Chūya impacientemente espero a que el pequeño dispositivo blanco que sostenía entre sus dedos marcara el tan ansiado resultado. El esperar nunca había sido su fuerte, pero en esas situaciones sentía que su paciencia era completamente nula, inexistente. Tal vez su nerviosismo se debía a la posibilidad de que algo podría ocurrir, pero al igual que todas las veces anteriores, pronto descubrió que el resultado era el mismo.
Una línea.
Sabía muy bien lo que significaba, estaba demasiado familiarizado como para no saberlo. Lo arrojó a la basura y se dejó caer en su cama, abatido. ¿De nuevo... nada?
De la misma manera que un ritual, Chūya tomaba un test de embarazo cada vez que se encontraba con Dazai. Ninguno de los dos usaba protección y ya habían transcurrido dos semanas desde su último encuentro, por lo que si estaba en cinta seguramente el test lo diría. Pero no era así, nada había sucedido, de misma forma que en las incontables ocasiones anteriores.
Rodó en el colchón y abrazó su estómago. Una vez más, no había nada allí, estaba vacío. Teniendo en cuenta su fallido historial, el pelirrojo sabía que era inútil esperar algo. Pero aún así, la esperanza no desaparecía.
Desde ese fatídico día, su cuerpo no había sido capaz de albergar ningún otro bebé. No importaba cuántas veces lo hicieran, cuántas veces Dazai se corriera en su interior, el resultado era siempre negativo. Había pensado que quizás había algo malo con él, y tal vez no estaba equivocado. Tal vez sus sospechas eran ciertas después de todo, pero estaba aterrado de confirmarlo...
El sonido de su teléfono irrumpió sus pensamientos. Chūya se deslizó fuera de la cama con movimientos ágiles y tomó su móvil de su chaqueta. Al ver la pantalla, vio que se trataba de Dazai.
— ¡Mi bello petirrojo, tu príncipe azul ansiaba oír tu encantadora voz!
Tuvo que alejar el móvil de su oreja debido al aturdidor saludo del castaño. En verdad nunca cambiaba; pensó que debía de estar acostumbrado para ese entonces, pero Chūya era alguien susceptible a los sonidos fuertes. Con un suspiro, se dignó a contestar.
— ¿Qué acaso sigues sin aprender tu lección? ¿O necesitas que vaya personalmente para enseñarte de una vez por todas a no molestarme?
Oyó a Dazai reír en la otra línea.
— Creo que ya sabes la respuesta a eso. No necesitas preguntármelo, bombón de frambuesa.
Chūya rodó los ojos, pero aún así no pudo evitar sonreír. Ahí iba de nuevo con los apodos absurdos.
— ¿Bombón? ¿Te crees que aún tenemos catorce años, Dazai? Sabes que esos halagos no funcionan conmigo. Además ya es tarde, vete a dormir o a hacer lo que sea que hagas a estas horas.
En efecto, era casi medianoche. Dazai realmente no tenía un horario de llamadas demasiado coordinado, por lo que llamaba a cualquier hora que se le antojara. Era un verdadero dolor de trasero para Chūya.
— ¿Ehhhh? ¿Por qué eres tan frío conmigooo? ¡¿Que no ves que necesito mimos?! —se quejó este desde la otra línea, con su usual tono infantil.
— Sospecho que probablemente no tienes nada que hacer, pero yo tengo trabajo mañana. Así que apreciaría que no me molestaras tan tarde en la noche...
— Por favor Chūya, ¡Sé que solo me dices esas excusas porque no quieres admitir cuanto me extrañabas!
— ¡Eso no es cierto! ¡No digas lo que a ti te plazca, maldito idiota! —refutó, para gran diversión del otro.
Sabía que Dazai estaba mintiéndose con él de nuevo y también sabía que todo lo que decía no era más que la mera verdad. Pero simplemente era demasiado orgullo como para admitirlo. Sintió sus mejillas enrojecer, antes muerto que admitirlo.
— ¡Ve a suicidarte de una vez y deja de molestarme!
Chūya estaba listo para colgar, pero una nueva frase del castaño le frenó de hacerlo.
— Una vez te prometí que te protegería y te haría feliz, pero siento que te he fallado en muchas maneras.
Chūya se sorprendió ante la rapidez con la cual su tono de voz había cambiado, y acompañando ese cambio vino la tan conocida sensación de dolor en su pecho. No era solo culpa de Dazai, también era suya por ser tan débil.
— Fallé en protegerlos a ambos —continuó este con pesar; Chūya entendió de inmediato a que se refería.
— Solo teníamos catorce años, Dazai. ¿Que podríamos haber hecho en ese entonces? Además, sabes que no fue tu culpa.
Con tan solo pensar en ello era doloroso, aún después de tantos años. Chūya sabía que Dazai siempre se había culpado por permitir que les arrebataran a su hijo, aunque en realidad no había mucho que él hubiera podido hacer para evitarlo. No había manera de que hubiesen podido enfrentarse a Mori. Chūya también se sentía de la misma manera.
— Sin embargo, el mismo día que nos lo quitaron te prometí que definitivamente lo traería de vuelta... y pienso cumplir con esa promesa.
Chūya recordaba aquello; recordaba como en medio de su llanto Dazai trataba de consolarlo y le había prometido que encontraría al pequeño que ni siquiera les habían permitido ver. Quizás muy en el fondo aún guardaba esperanzas de que esa promesa se hiciera realidad algún día.
— Lo sé. Sé que lo harás.
Después de ello, ambos se despidieron y Chūya permaneció recostado en su cama por algún tiempo, mirando el techo e incapaz de dormir. Una frase que Dazai le había dicho hace mucho tiempo de pronto vino a su mente: "Debí de haberte traído conmigo".
Cuando le había dicho aquello realmente no supo cómo responder, había pensado que todo lo que conocía era la Port Mafia y nada más, la Port Mafia era su vida. Probablemente se hubiera sentido inseguro con respecto a la idea, pero pensó que si estaba junto a Dazai definitivamente hubiera podido hacerlo, hubiera huido con él.
Pero eso nunca sucedió y, en cambio, Dazai se había ido sin él y Chūya permaneció estancado en la Port Mafia como subordinado de Mori, a quien había llegado a odiar por todo lo que le había hecho. No creía que pudiera llegar a perdonarlo alguna vez.
~*~
Ohayo, aquí la autora-san! ^•^ Me disculpo por haber tardado tanto en actualizar y el hecho de que el episodio sea tan corto, pero como no la había retomado en mucho tiempo aún estoy organizando las ideas en mi cabeza para el fic... Espero que les guste :3
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You're my loveprize [Soukoku, Omegaverse]
FanfictionMiembros de organizaciones enemigas y separados por las decisiones egoístas de uno, Chūya Nakahara y Osamu Dazai comparten un vínculo especial. Cuando tenían 14 años, ambos se unieron como pareja a través de un lazo irrompible. Ahora, cuatros años d...