No Confíes.

Lo inevitable.

 Lo inevitable.

Llegue a casa feliz, Cebs me saludo con su energía canina y jugueteamos un poco. Salude a mama con beso y a mi padre con un simple Hola. Fui directo a mi habitación e hice la tarea lo más rápido posible. Ya pronto serian las seis, estaba emocionada. Me vestí con un suéter rojo y una falda negra. Mis sandalias planas y mi cabello recogido en una coleta. Salí tratando de ser lo mas silenciosa posible y corrí hacia la escuela. Ahí estaba el, tenia un suéter negro y su cara era un poema. Me tomo de la mano y dijo que daríamos un paseo. Confiaba en el y me deje llevar. Me dijo que quería mostrarme algo y que para eso teníamos que entrar por el bosque, a mí me encantaba el bosque así que accedí muy alegre. Caminamos por los arboles hasta que llegamos a una cabaña. El me hizo entrar y cerró la puerta. Todo estaba oscuro, no lograba ver nada. Y hacia mucho calor ahí, suponía que aquí vivía. Así que trate de relajarme. El se acerco a mí por detrás y me susurro al oído:

-¿Hace calor, verdad? Deberías quitarte esto. – Y sin pedirme permiso empezó a quitarme el suéter, yo me puse nerviosa y trate de decirle que estaba bien pero el insistió. No entendía porque actuaba tan raro, yo estaba bien. –Tranquila estamos solos, no tengas miedo. Lo que haremos te gustara.

Esas palabras me helaron los huesos, ¿Qué quería hacer? ¿Por qué me había llevado ahí? ¿Y los helados?

Empecé a llorar, no sabia porque lo hacia pero las lagrimas empezaron a bajar por mis mejillas. Tenia pena de que me viera mis pequeños senos, trate de cubrirme pero el me aparto los brazos. Empezó a besarme el cuello y a toquetearme. Yo gemía de miedo y trataba de quitármelo de encima pero el era mas fuerte que yo. Me desvistió contra mi voluntad y ahí en el suelo rígido de aquella oscura y calurosa cabaña me violo. Jamás me había sentido tan vulnerable, jamás había tenido tanto miedo. El, mi profesor favorito, el que consideraba mi mejor amigo me había traicionado. Había traicionado toda mi confianza.

álidas: