Me encontraba frente a la ventana de mi habitación, observaba con cautela tu silueta, la cual aparecía hasta en mis sueños desde que éramos tan solo unos niños.
Desde aquí te veía tan feliz, la misma sonrisa que tenías en la foto junto a mi que tengo en mis manos.
Cerré los ojos, aún recuerdo perfectamente aquel día, era mi cumpleaños número 16, estábamos los dos acurrucados bajo un árbol en el jardín al otro lado de la calle, mientras la lluvia pasaba, estábamos tan cerca uno del otro, que mis nervios comenzaron a expandirse, llevaba días fantaseando con este momento, lo único que veía eran tus perfectos ojos café, tú veías los míos, se sentía como si nada más existiera, y de repente, sin más, tus labios tocaron los míos, fue fugaz, pero pude sentirlos perfectamente aterciopelados, era mi primer beso, luego saliste corriendo y riendo, yo me quedé allí un minuto, estupefacta y emocionada a la vez, sonreí y salí corriendo detrás de ti, sin embargo, perdida en mi felicidad no me dio tiempo de fijarme en la camioneta que se acercaba velozmente hacia mí, después de allí todo fue oscuridad.
Abrí mis ojos, no quería recordar el resto de ese día.
Ahora desde mi ventana podía apreciarte muy bien con tu smoking negro, camisa blanca, corbata negra y una rosa roja que adornaba tu bolsillo de forma sutil pero elegante, justo como te había imaginado vestido tantas veces para aquel día tan especial anhelado por mí, nuestra boda. Más allá de ti, podía ver todos los preparativos para celebrar la unión, el cura estaba llegando, estaban colocando la alfombra rosada en dirección hacia el altar, las sillas ya estaban decoradas, las flores que adornaban cada rincón lucían perfectas, había pétalos de rosas regados en el suelo, mi mamá estaba caminando de un lado a otro verificando que todo estuviese en su lugar y al final, olvidado por todos y olvidado por ti estaba situado nuestro viejo árbol, el cual se convertiría en otro testigo dolido de esta fecha nupcial.
Se me hizo un nudo en la garganta, todo era perfecto, o al menos como alguna vez soñé que me pasaría a tu lado.
Me miré en el espejo, llevar vestido largo era lo más indicado para esta ocasión pero en silla de ruedas me resultaba incómodo, por eso rechacé el vestido que mi hermana había escogido para mi, elegí uno por mi cuenta, uno sencillo, de todos modos realmente no importaba.
Volví a cerrar los ojos, y regresé al pasado, habían transcurrido tan solo dos meses de mi accidente, dos meses desde que recibí la que creía la peor noticia de toda mi vida, dos meses en silla de ruedas, dos meses siendo parapléjica, y la primera vez que salía de mi casa desde que llegué del hospital. Yacía en el jardín bajo el árbol, esperándote, estaba muy ansiosa pues también era la primera vez que te vería desde aquel día, no te puedo negar que me sentía fatal también, no había querido hablarte, ignoré tus llamadas, mucho menos iba a dejar que me vieras así, me daba vergüenza estar en silla de ruedas frente a ti y que pensaras lo peor de mi, sin embargo te extrañaba y sabía que me apoyarías, a tu lado poco a poco todo volvería a la normalidad así que ese día te envié aquel mensaje diciéndote que nos encontráramos en nuestro lugar, esperé por ti toda la tarde, sólo que nunca llegaste.
Una semana después mi hermana me contó que el vecino y ella eran algo más que amigos, y me había preguntado que cuándo daría mi primer beso, que ya tenía edad suficiente para hacerlo.
Sentí que las lágrimas iban a brotar en cualquier momento, así que abrí mis ojos e hice mi mayor esfuerzo para detenerlas abruptamente, no me iba a permitir llorar, hoy no.
Miré de nuevo la fotografía y mi corazón volvió a doler, la guardé en mi gaveta, debajo de todos aquellos libros.
Practiqué una sonrisa, me coloqué la diadema y ya estaba lista para ser la dama de honor de tu boda junto a mi hermana.