Capeando odas

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La amaba, la quería, 

también la añoraba y la sentía, 

vi cómo se ensombrecía

tras el atardecer aciago del amor.

Se desvaneció cristalina y fulgurante,

como un halo dorado inexistente,

y se apiadaron de mí las noches,

se cernieron las sombras, y me habitaron,

huéspedes inconclusos de una tristeza profusa,

rebosaron los humedales y yo,  yo reclusa.

Sin escafandra,sin respiro, sin exclusa,

se congelaron los vermellones, trepidante,

la atracción de feria se fundió entre vociferaciones,

entre digresiones emocionales,

y aquellos surcos fragmentaron

la más torrida arena y la mas parda duna.

Eras mi Júpiter, mi Saturno, mi Luna, 

y fugaz, orbitaste con todas las estrellas

y te adueñaste del firmamento.

Oh mi Luna, mi claro de espuma,

mi mar sin navíos, centrípeta estela,

derruiste, construiste e irrumpiste

como un tridente atemporal, y me encerraste.

Coralinas lagunas abandonaste,

con vientos alisios, a babor y estribor,

piafaste, coceaste sobre aquel cristalino destello,

y sumergiste tu esplendor en lava.

Con el agua al cuello,

sin estertor ni resuello, me salinicé 

y emergí, sin branquias ni escamas,

comprendiendo que no existían las sirenas,

pero, en mar de pirañas,

ni siquiera el oceano transversal,

aquel que cubre las llanuras mas impuras,

aquel que escala con el oleaje

y corona con la esquirla,

puede encumbrar mareas tenebrosas.

Oh lo siento, mi Luna, mi extraviado pasaje,

mi travesía naufragó en un triágulo,

entre vértices, a una escamada del triaje,

a una escapada del ancoraje.




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