05: "Su verdadera identidad"

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La visión de Stefania se tornó nebulosa mientras luchaba con el mareo. Se dejó caer en un asiento frente al televisor que exhibía las imágenes del canal de noticias.

—La policía científica realizará las pruebas pertinentes para dictaminar si el cuerpo encontrado pertenece a Robert Warner, el joven que fue reportado como desaparecido hace dos días...

Las palabras del periodista se desprendían de los parlantes del aparato y chocaban contra los oídos de Stef con fuerte impacto. La mención de Robert Warner provocó que diera un respingo en la silla.

—Bobby— Musitó, incrédula.

—¿Estás bien?— Cole dobló sus rodillas, agachándose a su lado para quedar a su altura.

—Es Bobby Warner— Indicó la chica.

Su amigo frunció el ceño mientras intentaba identificar en sus recuerdos aquel nombre, mas no tenía memoria de él. Entonces, una profunda voz de tono ronco irrumpió en sus cavilaciones, respondiendo su pregunta interna.

—Bobby Warner. Iba a la escuela con nosotros. Stefania y él fueron novios por un año, cinco meses, dos semanas y cuatro días...— Explicó Justin, adhiriendo notas a la libreta que sostenía en su mano.

—Qué exactitud— Ironizó Cole, su entrecejo arrugándose esa vez con recelo. —Estuviste en el psiquiátrico la mayor parte de ese tiempo ¿Cómo siquiera llevaste la cuenta de eso?

—Ya no se les llama "Psiquiátrico", Palette. Son Institutos de Salud Mental— Corrigió Justin, sonriendo en forma cínica,  antes de ingresar nuevamente al despacho de Stefania.

—Es espeluznante— Susurró Cole.

—Es un gran especulador— Repuso Stef, suspirando para quitar el peso en su pecho. —Deberías leer sus escritos, creo que son de gran utilidad y necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir ahora...— Pasó saliva por su garganta que de repente se encontraba cerrada debido al espanto. —...Si el asesino ha vuelto.

Una semana más tarde, se confirmó que el cadaver hallado era de Bobby Warner y los rumores sobre el regreso del asesino en serie comenzaban a aterrorizar la ciudad. El Ministerio de Seguridad aplicó reglamentaciones civiles como toques de queda para perseverar a los ciudadanos.

Mientras leía esa información en el periódico, Stefania se encogió en su asiento, apretando la taza de café humeante que sostenía en sus manos. El frío clima parecía acorde a su sangre, congelada por la situación nueva en la que se encontraba. Cuando se inmiscuyó en la investigación, no esperaba que el asesino estuviera aún en la ciudad, o que el mismo siquiera continuara con vida. Aún así, no dejaba que el efecto paralizador del miedo la detuviera: Karen necesitaba justicia.

Las gotas de lluvia golpeaban la ventana de su despacho con fuerza, produciendo un potente ruido, sin embargo, fue capaz de discernir el sonido disimulado de la tos que el muchacho sentado a su lado intentaba esconder.

—¿Por qué no tomas el analgésico, Justin?— Repitió. Le había agregado una píldora para el resfrío entre los demás medicamentos que él debía ingerir, pero se rehusó a tomarla.

Justin negó con la cabeza, sin quitar la mirada de los diferentes archivos policiales que observaba en ese momento.

—No quiero más pastillas— Determinó, su voz congestionada por la mucosa en su nariz instó a Stef a replicar pero antes de que pudiera hacerlo, él volvió a hablar: —Estoy seguro que guarda sus cabezas— Murmuró.

—Ya has dicho eso antes— Espetó Cole, dejando a un lado sus propias anotaciones para observar a Justin con desagrado. —Podrías ser más específico y explicarnos por qué lo crees...

Serial Killer: Rastro de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora