Salió de su despacho y miró a su alrededor para percatarse de que nadie lo veía. Se sentía como un tonto adolescente de 15 años… escondiéndose para no ser descubierto por sus padres. Volvió a observar por el pasillo. Soltó un suspiro. Al parecer todos estaban ocupados y él podría ir a verla sin ser interrumpido.
Desde que había llegado quiso estar a solas con ella. Pero si no era una cosa, era otra. Y jamás lo lograba. Tenía ganas de ver aquellos ojos verdosos que amaba en secreto desde hacía tanto tiempo.
Sin dudarlo entró a la cocina, haciendo un poco de ruido.
Ella se sobresaltó y se giró a verlo con el corazón en la boca. Se sintió algo aliviada al saber que era él. Aunque de repente se sintió nerviosa. No quería estar a solas con John Brooks. Carraspeó su garganta y volvió a mirar de nuevo al agua que comenzaba a hervir. John se acercó un poco.
— ¿Qué estás cocinando? —le preguntó y respiró profundamente para encontrarse con el inconfundible aroma al romero.
—Pastas —contestó ella simplemente.
—Mmm… mis favoritas.
Ella lo miró de reojo y su corazón dio un vuelco. ¿Por qué… por qué le seguía pasando aquello? Era como que no podía superarlo. Lo había amado siendo una niña y lo seguía amando siendo una adulta. Ellos dos se conocían desde que su padre había sido contratado para ser peón de aquellas tierras. John tenía 15 años y ella 13… se habían amado tanto. Pero luego él se fue. Y después de unos años volvió casado. Ella también había hecho su vida. A veces se reprochaba por no haberse jugado por su verdadero amor.
—Lo sé —le dijo luego de unos segundos.
John se quedó quieto, observándola. Quería decirle algo, pero no sabía qué. Tenía aquella estúpida sensación en el pecho. Se preguntaba a sí mismo, qué era lo que le impedía confesarle que la seguía amando. Su esposa había muerto cuando Valery apenas era un bebé. Y Anne se había separado del padre de Harry hacía muchos años.
—Anne…
— ¿Qué? —preguntó ella.
— ¿Crees que aún estamos a tiempo?
Ella se giró a verlo como si hubiese dicho algo sumamente malo. Sus ojos estaban bien abiertos y había dejado caer el repasador sobre la mesada.
— ¿Qué? —murmuró.
— ¿No lo crees?
—Yo…
Él dio un paso hacia ella. Se limitó a observarla fijamente.
—Voy a quedarme a vivir aquí —los ojos de ella se abrieron aun más —Y creo que voy a necesitar una… buena mujer para que me acompañe en la habitación grande.
Sus mejillas se tiñeron de un rojo casi intenso.
—John —chilló avergonzada. Él rió por lo bajo.
—Cásate conmigo, Anne —ella sintió que iba a desmayarse —Fui un cobarde hace 30 años atrás… por no pelear por ti.
—Éramos jovenes, John —musitó ella y dejó de mirarlo.
No podía mirarlo. Le dolía hacerlo. Le dolía recordar la manera en la que ella lo había esperado tontamente… y luego lo había visto llegar de la mano con una hermosa joven de cuidad.
—Era un idiota —murmuró él —Y lamento haberte hecho sufrir. Lamento… lamento todo lo que pasó.
—Ya no más —le pidió ella y se aguantó las ganas de llorar. Ya no era una niña, no iba a llorar delante de su dolor. Se armó de valor para mirarlo —La cena ya está lista, señor. Voy a avisarles a los muchachos…
Salió de allí dejándolo con el corazón acelerado. John suspiró. Le iba a costar mucho trabajo hacerle entender a esa mujer que aun la amaba… más que a nada en ese mundo.
Valery bajaba las escaleras con Matt al lado. Este le hablaba de algo sobre moda, pero ella no lograba prestarle demasiada atención. Desde que había vuelto de las caballerizas, le había costado horrores concentrarse. Aun le temblaban las piernas. No podía entender como aquel hombre podía ser Harry…
— ¿Por qué no me estás escuchando, Sweetness? —le dijo él mientras chasqueaba los dedos delante de su rostro. Valery sacudió la cabeza.
— ¿Qué? —le preguntó. Matty frunció el ceño.
—Estás más bolida de lo normal… dime, ¿Qué te sucede? —quiso saber.
Valery se tensó. Era increíble que alguien la conociera tanto. Matt podía darse cuenta de sus estados de ánimos en un abrir y cerrar de ojos. Eso a veces la aterraba.
—No me pasa nada, Matty —dijo tratando de sonar muy convincente. Matt la miró entrecerrando los ojos, pero no le dijo nada.
Llegaron hasta la sala principal. Anne había subido a avisarles que la cena estaba lista y que ya podían ir a sentarse. Valery la había notado algo rara. Pero lo dejó pasar.
Matty observó encantado aquel lugar. Amaba como estaba decorado y sin duda Anne tenía una excelente mano para aquellas cosas. Se sentaron un al lado del otro.
Valery observó bien la mesa. Había tres platos más aparte de los de ellos dos. Se preguntó quienes irían a cenar con ellos además de John.
Una de las puertas se abrió y John entró por allí. Les sonrió a ambos y luego se sentó en la cabecera.
— ¿Ya se acomodaron? —les preguntó.
—Si, Johnie —dijo Matt —Me gusta mucho mi cuarto… es bastante amplio y tiene una maravillosa vista desde el balcón.
—Me alegro, Matt —dijo contento.
—Papi —lo llamó ella. John estiró su mano y acarició su mejilla.
— ¿Qué, cariño? —inquirió.
— ¿Quiénes van a cenar con nosotros? —le preguntó.
—Anne y Harry —contestó él.
Y después de eso la puerta de la cocina se volvió a abrir y a Valery casi se le sale el corazón del cuerpo. Allí entraba él, ayudando a su madre con un par de bandejas. Tenía el cabello algo húmedo, dejando todos sus rulos perfectamente armados y alborotados. Llevaba puesta una camisa color celeste y unos vaqueros de jean. Por poco y se le hizo imposible respirar.
Harry levantó un poco la vista y se encontró con la de ella. Intentó sonreír pero nada salió de él. Todavía no entendía por qué… por qué no podía reaccionar ante ella. Pero entonces su mirada se posó en el hombre que estaba sentado al lado de ella. Sintió una pequeña presión en la boca del estomago.
—Apoya eso ahí, Harry —le dijo su madre, sacándolo de sus pensamientos.
Con cuidado puso la bandeja en medio de la mesa. John se puso de pie y les indicó que se sentaran. Para su dicha y no tanta dicha Harry quedó justo frente a ella.
—Bueno… déjenme presentarlos —dijo John —Matt, él es Harry Styles… mi mejor hombre en estas tierras.
— ¿Qué tal, guapetón? —dijo el rubio. Valery se giró a verlo rápidamente.
—Matty —le dijo apretando los dientes.
— ¿Qué? —inquirió él. Harry lo miró extrañado. John rió por lo bajo. Aquello sí que iba a ser divertido.
—Harry, él es Matty, el mejor amigo de Valery .
Y el volvió la vista a Valery. No estaba seguro de aquello. Podría ser que él fuera su pareja y ellos no quisieran decirlo. Pero a decir verdad aquel hombre era demasiado raro. ¿Guapetón? Nadie jamás lo había llamado así.
Ella percibió algo en su mirada, no estaba segura de qué, pero quería averiguarlo.
—Bien… ¿vamos a cenar? —dijo Anne.
—Por favor —pidió John sonriéndole tiernamente —Muero de hambre.
Anne comenzó a servir. Pero Valery y Harry no podían dejar de mirarse. Era como si estuvieran completamente atrapados el uno en el otro. Había tantas cosas para decirse, pero no encontraban la manera de enfrentarse.
Harry quería ponerse de pie y llenarla de preguntas. Quería saber por qué se había olvidado de todo aquello. De él, del campo, de White…Valery quería ponerse de pie y pedirle perdón. Pedirle perdón por haberse olvidado de todo eso que ella había amado tanto. De él, del campo… de su caballo blanco.
—Oye darling, ¿Por qué no deja de mirarte así? —le murmuró Matt acercándose un poco a su oído.
—Cállate —le dijo ella sin dejar de mirar a Harry.
Ya sabía ella que tendría que sentarse a hablar largamente con aquel hombre. Pero lo que no sabía era que tal vez iba a volver a enamorarse en el intento.-Alina