El vagón N° 10

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Despertó cuando su madre golpeo la puerta de su habitación, para avisarle que su tía Ana lo había llamado "ciento de veces"  porque necesitaba que viajará mañana. Somnoliento Mateo busco su teléfono y vio las  3 llamadas perdidas de la tía Ana y los  adorables 36 mensajes de su novia. Agotado, le marco a su tía para confirmar la información, porque sinceramente contra la voluntad de su amada tía poco y nada tenía que objetar- aunque no tuviera tiempo para ello- debía estar mañana  en el puerto.Los pasajes en tren ya habían sido reservados, una hora después de que terminarán sus clases. Volvió a recostarse  unos segundos después de prometer  6 veces que no perdería el tren. 

Recordó que tenía que  comenzar a estudiar  y terminar un trabajo "en grupo", en el que obviamente haría todo, porque todos su amigos tenían vidas muy agitadas y él no sabe decir que no. Así paso el tiempo,y los mensajes de su novia comenzaron a subir en número  y extensión, mientras él trataba de terminar todo y contestarle cariñosa mente  a las  3 de la madrugada.No sabemos cuando se quedo dormido, pero el despertador sonó sin darle tregua. Mateo, sobresaltado, confirmo tener terminado todo, corrió a prepararse y rápidamente guardo un poco de ropa junto con sus cuaderno. Salio de casa , y bajo corriendo las escaleras del metro.

Aún así llego a tiempo a la universidad y su prestación fue exitosa. Pero estamos hablando de Mateo,  así que una vez aliviado y exitoso, recordó que debía ver su teléfono,  ahí estaba el recordatorio "ANIVERSARIO" y la foto de él y su novia. Llamo a su novia, para agradecerle  por el año juntos, pero, al no haberle mencionado que se iría  termino empezando la tercera guerra mundial. Ahora, solo le quedan 45 minutos para que salga el tren,   desde la universidad son 40 minutos a la estación y su novia ya no contesta sus llamadas. Bajo y subió corrinedo las escaleras del metro y logró recoger su bolete a tiempo. 

En el anden  estaba el tren ya, su  vagón era el número 10, su asiento estaba junto a la venta. Sentado al fin, recobro el aliento, acomodo sus cosas  y saludo al caballero y  la señora con su bebe que estaban sentados frente a él. Cuidadosamente saco su diario, tratando de no hacer ruido o un movimiento brusco que pudiera  perturbar a la criatura. Dispuesto a comenzar a escribir, su paz se interrumpió por la llegada de una señora, y sus compras arribando al vagón. La que abrupta mente le paso sus bolsas para tomar asiento a su lado, y comenzó con una voz imponente a hablar, perturbando el ambiente. Le contó de todo, le pregunto de todo y él no tuvo tiempo de contestarle. Repentinamente su platico seso, la señora cayó dormida, comenzando a roncar. Él no tuvo tiempo para decirle que no. 

El tren comenzó a andar cuando la mujer tiro sus bolsos sobre él y  comenzó hablar  cual  perico de trivialidades y  hacerle un sinfín de pregunta, cuyas respuestas se atoraban en su boca, hasta que de repente dejo de hablar y se durmió sin más. Cuando el paisaje se volvió boscoso la sinfonía de ronquidos, altero al bebé y a todos los pasajero-en especial a Mateo- a solo  minutos después de la partida del tren. Y él no supo decir que no.  

Atónito por la falta de cortesía y abrumadora presencia de la mujer. Analizó la situación, con el peso y los bolsos de semejante espécimen que lo mantenía pegado  contra el cristal, se sintió  acorralado, interrogado sin ni siquiera tener la oportunidad  de pronunciar su nombre. Como semejante espécimen sin modales no solo se durmió sin más, sino que con sus ronquidos conmociono el ambiente. Y él no supo decirle que no, no pudo.

Estampado contra el cristal, con los sentimientos atorados en la garganta y la crisis existencial bailando en su cabeza, no pudo escribir la carta. Trato de ordenar sus pensamientos en un esquema que le permitiera trazar el mejor plan, y hacer a todos felices. Comenzó enumerando las problemáticas al son de los ronquidos.

 Primero el amor, eterno o momentáneo, el ultimo o no, el amor de ahora, demandante de tiempo en manos de la mujer que no entiende porque no sabe decir que no, la misma mujer que cree que jamás será prioridad y en su cabeza siempre es el problema –de buena manera- número uno. Sin logar llegar a conclusión por el llanto del bebe a causa de los estrepitosos ronquidos, intento pensar en el segundo problema, la universidad y todo lo que ella conlleva, los trabajos en grupos, las ayudantías y las reuniones sociales, a las que siempre es arrastrado sin piedad- porque no sabe decir que no- dos ronquidos seguidos desarman la pauta sonora. Cambiamos de problema, la familia, la expectativa, pasear al perro, comer sano, ejercitarse, tener un hobby -Llanto de bebé, ronquido, ronquido, ahogo, ronquido grabe- se distrae, respira, sigue tratando de solucionar su vida en un viaje en tren.

 Pausa, descifra: El verdadero problema es la falta de tiempo, y la encrucijada se escribe porque en realidad le gusta mucho estar ocupado. Hacer distintas cosas, o quizás no le gusta estar con una sola persona, o tal vez es parte de ser humano, somos seres sociales, o no comprende el amor, o está buscando el sentido de la existencia humana en sociedad, o esos MALDITOS RONQUIDOS NO LO DEJAN PENSAR. Porque no supo decirle que no, que habían más asientos que guardara silencio, que hay un bebé que necesita dormir, que su nombre es Mateo. No fue capaz de decir nada, por su "amable" y "políticamente correcta personalidad". 

Aquí sigue sin poder solucionar nada, cada vez que veía la luz al final del túnel la mujer variaba sus ronquidos, se ahoga y él bebe lloraba. La mujer que esta frente a él, madre del bebé y el caballero a su lado, lo empezaron a mirar con la misma desesperación que el sentía por esos rugidos espantosos. Lo miraban cómplices de sufrimiento rogando para que la despertara. El caballero le hacía señas, y Mateo como no sabe decir que no, intentaba entre su caos mental y los bolsos en su cara, mover la, nada resultaba, la tensión subía, y todos respiraron profundo y con solidaridad decidieron soportarlo.

Pero Mateo es Mateo, y su imaginación de despejo de todo caos, y se concentró en idear un plan para acabar con los ronquidos. Quizás moverse rápido dejar caer las maletas para que despertara, o ponerse a toser y competir con el estruendo que ella mantenía.Pero, si el bebé incluso lloraba,  el señor   y él la trataron de despertar,  qué podría hacer él. Los ronquidos eran peores. Trato de pensar en otra cosa pero su imaginación ya estaba en ello, quizá podría "accidentalmente meter algo en su boca, o tirar de su collar de perlas, o quizás derramar un poco de agua sobre ella. Sin embargo Mateo es "amable" y se resignó a soportar, y a descubrir el patrón sonoro de sus ronquidos y ahogos, imaginado la situación como un cortometraje grotesco, muy post-modernista. 


En este estados de resignación por parte de los pasajeros continuo el viaje hasta la siguiente parada, en el transcurso Mateo ya ambientado disfrutaba de la tortura de semejante espectáculo aunque sus dientes se enterraban entre tanto en su labios, todo sería más ameno si llevara consigo un par de audicuarles, pero un compañero se los pidió y Mateo es Mateo. Un poco antes de llegar a la estación los ronquidos cesaron bruscamente, pero la mujer no despertó. 

Las consecuencias de no saber decir no.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora