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Samantha se apresuró en ducharse y vestirse, como todavía era verano eligió un vestido granate de tirantes pegado en el pecho y suelto hasta los pies con unas sandalias de tiras negras.
Su madre ya la estaba esperando sentada en una silla de la cocina. Irían a desayunar fuera ya que no tenían nada en la casa.
-¡Qué guapa estás hija! - le di un beso en la mejilla y comencé a preparar mi bolso con mi móvil y mi cartera.
- Gracias mamá, termino de preparar esto y nos vamos.

Salimos unos minutos después, fuimos caminando al centro que estaba a unos 20 minutos, mi madre había visto una cafetería no muy cara en la que servían unos dulces riquísimos. Fuimos a la dirección, la calle  en la que se encontraba estaba llena de tiendas caras de buenas marcas.
-¿No será un poco caro Roxy?
-No hija, en Internet pone que es muy asequible para la zona en la que se encuentra.

El sitio era muy bonito, colorido y con varios ambientes, había mucha gente y no sabían si iban a tener sitio o no.

-Hola buenos días, ¿Mesa para dos?
-Sí, muchas gracias
- contestó mi madre al amable trabajador.
Nuestra mesa se encontraba pegada al gran ventanal de la cafetería.
Pedimos un café con tarta de manzana para mi madre y un chocolate con tarta de queso para mí.

Mi madre estuvo hablándome de todos los planes que tenía para nosotras en nuestra nueva ciudad y la verdad, era estresante además ella no podría realizar ni la mitad porque su trabajo la absorbía.

Mientras ella hablaba metida en sus pensamientos yo miré por la ventana había un Mercedes negro y grande aparcado en la puerta de la tienda de enfrente, probablemente era de algún ricachón que estaba de compras. 

Pagamos la cuenta y salimos de la cafetería. Fuimos a recorrer las tiendas no con el objetivo de comprar sino para mirar la ropa.  

-Mira, entremos aquí. - mi madre señaló una boutique, entramos en ella, toda la ropa era preciosa, me fije en que había ropa para hombre y mujer. Muchas veces compraba ropa de la sección de hombre porque yo tenía el pensamiento de que si algo me gustaba, me lo compraba.

Pasé por las camisetas de hombre y  me encantó una que era negra con una especie de rayo blanco en medio. Muy básica pero preciosa. 

-Mira mamá- cogí la percha con la camiseta colgando y me giré para ver si me había escuchado pero en ese momento me resbalé con un papel que había en el suelo y si no fuera porque aquel hombre de ojos claros frenó mi caída ahora mismo tendría un gran chichón.

-¿Estás bien?- me preguntó aún sujetándome entre sus brazos.

-Eh... sí, gracias- no me salían las palabras. En cuanto terminé de responder aquel hombre asintió con la cabeza y me dejó en medio de la tienda.

-Hija, ¿me has llamado?- Claro que te he llamado mamá y desde que te he llamado hasta ahora me han pasado trescientas cosas, podría incluso escribir un libro basado en ese momento, pensé.

-No mamá, pero mira que camiseta más bonita.- Mi madre me la compró.

Fuimos a hacer la compra al supermercado cercano a nuestra casa y Roxy y yo quedamos en que la próxima vez, la pediríamos on- line.

Esa misma noche, me metí en la página web a rellenar la solicitud, echaría plaza en la universidad del oeste de la ciudad, tenía un buen plan en biología y no tardaba más de 40 minutos en llegar en autobús.

Cuando a las 2 a.m. decidí que era hora de dormir, no podía dejar de pensar en aquel hombre trajeado, alto de ojos azules. 


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Att: Una soñadora, sin más.

Próxima actualización: 20/9/2017

La salvación de Sam. 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora