3. And leaves on the trees

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Podrían haber pasado días, semanas, meses... No les habría importado, no se habrían enterado. Demasiado ensimismados el uno en el otro, su tiempo marchaba a un ritmo distinto mientras paseaban por aquel parque contándose anécdotas aleatorias, conociéndose.

Que mejor lugar que aquel, un marco de naturaleza casi irreal, incomparable, árboles, césped, flores todos semejaban tener el color apropiado para la estación, tonos pardos como los gatos que lo poblaban, todo sereno y perfecto bañado por la suave tranquilidad de la noche. Irreal.

Podría haber sido el más asqueroso vertedero o la más fea de las avenidas principales de la ciudad, al fin y al cabo solamente era el fondo, nada iba a cambiar su historia, esos gatos podrían haber sido ratas inmundas, los crujidos de las ramas bajo las ligeras patas de las ardillas podrían haber sido los ruidos de las cucarachas saliendo de entre la basura. Pero no lo eran, todo el maldito universo se empeñó en hacer de aquella primera cita algo absurdamente precioso, fondo incluído.

- Y entonces me di cuenta de que todavía estaba en pijama...- Terminaba de relatar el más bajo antes de que los dos volviesen a reir. Anécdotas de la infancia, última parada. Habían llegado a la salida del parque, muy cerca de la entrada del campus.

- Bueno, al menos llevabas pijama, yo tardé más de lo que me gustaría reconocer en darme cuenta de que cuando te hacen pruebas en el hospital te ponen solo esa especie de camisón...- dijo Dallon antes de ser interrumido por el contrario quién extendió el brazo cortándole el paso.

- Mira eso, ahí arriba.- ordenó señalando con el otro brazo a un árbol bastante robusto que se alzaba a unos metros de ellos.

- ¿Cómo habrá llegado eso ahí?- preguntó, más para si mismo, aunque en voz alta.

Era una rosa, perfectamente roja e impoluta, semejaba estar fresca, recién cojida, claro que eso era imposible, allí sólo estaban ellos dos, y ninguno se había ausentado a cortar una rosa y dejarla en aquella rama, es más, no había ningún rosal en aquel parque, las floristerías estaban cerradas y a juzgar por la baja temperatura del ambiente, no era demasiado normal que siguiese así de bonita y con esos colores tan cálidos. Desde luego destacaba en el paisaje, podría decirse que incluso desprendía calor en una noche fría, como lo estaba siendo aquella.

- No tengo ni idea, es... Es preciosa.- respondió el menor, aún maravillado con la escena.

- Desde luego, parece de mentira, como si estuviésemos viendo un cuadro o algo así.- añadió el más alto sin apartar la vista de dicha flor.

Hubo un momento de silencio, ambos contemplando absortos aquel capricho de la naturaleza, en silencio, uno al lado del otro. Sus manos reclamaban contacto, las dos, se movían con sumo cuidado buscando la contaría, se rozaron los pulgares, anulares, corazones, corazones acelerados, nerviosos e ilusionados.

Sonó un teléfono móvil, se separaron de golpe, un sonido brusco y repentino, inesperado, lógicamente se sobresaltaron. Colorados por algo parecido a la vergüenza pero sonrientes por lo estúpido de la situación.

- Pe... Perdón, creía haberlo puesto en silencio...- se excusó el azabache sacando estúpido inoportuno aparato del bolsillo.

- No te preocupes, contesta si quieres, esperaré.-

- Qué raro, es Pete... ¿Estarán bien?- dudó un momento antes de descolgar. Dallon sólo lo observó en silencio, esperando noticias sobre la cita de su amigo, esperaba que no hubiese ocurrido nada malo.

- ¿Pete?-

-Brendon te necesito, las llaves de la habitación, ahora.-

- Maldita sea ¿Pero cuantos puñeteros juegos de llaves más piensas perder?-

Heartbreak Or Death {Brallon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora