Capítulo 4

1.1K 80 16
                                    

—¡Selene, espera! —escucho como me llaman y al mirar sobre mi hombro, veo a Tobías correr en mi dirección—. Selene...

—Estoy bien, no era necesario que vinieras —le digo cuando me da alcance y trato de que la vergüenza no me suba al rostro.

—No sabía que conocías al hermano de Raven. Debo admitir que fue una... sorpresa para todos. —comenta y al parecer la palabra del día debe de ser esta.

Y estoy prácticamente segura de que si me topo con algún otro miembro del círculo, seguirá apareciendo. 

—No le conozco. Él y yo ayer tuvimos un pequeño... roce. No fue algo placentero. Él fue el idiota más grande la historia y vaya que he llegado a conocer idiotas monumentales. En California hay de a mares. —revelo ya que no quiero parecer una completa loca o al menos amortiguar un poco lo que seguro todos están pensando ahí dentro. Sé que debería dejarlo pasar, pero Tobías es agradable—. Genial, seguro ahora soy un fenómeno.

—No creo que alguien llegue a pensar eso se ti. Además, acabas de describir a la perfección a Reece. La mayoría lo conoce. Ya sea por algún encuentro casual el cual nunca hubieses deseado tener o porque sufriste la mala suerte de ser emparejada con el ese día en clase. Así que no debes sentirte de este modo. Reece es... Reece. —sus palabras me causan una sonrisa, y no es hasta que me detengo, que me doy cuenta de qué tan agitado se encuentra.

Su ataque de tos regresa a mi memoria y mi sonrisa es sustituida por una expresión de preocupación. Demonios. ¿Cómo no me acordé de eso antes de hacerlo perseguirme?

—¿Cómo te encuentras? ¿Necesitas...? —no se muy bien como decirlo sin que suene grosero, pero si este chico muere por mi culpa, será una catástrofe.

—Estoy bien. Solo un poco desfasado. —me explica y veo que tomas dos respiraciones largas antes de continuar—. Mi cuerpo tarda en ajustarse a los cambios de temperaturas. No hay nada de lo que debas preocuparte.

—¿Estás seguro? Porque podría acompañarte a la enfermería si lo necesitas. Al fin de cuentas es mi culpa que tu estés

—Estaré bien, Selene. Todo estará bien.

Estaré bien, Selene. Todo... estará bien.

Las palabras se vuelven a repetir en mi mente, pero cuando las escucho, es otra voz la que las dicen. Mis vellos se erizan ante la sensación y no puedo evitar comenzar a moverme en mi lugar, incomoda.

—Creo... creo que me adelantaré a mi siguiente clase. —murmuro con el corazón en la garganta y probablemente debería poner distancia entre el chico y yo, pero una parte de mi no quiere estar sola.

Hay algo... Siento que algo está asechando en las sombras del bosque, y no quiero estar sola para averiguar si ha decidido salir para jugar conmigo esta vez. 

—Te puedo acompañar —se ofrece y sin poder formular alguna palabras coherente, simplemente asiento con mi cabeza.

Tras medio murmurar mi siguiente clase, Tobías y yo nos comenzamos a mover, él comienza a explicarme un poco de las materias que cursa y en cuales debería tener cuidado.

Probablemente debería poner atención a esta preciada información, pero mi mente no ha parado de bullir. Pasamos lo que resta del recreo en el salón de mi siguiente clase, y cuando tocan el timbre, Tobías se despide de mi y cuando por fin pude dejar de preocuparme por una simple sensación y pude disfrutar un poco de la platica con el chico, solo he confirmado lo que ya me venia imaginando: Tobías es un chico muy agradable y de los que probablemente te ayudarían en la calle sin presárselo. No como cierto idiota de ojos azules y pelo rubio al ras de la nuca. de eso no hay dudas.

Mi primer amor || reescribiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora