Capítulo 4

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Escucho voces y ruido, pero todo sigue a oscuras, trato de moverme.

<< Ayyyyy >>

Duele mucho.

—Emily. –Escucho su voz, es Emma.

Trato de abrir los ojos, pero se me hace difícil.

—Emily. –Vuelvo a escuchar su voz, pero está vez con mucha preocupación.

Trato nuevamente y logro abrirlos, pero los vuelvo a cerrar por la luz.

—¡Emily ¿estás bien?! –Me pregunta Emma con cierta alegría.

—La… Luz. –Le intento decir.

—¿Qué? –Me pregunta.

Levanto un poco el brazo y le señaló la luz.

—No me permite… Abrir los ojos. –Le respondo.

—Claro ya entiendo. –Me dice al alejarse para apagar las luces.

Siento cuando está de regreso, porque toma mi mano en la suya.

—Inténtalo ahora. –Me invita.

Lo hago y los puedo mantener abiertos, Emma no apago la luz por completo, solo la apago un poco.

—Muchas gracias. –Le agradezco.

—¿Cómo te siente? –Me pregunta con mucha preocupación.

—Con mucho dolor, sed ¿dónde estoy? –Le pregunto mirando en toda la habitación a medio oscura.

Emma se aleja para servirme un poco de agua y me la da a beber. Tomo un poco y siento un gran alivio en mi garganta, sentía que me quemaba. Emma vuelve a tomar asiento.

—Estás en un hospital Emily. –Me responde Emma.

¿Hospital?... Imágenes de anoche llenan mi mente, es cierto me sentía mal, luego llegue a casa, después me llamo Emma y lo demás es oscuridad.

—¿Es grave lo que tengo? –Le pregunto con cierto miedo.
—Neumonía –mis ojos se agranda de sorpresa y ella se apresura en explicarme–. Pero no es tan grave.

—¿Cómo que no es tan grave? –Le pregunto.

—Porque es neumonía en etapa uno ¿Cómo no notaste los síntomas? –Me pregunta.

Recuerdo los pequeños malestares de gripe y tos que me dieron la semana pasada. Pero no pensé que fuera el comienzo de una neumonía.

—Porque no me sentía mal –ella me mira con gesto confundido–. La semana pasada tenía un poco de gripe y tos, pero fue todo. –Le aseguro.

La puerta de la habitación se abre y una enfermera entra.
—Veo que ya despertó ¿cómo se siente? –Pregunta la enfermera.

—Con mucho… Dolor en todo el cuerpo. –Le respondo sintiendo el dolor en mi costilla.

—Bueno el dolor se debe a la neumonía y al golpe que se dio al caer al suelo.

Cierto, justo cuando le iba a decir a Emma que me ayudara me desmaye.

—¿Y cuándo creé que le puedan dar el alta? –Le pregunta Emma.

—Desde hoy, si algún familiar se queda con ella y siga al pie de la letra el tratamiento.

Oh, oh, oh… Se me hará complicado pero lo puedo lograr.

—Eso téngalo por seguro, ella seguirá el tratamiento. –Le asegura Emma.

La miro asombrada que está planeando.

—Bueno enseguida le daré los récipes para que se puedan ir. –Nos dice la enfermera al retirarse.

La miro pidiendo una explicación, pero sólo me mira sin decirme nada.

—¿Qué fue eso? –Le pregunto.

—Lo que escuchaste, te quedaras conmigo y no se hable más. –Me responde con absoluta determinación.

—Te lo agradezco, pero me las puedo arreglar sola. –Miento.

Emma se levanta de su silla al inclinarse colocando sus manos a cada lado de mi cabeza, encima de la almohada. Sin dejarme opción a nada y sólo mirarla a ella.

—Te vendrás conmigo y seguirás el tratamiento desde mi apartamento –Se acerca más y trato de respirar despacio por el dolor en la costilla–. Porque jamás me perdonaría que algo te ocurriera Emily. –Me confiesa con cierto temor.

Es una locura, pero si voy a aceptar pondré mis condiciones.

—Está bien, pero si llego a ver algún indicio de que intentas algo, me iré a mi apartamento. ¿Te ha quedado claro? –Le pregunto.

Emma sonríe con cierto brillo en sus ojos.

—Aunque te juro que tenerte en mi apartamento es una tentación –trago en seco al escucharla–. No pienso tocarte y menos en está condición. –Me responde terminando esta disputa…

¿Por Qué Tú? Perdición & DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora