CXXIV

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Puedo sentir esa calma interna, esas desesperadas ganas de encontrar tierra firme en mareas tan altas, convertirse en aguas mansas. Dejar de beber aguas saladas que solo humedecían los labios, más nunca el alma.

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Prendernos la mecha con nuestros labios; hace querer fundirnos como velas y recorrer nuestros cuerpos como gotas de cera. Quemarnos por el pecado no me preocupa, pues te amo a ti con tanta locura.

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huye con tu amante mientras puedas o te ahogarás en mis lagrimas de desdicha, si te quedas.

Ojos De Un EscritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora