Cuando el frío silencio recorrió la espalda de Mateo, las miradas se clavaban en su nuca y el murmullo de los pasajeros avanzaba con fuerza. Mateo con la presión de las miradas intento hablar con la mujer, nada ocurría, nada más que la voz de Mateo se escuchaba en el vagón número 10.
Faltando unos minutos para llegar a la siguiente parada, los pasajeros al ver que los intentos de Mateo no rendían fruto comenzaron a caminar hacia el asiento de la mujer, la presión se volví mayor, lo empezaron interrogar¿quién era la mujer?¿cómo se llamaba?¿ es tú madre? ¿qué edad tiene? ¿sabes tomar el pulso? ¿le tomaste el pulso? Mateo intento tomar su pulso, con su mano tembloroso, logró encontrarlo. Los pasajeros al ver su disposición - o su cara de desesperación- comenzaron a intentar despertarla también .
Cuando el tren al fin se detuvo en la estación, mientras el personal llamaba a la ambulancia y Mateo sostenía la mano de la mujer. Esta soltó un suspiro fulminante, soltando la mano de Mateo para agarrarlo del cuello de su camisa clavando sus amarillentos ojos inyectados en sangre en él. La mujer soltaba alaridos cada vez más desgarradores, y Mateo firme intentaba sostenerla, hasta que algo pareció estancarse en su garganta. Mateo inmerso en la situación miro al hombre que estaba sentado frente a ellos, señalando la garganta de la mujer con sus ojos, El hombre atento y cómplice, se paró y apretó el estomaga de la mujer- la situación era horrible- el peso de la mujer se sentía en los brazos de mateo, su respiración y alaridos calientes rebotaban en su cara, hasta que el hombre logró destapar su garganta. Un perla amarillenta salió de la boca de la mujer, junto con silaba, sangre y vomito.
La perla, no era más que una pieza dental amarillenta ahora estampada en la camisa de Mateo, llena de fluidos al igual que su rostro. La tensión se disipo y el prolongado llanto del bebé al fin llego a los oídos colapsado de Mateo. La mujer rendida sobre Mateo, fue sacada por el personal de la ambulancia escoltados por los aplausos de los pasajeros. Mateo con el cuerpo pesado y el alma descompuesta le agradeció al hombre, se despidió de la mujer y el bebé. Salió del vagón, salpicado de vómito y sangre, junto con los demás pasajeros, que producto de la situación debían abordar el siguiente tren.
Camino con su mochila por el andén buscando un baño en el que cambiarse, absorto por la situación vivida, se sentó en el piso del baño y hecho a reír y llorar con el collar de perlas, que la mujer le había entregado como agradecimiento en la mano. Calmado, respirando profundamente, se sintió aliviado de que al menos la mujer por la que se vio obligado a vivir tal desastrosa situación sabía dar las gracias.
A los 15 minutos, arribo el siguiente tren, lo que significaba que llegaría al menos 15 minutos tarde a su destino. Busco un asiento al fondo del vagón y se durmió,pidiéndole antes, al personal del tren que lo despertará al llegar.
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Las consecuencias de no saber decir no.
Short StoryAlgunos lo llaman Karma, yo creo que es mi mala suerte manifestándose nuevamente en un repentino viaje en tren. Mateo 20 años ( la verdad, es que no sabe decir que no)