Desperté al día siguiente con gritos de mi padre.
-¡April, despierta!-gritó desde alguna parte de la casa.
Mi hermano entró a mi habitación y corrió las cortinas. Los rayos del sol me impidieron seguir durmiendo.
-Fuera de mi habitación.-grité levantándome.
-Han sido órdenes de papá.
Salió corriendo de mi habitación y cerró la puerta dando un portazo.
-Idiota.-murmuré.
Anoche me dormí pensando en el chico del bar. Solo me parecía mono, el amor no es lo mío,
Me dí una ducha rápida, me hice una coleta y me vestí. Lleva unos pitillos negros, un jersey color vino y mis converse negras. Bajé corriendo las escaleras y me encontré a mi padre cocinando. Nunca se le dio bien cocinar y se notaba en el desastre en la cocina.
-Papá ¿te ayudo?
-No, tú solo come.
Me senté en la pequeña mesa de madera y mi padre me colocó delante un plato con tortitas deformes.
-No creo que esto sea comestible.
Miré a Jake y este hizo una mueca de asco. Papá dejó la espátula en la encimera y se giró. Suspiró y rió.
-Hace años que mamá bueno, murió y todo estos años hemos desayunado en cafeterías. Nunca me interese por aprender a cocinar, creí que nunca importaria.
Hubo un silencio incómodo hasta que Jake habló.
-A mi siempre me gustó comer en las cafeterías, las camareras eran muy guapas y simpáticas.
Todos reímos. Me levanté y le di en la cabeza a Jake. Gruñó y puso los ojos en blanco.
-Déjame pesada.
-Te quiero.
-Yo no.
-Sí que lo haces
-Cállate.
-Vale ya.-nos paró papá.-Coged dinero y comed en la cafetería que está cerca del colegio.
-Jake irá solo, no tengo mucha hambre.
-Más para mi.-cogió dinero en la cartera de papá.-Vámonos.
Me levanté y le dí un beso en la mejilla a mi padre. Cogí mi bolso y salí de casa junto a Jake.
-April, ese jersey te queda grande, deberías comprarte ropa de tu talla.
-Cállate mocoso, no me gusta que los jerseys me queden justos y lo sabes.
-Tonterías.
Le acompañé hasta la cafetería y entré con él.
-¿Sabes como llegar?
Asintió y se sentó en la barra.
-Adiós.-me despedí.
Llegué a la puerta del instituto en el cual habían pocos alumnos pero esos pocos ya me observaban. Ignoré las miradas aunque la verdad no me importaban mucho. Una chica bajita delgadas y rubia se me acercó.
-Soy Meredith pero llámame Mery.-sonrió.
Por su vestimenta no era para nada una niña de papá. Llevaba unos vaqueros azul marino, una sudadera negra y unas converse del mismo color. Me caía bien.
-Soy April.-sonreí.
-Como eres nueva y sé que te perderás en este maldito instituto, te ayudaré.
Asentí y ella tiró de mi brazo para enseñarme donde era cada clase. Sonó el timbre y las dos fuimos a nuestras respectivas clases. Quedamos en que en el recreo volveríamos a vernos.
Entré a clase, habían pocos alumnos pero como no, los pocos que estaban me observaban.
Me senté al fondo, así evitaría sentirme observada todo el rato. Dejé mi bolso encima de la mesa y saqué una libreta. Entraron los alumnos que quedaban. Luego la profesora. Hicieron que me presentara y digamos que no lo hice con muchas ganas.
Pasé el recreo junto a Mery y me presentó a sus amigos. Muy simpáticos todos.
A la salida, saqué mis ipod y los cascos pero hacer mas llevadero lo de esperar a que Jake saliera. Un chico me llamó atención. Estaba de espaldas a mí pero su chaqueta de cuero delataba quien era. Andrew. En ese momento se dio la vuelta y me miró, como si me hubiera leído la mente.
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Este no es mi lugar.
Teen FictionApril Moore ha pasado toda su vida viajando por los pequeños pueblos de Estados Unidos, junto a su padre y su hermano pequeño. Ahora tiene diecisiete años y ya ha estado en más de quince institutos diferentes. Su padre encuentra un trabajo fijo en N...