palabras con su principe, un hijo de las estrellas, por primera vez en el viaje.

-No había observado cosa igual hasta ahora, su majestad- susurro con la voz casi traicionando el sentimiento de sus ojos el caballero que lo acompañaba, que era atractivo como una estatua hecha por el mismo Pigmalion , se avino a mirarlo antes de ver, desde su posición aquello que sorprendía a su acompañante.

-Hermoso, sin duda –contesto suavemente, sin dar gran dignidad al comentario, había visto mil castillos y vivido en otros mil durante largos años, hacía tres siglos había visto el boceto de un castillo sobre el cielo que consideraba superior al que veía.

No, no era el castillo, ni su historia lo que le interesaba, tampoco la riqueza de aquel reino, anunciada mucho antes de llegar a él, no, lo que le interesaba era lo que el castillo escondía, el tesoro de la reina, que gobernaba con mano de hierro aquel reino, alejándolo de las ambiciones de los celestes y lográndolo sorprendentemente, el tesoro de la reina era el príncipe heredero, su hijo.

Había oído de él mucho antes cuando estaba en el reino de Gotham, disfrutando de un baile ofrecido en su honor, quedando la visión de un rostro atractivo como la misma luna, recordaba haber detenido su boca y su memoria, antes de que estos se pusieran a recitar lentos y seguros los poemas de los infieles.

“un rey no posee tesoro más hermoso”

Los ojos del color del jade lo habían seducido hasta que, casi enloquecido, había pedido el nombre del joven del cuadro, era príncipe en un reino pequeño, a medio camino entre el desierto y la tierra del invierno eterno, se decía de aquel país que guardaba en su interior secretos infranqueables, promesas inconclusas, placeres olvidados, y sangre de demonios.

Tras haber visto el cuadro no le había resultado difícil pensar que aquel hombre bien podía no ser del mundo de los humanos.

En un inicio había decidido ignorar su propia emoción, pero sus enloquecidos sentimientos lo habían llevado a desearlo y anhelar su posesión.

La posesión de un sueño.

Por eso visitaba aquel reino olvidado, y casi desconocido.
Viajaba para conocer al príncipe, ver que no era el ser que en sus sueños había creado, y una vez desencantado poder recuperar su corazón.

Y si aquello no podía ser… tomar al joven en su propiedad.

De la Nobleza y sus Nobles InteresesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora