Capitulo 2

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La hechicera le dijo entonces deponiendo su enojo:

-Si es así como dices, coge cuanto ruiponche quieras, pero con una condición: tienes que entregarme el hijo que dé a luz tu mujer. Nada le faltará, y le cuidaré como si fuera su madre.

El marido se comprometió con pena, y en cuanto dio a luz su hijo le presentó a la hechicera, que puso a la niña el nombre de Eren y se la llevó.

Eren era la criatura más hermosa que ha habido bajo el sol. Cuando cumplió doce años la encerró en una torre que había en un bosque, la cual no tenía escalera ni puerta, sino únicamente una ventana muy pequeña y alta.

Cuando la hechicera quería entrar se ponía debajo de ella y decía: Eren, Eren, echa tus cabellos subiré por ellos.

Pues Eren tenía unos cabellos muy largos y hermosos y tan finos como el oro hilado. Apenas oía la voz de la hechicera, desataba su trenza, la dejaba caer desde lo alto de su ventana, que se hallaba a más de veinte metros del suelo y la hechicera subía entonces por ellos.

Trascurridos un par de años, pasó por aquel bosque el hijo del rey Levi Ackerman y se acercó a la torre en la cual oyó un cántico tan dulce y suave que se detuvo a escuchándole.

Era Eren que pasaba el tiempo en su soledad entreteniéndose en repetir con su dulce voz las más agradables canciones.

El hijo del rey queria entrar, y buscó la puerta de la torre, pero no pudo encontrarla. Marchose a su casa, pero el cántico había penetrado de tal manera en su corazón, que iba todos los días al bosque a escucharle.

Estaba un día bajo un árbol, vio que llegaba una hechicera, y la oyó decir: Eren, Eren, echa tus cabellos subiré por ellos.

Eren dejó entonces caer su cabellera y la hechicera subió por ella.

-Si es esa la escalera por donde se sube-dijo el príncipe.

Y al día siguiente, cuando empezaba a anochecer se acercó a la torre y dijo: Eren, Eren, echa tus cabellos subiré por ellos.

Enseguida cayeron los cabellos y subió el hijo del rey. Al principio se asustó Eren cuando vio entrar un hombre, pues sus ojos no habían visto todavía ninguno, pero el hijo del rey comenzó a hablarle con la mayor amabilidad, y la refirió que su cántico había conmovido de tal manera su corazón, que desde entonces no había podido descansar un solo instante y se había propuesto verla y hablarle.

Desapareció el miedo de Eren  y cuando le preguntó si quería casarse con él, y vio que era joven y bien bueno, pensó entre sí o no:

-Le querré mucho más que a la vieja hechicera.

Le dijo que sí, y estrechó su mano con la suya, añadiendo:

-De buena gana me marcharía contigo, pero ignoro cómo he de bajar; siempre que vengas tráeme cordones de seda con los cuales iré haciendo una escalera, y cuando sea suficientemente larga, bajaré, y me llevarás en tu caballo.

Convinieron en que iría todas las noches, pues la hechicera iba por el día, la cual no notó nada hasta que le preguntó Eren una vez:

-Dime, abuelita ¿cómo es que tardas tanto tiempo en subir, mientras el hijo del rey llega en un momento a mi lado?

Enredados RirenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora