U n o

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El pelinegro suspiró una vez más, esta situación lo tenía de los nervios. Intentaba ser paciente, en serio que lo intentaba, pero simplemente no podía, ya no, tenía su límite.

— Van dos veces estos días, Lance ¡dos!

Exclamó enojado, no le gustaba pelear, pero ya habían rebasado lo permitido, sí, puede que se esté comportando como novia celosa, puede que este “exagerando” como dice el ojiazul, pero vamos, ver a tu pareja coqueteando con alguien más, dos veces, no es algo bonito y cualquiera reaccionaria de la manera en la que está reaccionando él.

— Es que en serio yo no logró entenderte, ¿por qué haces esto? ¿Cuál es la necesidad? ¿qué te falta conmigo? Lance, ¿qué mierda estoy haciendo mal?

Lance, para ser sinceros no sabía qué decir, estaba entrando en pánico, un lado de él le exigía que parara con esa farsa, que volviera a lo de antes, que era divertido, mientras que otra parte le gritaba que amaba a Keith más que a nadie en el mundo y que le pusiera un freno a sus acciones, se disculpara e intentara arreglar las cosas, por desgracia, ganó el lado equivocado. Nunca fue bueno tomando decisiones cuando esta nervioso y/o enojado

— ¡Sigues exagerando! ¡solo jugaba! ¡pero ahí vas de nuevo a mandonearme! ¡no soy tu mascota!
— ¡Pero eres mi pareja!
— ¡Pues… ojalá nunca hubiera iniciado una relación contigo!

. . .

El silencio se hizo presente entre ambos, Keith dejó caer los brazos y simplemente se retiró a la habitación de invitados (sí, viven juntos), le había dolido, eso era claro.
Lance, aun enojado (en el fondo más consigo mismo) decidió retirarse a la propia, los revuelos en su mente no le dejaban pensar cómo debería, aunque conociéndolo, luego de dormir, se daría cuenta de la estupidez que acaba de soltar e intentaría arreglar las cosas.

. . .
Lástima que eso no sería posible.

A la mañana siguiente se despertó con una cara del asco, no había logrado dormir bien y todo por la culpa que se lo devoraba vivo. Debía hablar con Keith, debía decirle que eso lo soltó en caliente y que se arrepentía, en serio se arrepentía. Se levantó, buscando a su pareja por la casa.

No lo encontró.

Extrañado, intentó marcarle, pero en su móvil no estaba el número de Keith, parpadeó varias veces, antes de suspirar profundo, intentando calmarse.
Bien, Lance, piensa, si Keith no está en casa ¿Dónde podría estar?
. . .

Se le prendió el foco, ¡claro! Las clases de Danza a las que va con Pidge, seguramente planearon ir hoy y no le pudo mencionar nada por la pelea que habían tenido anoche.

Se le revuelve el estómago cada vez que piensa en eso.

Se arregló de manera correcta antes de emprender rumbo al lugar en donde seguramente tenia que estar su novio.
Apresuraba el pasó con cada segundo, necesitaba disculparse, no podía dejar las cosas así.

Al llegar, sonrió frente a la puerta para luego abrirla, suspirando aliviado al ver a su pareja ahí, riendo junto a su amiga, vale, al menos no se le veía tan afectado, eso era bueno.

— ¡Keith! — Exclamó, antes de acercarse a su pelinegro, notando como había captado la atención de todos los presentes. Eso le apenó un poco. — Este, uhm, ¿podemos hablar un momento? Ya sabes…

Keith ladeó la cabeza confundido, mirando a sus compañeros en busca de una respuesta a la duda que se estaba formulando ahora mismo

— Uh, supongo que sí pero… ¿quién eres tú?

Error {Klance} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora