Hacer del arte
desearte, helarte
inerte, tras estambre,
cubrir el rocío, con sopor,
la belleza de aquella flor,
tras lúgubre lástima de desamor.
Escribir de tinta corazón,
en los tejidos sin razón,
ni apuro ni ambrosía,
y aspirar fatigado, con desazón,
el aleteo tribal de ese suspiro.
Ininterrumpidamente, la nocturnidad
me absorbe, tras el halo del fogón,
de la brillantez estupefacta,
de los ecos desafines de la membresía,
callejera, resguardada,
al acecho, sin techo,
meciéndose la brisa y
balanceándose la negrura,
ni más pura, mi mas sofocante tempura,
olvidada, impía, y pagana de lecho,
embargada de alma
y endeudada hasta su ultima brizna insegura.
Se ensombrecen los titanes,
dormitan las luces tenues,
envejecen las rugosidades descalzas,
se quiebran los desiertos hieráticos,
se hacen eco las oquedades,
se vislumbran las fatigas, y se hospedan,
se tornan taciturnas las enrejadas diurnas,
y también las nocturnas,
perdidas en acristaladas estrelladas.
Mientras, se pasean las soledades,
contrapunto de las alfombradas solapas,
vestigios indómitos entonando
el hospedaje irascible y efímero.
Evaporándose la carcoma alienable,
inúndame con un oleaje imperturbable
y una tormenta de arenisca,
que se condensa con las revelaciones
de la frescura atemporal sin vejaciones,
fundiéndose como malabarista fatal
tras un telón de saciedad arisca.
ESTÁS LEYENDO
Versando(te)
PoetryEscribir se ha convertido en una irremediable manía, un hábito inconcluso que trastoca, que muta y permuta, que horada, que incendia, que ennegrece y reverdece, que consume y que alienta, que vive y muere tras el último verso. La poesía, esa aurora...