Parte cuatro

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Intriga palaciega

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Parte 4

La desgracia bailaba en el castillo desde que aquel celeste había llegado al reino, al castillo y a seducir su voluntad, lo sabía ahora, y lo sabría siempre mientras el baile continuaba, al principio se dijo que eran tres semanas, después un mes, luego dos y ahora cinco.

El extranjero continuaba en el castillo y al mismo tiempo llegaban nuevos celestes, que parecían considerar su reino un patio de juegos, la indignación se atoraba en su garganta mientras veía a aquellos seres variar la voluntad del tiempo y afectaba en un principio su alrededor, pero después a su reino, sus súbditos, la realidad natural, y comenzó a odiarlos sin poder evitarlo, poco dispuesto a ceder a la resignación que debía ser natural,   para él que era mortal, que era humano y que estaba debajo de ellos.

Sabía que su abuelo tampoco lo aceptaba y fraguaba algún plan para sacar a esos seres de su castillo. Los Al Ghul no eran humanos corrientes y R’as Al Ghul estaba de camino a ser casi un dios.

A los ojos de Damian, guiado por los conocimientos que su abuelo le confiaba, la nobleza de los hombres no llegaba a entender la existencia de los celestes que habitaban entre ellos haciendo uso de su poder para esclavizar humanos, seducirlos y engañarlos hasta convertirlos en sombras de aquello que había captado su atención, lo sabía y los detestaba por ello, porque comenzaban a convertir su pueblo en una mancha oscura, aunque nadie lo decía, el olor a desesperación y angustia comenzaba a llenar el aire.
Por eso bailaba con él aquella noche, para ver hasta qué punto continuaría la mascarada, cuanto debían soportar hasta que él se aburriese, limitando su anhelo de suplicarle que se fuera y dejara de envenenar a su pueblo, su corte y se largará, volviendo a su realidad, la de los celestes.

De reojo observo brevemente como un par reía, Flash y Green Lintern, dos celestes conocidos por ser amantes, y por un segundo escucho un “ya es suyo, ¿no lo ves?” que le hizo rodar los ojos mientras el invitado de honor reía graciosamente, perdiéndose entre ellos fingiendo ser uno más, hasta que se encontraron en el balcón y Jon lo miro con aquellas gemas gemelas que tenía por ojos mientras una extraña sonrisa cruzaba sus labios, casi una expresión triunfal que le preocupo en cierta medida.

-Majestad –inclino la cabeza, sin rechinar los dientes gracias a un esfuerzo de voluntad gigantesco - ¿Debemos volver a baile? –pregunto tranquilo, con una expresión de leve preocupación apareciendo en sus hermosas facciones, él insistía en ser llamado Jon, su nombre, no le agradaban los títulos había dicho con infinito encanto, pero Damian había vivido con las maneras toda su vida y no cedería ni aun por su invitado.

-Aun no, alteza, esta noche es hermosa –sonrió él y observándole desde la profundidad eterna del mar que habitaba en sus ojos, logrando que él, Damian Al Ghul, le sonriera muy levemente al recordar a otra persona -Pretendo disfrutarla por completo, además deseo mostrarle una cosa, allí arriba –señalo el cielo para que el prestara atención – Observe las constelaciones, alteza, la gran mayoría no nos representan a los celestes, sino a los humanos que han contado con nuestro favor –Sonrió observándole y Damian asintió, devolviéndole la mirada, conocía las estrellas porque las había observado siendo un niño, a veces veía desde el balcón de su habitación como algunas desaparecían y otras tomaban su lugar, como un sueño… como un ciclo infinito –Steve Trevor por ejemplo cuenta con su propia constelación, porque ocupó un lugar importante en el corazón de una celeste, y fue profundamente amado –Al escuchar aquello volvió a mirar al cielo, conocía la historia de aquel hombre profundamente apasionada, y de una desgracia profunda, se hablaba de Diana y su corazón roto en los poemas… y él, Damian, no podía entender demasiado de aquello –y otros como Lex son solo estrellas, porque el olvido las perdió o no supieron valorar el afecto ofrecido –Jon sonrió observándole, esperando que su frase tuviera el efecto deseado, el príncipe le observo, con sus orbes de mar esmeralda fijas en los zafiros de sus ojos sin emitir comentario.

El hijo de Kripton espero una palabra, una frase, pero su mirada era respuesta suficiente, sí... Lo entendía, y no, su respuesta no era la que el príncipe celeste quería.

-Su reino es hermoso, alteza –emitió palabra- lamentare profundamente abandonarlo… he sido muy feliz aquí –un intento que rozaba la desesperación por descubrir quién era aquel joven que se escondía entre los libros de la biblioteca del castillo, sus deberes reales y aquel corazón que parecía haber sido tallado en piedra o diamante.  ¿cómo se puede ser tan cruel? Se preguntó en silencio mientras veía su rostro de porcelana fina y apretó los labios, sintiendo como el veneno de su indignación hacía presa de él.

Jon le quería y Damian rechazaba su afecto sin asomo de pesar.

-Lamentaremos profundamente que se vaya, su majestad –contesto Al Ghul, inclinando breve la cabeza –no habíamos contado con una visita tan alta, desde hace mucho y os estamos agradecidos –dijo suavemente, evitando señalar que se aliviaba de saber su ausencia aunque Jon lo adivinaba – mi madre os dará su gratitud personal, sé que os tiene un regalo, de parte del reino –termino mientras ofrecía su brazo para devolverlo al baile, Jon elevo el mentón mientras sus ojos se convertían en brazas ardientes y el dolor le cruzaba como un rayo en la noche el rostro, una sonrisa fría como el hielo adorno su cara.

-Id tranquilo, alteza, aun deseo ver las estrellas en soledad…-dio media vuelta para mirar por el borde del balcón, hasta que escucho los pasos de él dejándole solo, le había ofrecido su corazón y él lo había rechazado, devolviéndoselo sin tocarlo, sin apenas rozarlo, como ignorante de que era suyo desde hace tiempo…

Sonrió mientras veía el cielo llenarse de estrellas olvidadas, y sus uñas se hundían en la piel fría de su cuerpo, al tiempo que su amor se volvía indignación, que su pasión se acrecentaba, y que una promesa brotaba de sus labios.

lo pagaras”

A diferencia de otros aquel joven no tenía debilidades visibles y eso destrozaba toda posibilidad de destruirle a él.

De la Nobleza y sus Nobles InteresesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora