Día uno por la noche: Lucy

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El centro nocturno en donde nos encontrábamos no era el más costoso, ni cerca estaba de ser el más seguro, pero era divertido, de vez en cuando mi grupo de amigos se reunía para buscar algún lugar así en la ciudad. Constaba de dos plantas, la primera era donde todo mundo podía bailar, beber, vender y comprar droga. La segunda era la exclusiva; las luces de neón no lastimaban, la música no llegaba demasiado fuerte, incluso había mesas y allí estábamos, mi grupo de cinco amigos y yo.

A mi izquierda estaba Adrián el casamentero, seguido de Joan el cerebro del equipo, Kim la egocentrica, a mi derecha estaba ''ella'' la mujer perfecta, de cabello rojo, ojos azules y piel de porcelana, Cassandra, y al lado de ella está Scarlett la rara y, mi rival de amores.

Scarlett y yo somos muy distintas, ella es cool, yo soy la invisible, ella tiene el cabello castaño casi rubio y el mío es negro, ella es fría como el hielo y yo soy dulce, cayendo en lo cursi. Hace unos meses (catorce de hecho) llegó a la ciudad, la unimos al grupo y me ha hecho la vida imposible aunque no lo sabe.

—Hey, la noche recién está naciendo, vamos a bailar —Kim toma de la mano a ambos chicos, bajando las escaleras. Abandonando las bebidas de colores allí.

—Estoy de acuerdo, vengan —secundó Cass, la sigue halando a Scarlett y a mí. Es molesto, Cass no puede decidirse por una.

Escucho a Scarlett decir algo, pero no logro escuchar qué, debido a esa estúpida música, es irritante. Debería irme.

Kim baila con ambos chicos, los movimientos de ella son sexys, los enreda, puedo jurar que ambos están hipnotizados. Ellos tres tienen una relación extraña. Son un equipo, viven juntos, hacen todo juntos, ¡Follan juntos! Si pudieran casarse los tres lo harían, pero aún no pueden hacerlo, no es legal.

Y aquí estoy yo, bailando con Cass y Scarlett. Aseguro que Cassandra quiere una relación así, yo no podría. No, ni hablar.

Mojito tras mojito, uno, dos, tres, de nuevo, uno, dos, tres. Estoy mareada, comienzo a encontrar todo muy gracioso. ¿Qué fue eso que ingerí? ¿Extasis? No importa, estoy extasiada. Luces de colores, música a todo volumen. Personas euforicas. Labios suaves contra mi cuello. ¿Qué? Todo me da vueltas, Kim me mira asustada. ¿Qué ocurre?

—¡Estás drogada! —ríe descaradamente. Solo recuerdo como sus labios se posan en mi sien. 

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