Capítulo 1

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Mudarme a Juneau fue una experiencia difícil y para nada agradable de asumir.

Más teniendo en cuenta que prácticamente fui obligada a dejar mi antigua vida completamente para venir a este lugar.

Si me hubieras dicho, no, me equivoco, si hubieras apenas murmurado en mi dirección que dejaría las bellísimas playas de California, toda su luz, su vida y lo que quedaba de mis amigos y mi novio para mudarme a la otra punta con mi hermano a un minúsculo pueblo en Alaska apenas visible en cualquier mapa, primero te hubiera pedido un poco de lo que sea que te hubieras fumado y después, mucho después, me hubiera burlado en tu cara de lo absurdo que eso sonaba porque era algo que no iba a suceder.

Pero, hey, qué bueno que tú no lo dijiste y yo no me burlé de ti, porque aquí estoy, tratando de mantener un poco de calor corporal dentro de mi cuerpo mientras miro con una ligera pisca de aburrimiento las cuatro paredes de la casa en donde he permanecido desde que llegué hace ya algunos meses.

Desde el primer momento en que respiré el aire de este lugar, cuando mis ojos se pasearon por las pocas estructuras que alcanzaba a divisar entre los enormes árboles y traté de buscar muy, pero muy en mi interior un vestigio de reconocimiento... fue como toparme con la nada y sobre todo supe que mis días bajo el bello sol de California tirada en la arena en bañador habían terminado.

Y a pesar de que el lugar transmite paz y tranquilidad que sólo esos lugares donde puedes ir a vacacionar con nieve, lugareños amigables y dónde tu preocupación más grande es encontrar el lugar perfecto para las fotos de recuerdo, está presente en este lugar, al parecer no está haciendo efecto en mi ya que desde que puse un pie en tierra firme solo he tenido la constante necesidad de mantenerme en mis cinco sentidos día y noche, pero aún así esto no parece ser suficiente para hacer que el sentimiento se vaya.

Y la verdad no sé si sentirme aliviada de estar sintiendo algo después de muchos meses de prácticamente sentirme como un zombie aunque sea... esto, o realmente preocuparme por lo que este lugar puede llegar a esconder.

Y créeme, realmente he estado batallando con la sensación desde que llegué y en verdad creí que por fin estaba comenzando a ver la luz al final del túnel, pero, ¿a quién quiero engañar? Esa cosa sigue anidando en lo mas oscuro de mi corazón sin tener planes de irse pronto y justo hoy de entre todos los días que pueden existir, el sentimiento ha ido creciendo gradualmente desde que me he levantado y ahora parezco una loca brincando ante cada sonido.
Y todo gracias a una estúpida sensación de qué hay algo mal.

Ni siquiera he podido darle una maldito nombre. DIOS, ni siquiera yo entiendo que esta pasando y mucho menos sintiendo.

Mi vida estaba llena de adiciones, y no, no me refiero en su totalidad a las drogas. Sí, puede que haya llegado a consumirlas, pero no siempre son las únicas cosas a las que podemos llegar a volvernos adictos, pero lamentablemente fui parte de ellas.

Dejé de beber como una posesa desde que puse un pie aquí y decidí enterrar un poco de esa parte mía después del infierno que les hice pasar a mis padres. No he vuelto a probar nada desde que él murió. Y maldita sea, no extraño nada de eso, sólo lo extraño a él y esto en verdad sigue doliendo más que cualquier tonta abstinencia.
Prácticamente quema mi alma cada que le recuerdo, y eso nadie parece entenderlo.

Juneau al ser un lugar pequeño, aquí prácticamente todo el mundo se conoce, y la verdad no me extrañaría que hasta la talla de ropa interior se sepan. ¿Y saben qué es lo más emocionante de este bellísimo lugar bendecidos por los dioses? Nadie sabe dónde está en el maldito buscador.

Mi primer amor || reescribiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora