Pandora. El fin de la leyenda

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En mitad del Amazonas iban andando los soldados de Napoleón con él encabezando el grupo.
Gustave y Arnaud estaban maniatados.
- Bien Napoleón, a donde estamos iendo.
- Ahora lo veras con tus propios ojos.
Gustave interrumpe y le habla a Arnaud.
- En maldita hora decidí construir esa torre. Todo esto es tu culpa Arnaud.
- Oh, lo siento Gustave. Siento haber querido hacer historia encontrando uno de los mayores misterios de todos los tiempos.
- ¿Alguien te pidió que la encontraras? Si la caja ha estado oculta hasta ahora por algo seria.
- Yo solo quería encontrarla, no sabia que Napoleón estaba tras ella.
En ese momento Napoleón se detiene.
- Quietos, creo que hemos llegado.
- Llegar a donde.
- Vosotros, abrid la tumba o lo que sea eso (Señalando una tumba).
- ¿Una tumba? Desde cuando hay tumbas en el Amazonas.
- Tranquilos, no vamos a desenterrar muertos, esto es mejor.
Los soldados empujaban a Gustave y Arnaud. Al llegar donde estaba esa especie de tumba, los soldados la abrieron.
- Estupendo. Paso yo primero.
Al acercarse a la tumba, había unas pequeñas escaleras que bajaban hacia abajo.
Napoleón bajó primero y los demás fueron bajando poco a poco.
Allí Napoleón agarró una antorcha que aún mantenía fuego, un fuego de llama azul.
- Fuego griego, resistente e imposible de desgastar. Seguidme.
Un poco más abajo, Napoleón encendió con ese fuego un poste, el cual reflejaba un haz de luz por toda la sala, rebotando y haciendo que poco a poco la sala se iluminara.
- Esto... no puede ser.
- Imposible.
La sala estaba repleta de soldados de oro armados, con una fuente en medio de la que salía agua cristalina que acababa en un gran charco acumulado en rocas.
- Estos deben de ser los soldados del rey Midas.
- Y aquella la fuente de la vida eterna.
- Bien, aseguraos de que no se muevan. La vida eterna me aguarda.
- Aunque tengas la vida eterna no podrás conseguir la caja.
- En verdad Gustave, la caja está aquí.
- Cómo que esta aquí. ¿Que quieres decir Arnaud?
- ¿Te acuerdas de la luna de sangre?
- Sí.
- Bien, pues esa luna se activa solo cuando alguien se acerca a la posición de la caja. Es como un perro guardián hecho por los dioses.
- Osea que estábamos equivocados con su posición desde el principio.
- Y con la caja. Ya que más que una caja son dos vasijas. Una que contiene el mal y otra la cual contiene el bien del mundo. Ambas creadas por Hefesto a encargo de Zeus.
- Y todo esta relacionado.
- Por desgracia si.
Napoleón se acerca a la fuente, donde hay un esqueleto tumbado sujetando una de las vasijas.
Cogió la vasija y apartó al hombre, tirandolo al suelo.
- Ahora podréis contemplar el verdadero poder de Pandora.
Con la vasija en la mano, Napoleón cogió el agua de la fuente y se dispuso a beber.
- ¡Nooo!
Napoleón bebió el agua de la fuente y tiró la vasija al suelo. Tras ello sacó su pistola y disparó a la otra vasija, destrozandola.
Saca la piedra filosofal y:
- Con el poder de Pandora y de todos los dioses, yo despierto al ejército de Midas. Soldados... ¡Volved al mundo de los mortales!
Los soldados, poco a poco fueron despertando y alzando sus armas.
- Arnaud.
- Lo sé Gustave. Tenemos un gran problema.

GRACIAS POR VER EL CAPÍTULO. DENTRO DE POCO SUBIRÉ EL ÚLTIMO CAPÍTULO DE "EIFFEL: LA CONSPIRACIÓN DE LA TORRE".

Eiffel. La conspiracion de la torreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora