Asami llevaba un vestido simple, algo que había escogido ella misma, tras varios intentos de las sirvientas de entregarle algo extravagante y muchos rotundos rechazos. Era una pieza de ropa que encajaría mejor con una chica distinguida pero no necesariamente de familia noble, algo como una señorita de una familia de comerciantes.
Su ropa no llamaba la atención para nada, era todo el resto de ella lo que atraía la mirada de cualquier curioso que rondara los pasillos del castillo. Hasta ahora fueron unas pocas sirvientas, y más que nada soldados apostados en distintos rincones o gente de las cocinas que iban y venían de aquí para allá buscando ingredientes.
Pero que fueran hombres no quitaba que fueran chismosos.
—Entonces, estaría teniendo una duda, —comentó Wolfram salido de la nada.
Los tres adolescentes, que ya no estaban nerviosos pero no mucho más habladores, caminaban a la deriva con el aparato de Lady Anissina en mano.
Lo que Wolfram diría a continuación nada tenia que ver con eso.
—¿Cual?
—¿Qué?
Con el nudillo de su dedo indice sobre su linda barbilla, Wolfram observaba hacia el alto techo de piedra mientras lo meditaba un poco.
—Mm, bueno, estaba pensando... ¿cómo es que alguien del otro lado puede hablar el idioma mazoku?
Luego de una pausa, el rey abrió la boca para no decir nada relevante. — Esa es una muy buena pregunta, de hecho.
—Así que no tienes ni idea — suspiró el joven noble—, como siempre.
—Ey--...
—Yo también me lo estaba preguntando —dijo Asami— , me parecía raro que todos hablaran un perfecto japonés. Todo aquí se ve tan... Europeo. Así que entonces es otro idioma...
—No estamos en Europa. Pero es verdad, nadie aquí habla japonés. El día en que yo llegué hubo ese incidente cerca de la frontera... eso no viene al caso, la parte importante es que cierta persona jugueteó con mi cerebro y despertó alguna clase de memoria sobre el idioma en mi alma, o algo así.
—Pero me habías dicho que en ese otro mundo los mazokus y los humanos hablan el mismo idioma. —Comentó Wolfram.
—No es tan así, depende del país. Pero no existen esas clases de distinciones.
Fue en ese momento en que Yuuri se dio cuenta. La cara de shock de Asami mientras observaba el piso lo decía todo aunque ella estuviera en rotundo silencio. Puede que ese silencio también lo hiciera más evidente.
Nadie se había tomado la molestia de explicarle el rey de qué era él exactamente. Que no era uno de esos reyes cualquieras que te vas a encontrar en algún reino por ahí, sino que era el Maou, el rey de los demonios.
Antes de que Wolfram pudiera notar el intercambio de miradas entre ambos chicos, Asami tomó una vez más la delantera ante el mudo Yuuri.
—Apenas salimos del agua me dolió terriblemente la cabeza. Pero fue raro, me recordó a cuando tocas a alguien y te dan una descarga eléctrica, pero de otra manera.
—¿Eso te pasó cuando me tocaste la herida en la cara?
—Supongo.
—Entonces fue Yuuri el que otra vez hizo algo increíble sin siquiera darse cuenta. No es nada raro.
El aludido rió incomodo y algo apenado, pero cuando tenían razón, tenían razón.
—Cambiando de tema —dijo Wolfram— , ¿qué es lo que vamos a hacer con esto? —preguntó señalando al aparato que tenía el joven japonés en la mano.
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Mi novia y mi prometido
FanfictionYuuri, sea que se haga cargo o tal vez no tanto, tiene una novia en la Tierra. Pensar con calma que hacer al respecto no sería un problema, si no fuera el caso de que termina arrastrando a la chica a cierto otro mundo... donde vive su prometido. Yuu...