5. Kazeyuki

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¿Qué podrían saber unos muchachos de apenas catorce años sobre el sexo?, pensó Chūya. O más bien, ¿qué podrían saber acerca de los vínculos entre parejas?

Una risita escapó de sus labios mientras un cigarro se consumía lúgubremente entre sus delgados dedos. La tenue luz del cigarro era la única fuente de iluminación que se veía en el oscuro cuarto. Luego de su desafortunado encuentro con Akutagawa y su breve reunión con Mori, todo lo que había hecho al regresar a su departamento fue encerrarse en su estudio y permaneció allí; solo con sus pensamientos.

Ahora que pensaba en ello, en verdad solían ser unos chiquillos bastante ilusos en aquel entonces. Él y Dazai... aunque creía que Dazai lo había sido más que él, y no sería erróneo decir que todavía lo era. Sonrío para sí mismo, podría ser un idiota suicida, pero al fin de cuentas era el idiota suicida que amaba, su idiota suicida.

Porque... ¿Él amaba a Dazai, cierto? ¿O aquellos sentimientos eran solo meros productos secundarios de su lazo con aquel hombre? No lo sabía, pero si tenía que remontarse a aquellos turbulentos tiempos de nuevo... a aquellos años de adolescencia desmedida, posiblemente tampoco encontraría una respuesta factible, porque la relación que tenían ahora había comenzado con la aparición de su primer celo.

Claro que siendo un chiquillo de catorce como solía serlo hace 8 años, no sospechaba que ese suceso natural podría estar cerca de sucederle a el mismo. Pero había sucedido y lo fue de la peor manera posible.

Ambos se encontraban en medio de una misión para la Port Mafia, aunque no recordaba muy bien que o a quien debían atrapar y/o eliminar, sus recuerdos de aquella noche aún se encontraban algo difusos. Pero si había algo que podía recordar perfectamente fue el momento en el cual su cuerpo comenzó a sentirse caliente sin razón y sus pulsaciones también aumentaron de velocidad.

Y antes de que se hubiese dado cuenta, Dazai lo había tomado de un brazo y había comenzado a correr con él, lejos de aquel sitio y de los sujetos de quienes se suponía debían encargarse. Dazai se había percatado de su celo y le había alejado de esa gente a propósito, puesto que si se encontraban en presencia de un omega en celo... posiblemente más de la mitad eran alfas, y no quería imaginarse que hubiera sucedido con él si Dazai no hubiese estado ahí.

Sea como fuere, Dazai también era un alfa. Siempre había sabido que lo era, así como también Chūya siempre había sabido que era un omega. Se lo habían dicho a ambos desde que eran muy pequeños, casi como para hacer que nunca lo olvidarán. Chūya jamás había entendido muy bien que se suponía había de diferente entre ambos, que era lo que diferenciaba a un alfa de un omega, no lo había hecho hasta esa misma noche.

Dazai no pudo resistirse al aroma que impregnaba su cuerpo debido al celo; resistirse era básicamente lo mismo que ir en contra de tu naturaleza. Dazai, esa noche, no pudo rechazar lo que su instinto le pedía, no pudo rechazar su naturaleza. Chūya tampoco.

No podía decir que no dolió, estaría mintiendo si lo hiciera. Después de todo había sido su primera vez y por supuesto que debía doler algo, aunque sea un poco. Pero luego del dolor había venido el placer, un placer que Chūya no había experimentado en toda su vida. Y en el clímax del momento, en aquel pavimento sucio, Dazai le había marcado. Aún poseía una cicatriz de la mordida en la parte posterior de su cuello, jamás desaparecía de su piel. Era una marca que indicaba que le pertenecía a alguien y se quedaría con el para siempre.

La Port Mafia los había encontrado en aquel estado de lujuria y pasión desmedida, demasiado tarde como para hacer algo. Luego de aquello, los habían separado por órdenes de Mori; prácticamente los habían encerrado a rastras en habitaciones separadas para así evitar más conmoción.

Su celo había durado otros tres días, y en todo ese tiempo el único al que su cuerpo deseaba era a Dazai. Lo quería desesperadamente y su privación era dolorosa. Demasiado dolorosa. Así continuó hasta que el celo desapareció por completo al final de la semana y les permitieron salir.

Ninguno de los dos había dicho nada al respecto sobre lo que había sucedido, al fin entendieron el verdadero significado de un lazo entre pareja, era algo poderoso y difícil de romper, los dos lo podían sentir en su corazón. Pero ese sentimiento siempre había estado entre ambos, incluso antes de la formación del lazo. Siempre se habían amado y sentido afecto por el otro. El lazo realmente no cambiaba nada, al menos así lo era desde su punto de vista en aquel entonces.

Sin embargo, Mori había querido que el lazo fuera roto tan pronto como fuera posible. Ōzaki había intervenido en contra, sosteniendo que el proceso de separación sería algo demasiado traumático para ambos y tanto sus cuerpos como mentes no podrían sopórtalo. Luego de un largo debate entre ambas partes, finalmente se decidió que permanecieran vinculados por su propio bien. Pero el asunto tampoco terminó allí.

Con el correr del tiempo, Chūya comenzó a notar que su vientre crecía más y más, casi como un globo que era inflado de manera lenta pero persistente. No se detenía. Al comienzo se había asustado, pensaba que había algo malo con él y no tenía idea de que era. Sus temores le habían llevado a comentarlo con Ōzaki, y hasta el día de hoy podía recordar como su rostro palideció de inmediato al ver el bulto en su vientre cada vez más notorio. Ella sabía la razón.

Resultó que estaba esperando un bebé. Un bebé concebido durante su periodo de celo. Nadie habría creído que fuera posible que una pareja tan joven fuera capaz de concebir, muchos menos en el primer celo del omega y cuando solo habían mantenido relaciones una vez. Fue una sorpresa para todos, lo fue aún más para ambos.

Chūya había tenido miedo de esa criatura creciendo dentro del él, hasta había llegado a repudiarla. Pero en algún momento había comenzado a quererla mucho. Después de todo, no era otra cosa más que el resultado de la unión entre él y Dazai. Siendo así, su bebé no podía ser algo malo. Lo había entendido.

Tanto él como Dazai fantaseaban con su bebé, estaban felices con la idea y no podían esperar a que naciera para así poder ver cómo era.

— ¡Apuesto a que tiene mi color de cabello! —había exclamado Dazai en una ocasión.

Ambos se preguntaban de que color sería su cabello y ojos, o a quien se parecería más. Incluso habían estado pensando en nombres de niño y niña por igual, puesto que no sabían de que sexo sería.

— ¡No, tendrá mi cabello! —había asegurado animadamente Chūya al castaño, casi peleándose por imponer su opinión mientras reían.

Pero esa felicidad se terminó de la misma manera en la que había comenzado; rápido y fugaz.

Debido a su juventud y cuerpo pequeño, el bebé nació por cesárea a los ocho meses de gestación. Mori lo había programado todo, hasta el último detalle.

Chūya y Dazai ni siquiera habían podido sostener a su bebé o verle el rostro. Se lo habían llevado incluso antes de que lo supieran. ¿Adónde? No lo sabían. Cuando preguntaban, nadie les diría nada al respecto, sin importar cuánto suplicaran o lo pidieran.

Ōzaki se había compadecido de ambos y les había dicho que el bebé había sido un niño sano, pero no les dijo nada más acerca de él o donde estaba. Eso no fue ningún consuelo para ninguno de los dos. Kazeyuki era el nombre que le habían colocado a su hijo. Cuando Ōzaki le preguntó porque tal nombre, Chūya le dijo que significaba "viento del invierno" y que se lo habían colocado porque había nacido precisamente en esa estación, en invierno. De esa forma, aunque no estuviera con ellos, su hijo tendría algo que sus padres le hubieran dado.

El dolor que inundó a Chūya cuando le arrebataron a su bebé no tuvo comparación. Había sufrido física y emocionalmente, un dolor que tardó años en desaparecer por completo. Incluso ahora sentía un feo dolor en el pecho si pensaba en el hijo que nunca conoció. Un dolor que no se curaba con nada y posiblemente nunca lo haría.

Quizás Akutagawa tenía razón al fin de cuentas, quizás Chūya si era un maldito cobarde después de todo.

You're my loveprize [Soukoku, Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora