Parte 3

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AU!

Intriga palaciega

Parte 3

Su caballero de cámara reía describiendo al atractivo príncipe de Kripton, olvidando que también Damian lo había conocido pero este callaba dejando al mayor parlotear alegremente.

“Es hermoso” repetía con la voz contraída por un sentimiento extraño y él no podía entenderlo del todo, había visto al extranjero, tenía los ojos, tal como Grayson decía, como dos zafiros gemelos, la boca era de rosa y el cutis semejaba alguna porcelana rara.

Era atractivo, cierto, “¿Pero qué otra cosa se podía esperar de un celeste famoso por su belleza?” Se preguntó mientras pasaba página del libro que leía “los secretos de la eternidad, la promesa de los nuevos dioses”; la belleza, valioso don del que él también era dueño, creaba ídolos falsos al camino de los hombres, para quienes querían creer que había algo valioso y mágico en algunos.

Como aquellas extrañas creencias que ponían a aquellas deidades sobre ellos, Flash, por ejemplo, que con sus terribles caballos de fuego cruzaba los cielos a veces sobre sus cabezas y dejaba claro que los reinos de los hombres podían verse arrasados en su fuego si su deseo lo mandaba o cambiada su realidad si el dios se sentía anhelante de aquello.

Y aquel celeste no era diferente, su atractivo había resultado en cierto modo insultante al llegar al castillo de su madre, se le había dado un puesto de honor, en la mesa, correspondiente a su posición, como invitado… según recordaba y la gran mayoría de la corte le habían observado admirados, solo la corte de plata, que él presidia se había mantenido serena en aquella situación.

Recordaba sus ojos, dos gemas gemelas, cuando lo había saludado, dándole la obligada bienvenida a su reino, después de la reina; el hijo de Kal El había asentido como si esperara aquello desde hace mucho tiempo.

Lo que le preocupaba en cierta medida, mientras su amante continuaba hablando, era qué razones podían llevar a un celeste a visitar un reino perdido y olvidado.

“los reinos pequeños son una molestia para las grandes naciones”

Se estremeció cerrando el libro y dándole un vistazo a los ojos azules de Grayson, lo había conocido cuando tuviera diez años, la edad oficial en la que se adhería las nuevas adquisiciones a la corte de plata y la experiencia había sido tal que tres años después su abuelo había convertido a Richard Grayson, noble menor venido de Gotham, en el paje oficial de Damian.

Se estremeció, aunque los separaban diez años de diferencia, Grayson había asentido a sus deseos cuando él se lo había solicitado y aceptado sus besos con una pasión que le decía que sus sentimientos eran plenamente correspondidos.  Bastaba verle a los ojos para saber que Richard lo adoraba.

Ahora en cambio, toda la calma que prometía el afecto de Richard se iba con la llegada del príncipe de Kripton, y adivinaba, como un mal presagio hilos extraños bailando en el castillo de su abuelo.

Aparto los ojos, no corrían peligro real, se dijo,  las intrigas extranjeras eran conocidas y destruidas muy pronto.

-Grayson –llamo, levantándose del sillón donde había estado cómodamente sentado –Cállate - el mayor calló mirándole con expectativa hasta que vio el brillo en sus ojos y trago saliva.

Damian se permitió una sonrisa, de lado, al ver como la figura de su amante se tensaba y buscaba un lugar por donde salir y viéndose sin salida retrocedía hasta chocar con una mesa, se acercó relajadamente disfrutando de la visión quieta de aquella figura y planeando exactamente como deseaba desnudarlo.

-No… -susurro el mayor mordiéndose al tiempo el labio inferior –Dami… -la súplica –es la biblioteca…  –y al final la excusa que no serviría, en un hilo de voz, porque Damián ya le había puesto las manos encima.

De la Nobleza y sus Nobles InteresesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora