Eran las 2:56am y ya llevaba una hora despierta, acostada en mi cama, sola en la oscuridad.
No podía dormir y no entendía el por qué.
Cuando desperté solo me encontraba en un silencio sigiloso, pero ahora podía escuchar todos los ruidos que provenían desde adentro y fuera de mi habitación, primero empecé a escuchar gotas cayendo y reventando contra el hierro de mi ventana, no conocía su procedencia, luego empecé a escuchar voces y risas de personas reunidas en algún lugar que festejaban una ocasión, también escuchaba varios carros pasar por la calle, todos con diferentes tipos de música, era la madrugada del sábado, así que seguro regresaban de alguna fiesta, incluso podía escuchar perfectamente el sonido que hacía la lengua de mi perro mientras lamía sus patas.
Realmente tenía sueño, pues sentía los párpados pesados, entonces ¿Por qué no terminaba de dormirme?
Las gotas seguían cayendo, lo hacían de una forma rítmica, y aquello solo hacía que aumentara mi ansiedad.
El perro de mi vecino comenzó a ladrar y se me hizo raro, nunca lo había escuchado durante la noche, mi perro se dirigió a la sala de estar y se le unió al coro de ladridos, entonces en ese momento mi pulso se aceleró, al igual que mi respiración, sentía y sabía que algo no estaba bien.
Otro carro pasó por la calle, aunque éste no tenía música, producía un ruido extraño, como si un caucho estuviese espichado, siguió rodando unos cuantos metros y de repente se detuvo allí, no apagaron las luces y nadie se bajo de él, simplemente permaneció en el medio de la calle.
Decidí prender la lámpara situada a mi lado para tratar de calmarme y cuando lo hice me llevé la sorpresa de que no encendió, respiré profundo y me levanté de mi cama, pulsé el breker de la luz de la habitación y tampoco prendió. La habían cortado.
Me repetí mentalmente que estaba siendo paranoíca y me dirigí a la cocina para tomar un vaso de agua y aliviar el dolor que me producía la garganta seca, también busqué una vela y encendí la mecha, mi perro había dejado de ladrar hace unos minutos y en lugar de eso chillaba.
Cuando me disponía a volver a mi habitación el teléfono de la casa comenzó a sonar, asustándome de una manera inesperada, ¿Quién podría llamar a ésta hora? me acerqué lentamente y cuando atendí lo único que se escuchaba eran ruidos extraños, como insectos retorciéndose dentro del teléfono, seguido de una respiración y al final, nada, la llamada había finalizado.
Cerré mis ojos, tomé una bocanada de aíre y me volví a repetir que todo estaba en mi mente.
Las gotas seguían cayendo, podía escucharlas en toda mi casa, tomé la vela y cuando atravesé la puerta de mi habitación, mi cuerpo se congeló al ver la escena en frente de mí.
Ahora las gotas habían cesado, mi perro no se encontraba por ningún lugar y ya no se escuchaba ninguna especie de ruido, solo estaba presente un silencio ensordecedor que aturdía mis tímpanos.
Una silueta estaba recostada en mi cama, y un escalofrío de miedo me invadió, mi cuerpo estaba acostado allí, ¿Cómo era posible? tenía los ojos abiertos, pero sin vida, mirándome, pues estaban fijos hacia donde yo me encontraba parada, un charco de sangre me acompañaba en la cama, a mi lado, había otra persona, una mujer que jamás había visto estaba sentada en la cama, con sus manos manchadas de sangre acariciaba mi cabello mientras me cantaba una canción de cuna, mostrando una sonrisa torcida, pero poco después sintió mi presencia, dejó de cantar y me miró, se levantó de la cama y caminó hacia mi, yo no podía moverme, lo intenté, pero estaba pegada al suelo, ella me dio un beso en la frente y me susurró "Dulces sueños", luego todo mi mundo dejó de existir.