II

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Mis amigos estaban estupefactos con lo que acababa de pasar. No, nunca debía haber pasado, me dejé llevar por sus duros músculos y su azul mirada penetrante. Jamas debí acercarme al esclavo más de lo necesario, y ahora estaba tirado en el suelo, con mi propios fluidos bajo mi, y los de un esclavo en mi culo. ¿Que había salido mal? Ordenamos a otros esclavos que recogiesen mientras mis amigos y yo nos dábamos un baño. Sentía el hueco que el enorme aparato de mi esclavo había dejado en mi culo. Ninguno de ellos comentó nada de lo ocurrido, ni entre ellos ni conmigo, pero podía ver en sus ojos que algo no estaba bien. Sabía que había roto las normas y todo por un musculado, hermoso y bien dotado esclavo. Al pensarlo, noté como la sangre se acumulaba en mi entrepierna y comenzaba a crecer de nuevo, debía quitarme la imagen de sus ojos atravesándome de la cabeza. Pero el suave tacto de sus duros pectorales... ¡No! Me repetía a mi mismo: Eres Victor Saan, el heredero de una importante casa de vinos, la más importante en todo el imperio romano, no podía dejarme ser tentado por el placer de la carne.

Habíamos comprado a Henhri en la arena de combate hace tan solo un mes. No era el mejor de los gladiadores, pero si que ofrecía buenos espectáculos, después de una lesión en el pie que no le permitiría caminar bien nunca más, su amo lo vendió, y mi padre que necesitaba alguien que ayudase a cargar, lo compró a un buen precio. Henhri era orgulloso, algo típico de los de su clase, pero ya no era un gladiador, era un simple esclavo al servicio de una familia, debía aceptar eso, y no lo consiguió hasta bien entrado el tercer mes con nosotros. Debo reconocer que desde la primera vez que lo vi supe que sería un candidato ideal para nuestros actos. Llevabamos celebrándolos un par de años, al menos dos veces al mes, pero ninguno de los esclavos que llevabamos podía compararse con el porte regio de Henhri. Mi predilección por el sexo masculino era bien sabida entre mis compañeros, alguno de los cuales solo prefería el sexo contrario, pero todos acababamos encontrando placer en ver como procreaban aquellos esclavos. Ahi fue donde entró Henhri, y cometí el fatal error de dejarme llevar por sus músculos y su perfecto miembro, como ninguno que hubiese visto hasta ahora.

Esta mañana lo vi ayudando a mi padre a bajar del carro garrafas de vino, el trabajo debía ser agotador porque gotas, sino ríos de sudor, bajaban por todo su cuerpo empapándolo, y haciendo que su vestido se pegase peligrosamente a su cuerpo. Mi entrepierna reaccionó con vida propia creciendo ante el soberbio espectáculo. Lo necesitaba, lo necesitaba dentro de mí como lo necesitaba el otro día.

Eché a todos los esclavos de su habitación, tarde o temprano Henhri tendría que acabar allí. Y esperé, esperé hasta que cayó la noche, y por fin su cuerpo sudoroso entró por la puerta. Me miró fijamente con recelo antes de apartar la mirada y decirme fríamente:

-Amo, ¿en que puedo ayudarle?

-Sabes perfectamente lo que quiero-dije mientras me levantaba de uno de los pobres catres y le metía la mano bajo la pegada vestimienta, llegando hasta su miembro que recolgaba flácido pero muy gordo y grande.

Apartó mi mano de su entrepierna.

-Eres un crío estúpido-me soltó- ¿Sabes que podría pasarme si alguien se entera de lo que pasó el otro día en las termas?

-Nadie se tiene porque enterar de nada, si haces lo que te digo-mi mano recorría su sudado torso, queriendo arrancar sus vestimentas y beber de aqeuello como si fuese agua.

-No eres más que un crío, crees que voy a acceder a un chantaje a la ligera.

-No es un chantaje-dije frío mientras clavaba mi mirada en sus ojos azules- soy tu amo, y harás lo que se te ordene.

Nuestras caras estaban muy cerca una de la otra y los dos nos mirábamos con una furia incandescente. Mi mano se metió bajo la falda, mientras la suya me pasaba por detrás. Noté como empezaba a endurecerse su entrepierna, y en ese mismo instante su mano me tiró con fuerza del pelo. Me giré intentando parar el dolor, y Henhri me tiró contra una de las rudimentarias camas hechas a base de paja. Se levantó la falda y escupió en mi culo. Acto seguido metió uno de sus firmes dedos en el y gemí del placer. No era nada comparado con tener su miembro dentro de mí, pero sus dedos eran grandes y firmes y fue marcando el territorio para aquel monstruo. Sacó su dedo y de una estocada clavó su polla en mi. Mi culo estaba ahora mas abierto y no sentí tanto dolor como la primera vez, pero eso no quitaba lo doloroso de la situacion. Me contuve los gritos para lo alertar a nadie de lo que estaba ocurriendo y Henhri me perforó de nuevo, con más fuerza que antes. Más y más fuerte, me tiraba del pelo mientras profundizaba con fuerza en mi. Quería gritar del placer, pero no podía hacerlo. Las corrientes de sudor de Henhri caían sobre mí y eran tan olorosas que solo querían que siguieran cayendo para siempre. Henhri aumentó más el ritmo hasta que me corrí, el no tardó el hacerlo. Sentí como ya su inmenso miembro crecía aún más y descargaba cinco disparos de su leche en mí. Era caliente y reconfortante, pero al sacarlo de mi, parte de esa leche salío fuera de mi cuerpo. Me miró friamente y yo le devolví la mirada mientras salía dela habitación, ahora apestada con olor a sudor igual que mis ropas.

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A Roman Romance [HENRY CAVILL] (GAY +18) (Acabada/Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora