Luna de sangre

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Edward, Arnaud y Gustave seguían huyendo del ejército de Napoleón por el océano, pero no podrían huir por mucho tiempo.
- Genial, no me quedan balas.
- Yo solo tengo tres.
- Bien, tenemos algún otro plan para sobrevivir?
- Creo que ya solo nos queda rezar o esperar a que se rindan.
- Lo segundo creo que será complicado.
Mientras hablaban, el cielo empezó a cubrirse de un color rojizo, y la luna crecía poco a poco hasta adoptar el color de la sangre.
Napoleón lo observaba perplejo, pero parecía poco sorprendido.
- Luna de sangre, estamos cerca.
En la barca, Arnaud la observaba y ponía cara de preocupación.
- Arnaud, ocurre algo?
- Luna de sangre.
- Que significa.
- "Cuando el peligro atraviese la seguridad de la caja, el infierno cubrirá el cielo y la luna emanará la sangre de aquellos hombres que murieron a manos de Pandora".
De fondo se oye un rugido y Arnaud gira la cabeza.
- "Sí el cancerbero no protege el infierno...."
- "El infierno se defenderá por si mismo".
- ¿Conocías esa frase de la leyenda Gustave?
- Mi padre me la decía a menudo cuando tenía problemas en el colegio.
- Y bien Arnaud, que quiere decir eso. Nos va a atacar el perro del infierno?
- No, lo que viene es peor. Agarraos a lo que podáis.
Detrás de ellos las barcas empezaban a romperse y a hundirse. Los soldados gritaban y la sangre corría por el agua.
- ¡Disparad a lo que sea eso!
- Señor, hay que huir. Podemos morir.
Napoleón saco un cuchillo y se lo clavo al soldado. Se acercó a su oído y le susurró:
- Nada me impedirá obtener el poder soldado.
Saco el cuchillo y lo tiro al agua.
- Sí no queréis acabar como el, disparad a la bestia.
Las balas de cañón y la de los mosquetes atravesaban el agua, pero no hacían nada.
Una de las barcas, impulsada por la bestia, fue disparada por el aire, y el barco de Napoleón fue dañado y se empezaba a hundir.
- ¡Maniobrad, esto se hunde!
La bestia se acercaba a la barca de Gustave.
- Creo que esta aquí.
- ¡Agarraos!
Una grieta atravesaba la barca y de un golpe se rompió en 2 partes, llevando a Gustave y Arnaud por un lado y a Edward por otro.
- ¡Edward!
- ¡Arnaud, tenemos que atraer a esa bestia!
- ¡Y como planeas hacer eso!
Gustave salto al agua.
- ¡Gustave! Porqué lo habrá hecho.
La bestia salio a la superficie y Gustave estaba montado en ella. Se acercó donde Edward.
- ¡Edward sube!
- ¡Gustave, casi mueres!
- ¡Dadas las circunstancias ya nada importa! ¡Sube, coge mi mano!
Edward agarro la mano de Gustave y se subieron a la bestia.
- ¡A la de tres corremos donde Arnaud! ¡¿Preparado?!
¡Una, dos y.... tres!
Los 2 corrieron por el lomo de la bestia y al llegar fueron a saltar, pero la barca salio disparada y ambos se quedaron agarrados al borde. Gustave subió del todo y Edward seguía en el borde. Cuando se iba a soltar, Gustave lo agarro.
- ¡Aguanta Edward!
Debajo de ellos dejo de haber arena y empezaba a ver...
- ¡El amazonas! ¡Chicos, vamos a tener un fuerte aterrizaje!
Al rato, la barca cayó y todos estaban inconscientes.
En el suelo, Gustave abrió los ojos levemente y pudo ver a Napoleón y sus hombres llevándose a Arnaud.
- Haced que se despierte, le necesitamos vivo.
- ¿Y que hacemos con los otros señor?
- Coged a Gustave. El otro, podéis matarle, no nos sirve de nada.

ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO ESTE CAPÍTULO. EN UNOS DÍAS SUBIRÉ EL PENÚLTIMO CAPÍTULO DE "EIFFEL: LA CONSPIRACIÓN DE LA TORRE".

Eiffel. La conspiracion de la torreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora