Habías escapado de la casa de tus abuelos, estás de visita, pero como siempre, vienen los mocosos de tus primos y comienzan a molestarte. Así que para evitar una discusión con ellos, decidiste ir a una fiesta. Una fiesta a las 09:00 p.m, sí, 09:00 p.m.
—¿La estás pasando increíble? —dice tu amiga, te había invitado a la fiesta el mismo día que se realizaría, en principio creíste que estaría mal, pero después de todo, necesitabas salir a divertirte.
—¡Sí y contigo más! —gritas tan fuerte como puedes, la música podía escucharse en varias cuadras, habían adolescentes, bebidas, unas cuantas parejas toqueteándose, pero ya estás acostumbrada a ver eso en las fiestas, así que no te preocupas. Ves la hora en tu reloj de mano y marca las 02:36 a.m, te sobresaltas, «es tarde» pensaste. Tomas a tu amiga de ambas manos para sacarla afuera y hablar con ella—. Es un poco tarde y debo irme. No quiero imaginar a mis abuelos en la habitación sin yo ahí, sería la gota que derramaría el vaso y les contarían a mis papás —sabes perfectamente que tus papás te castigarían si ellos llegan a contarle sobre eso.
—Está bien, iré por las llaves del auto y te dejaré en la casa de tu tía, ¿te parece bien? —dice con una mirada de preocupación.
—Claro, te esperaré aquí.
Ya habían pasado tres minutos desde que había dicho "iré por las llaves" estabas dispuesta para irte caminando a casa, pero tu amiga se aproxima corriendo hacia ti.
—Lo siento, alguien había tomado mis llaves y no las había conseguido, sube rápido.
Subes al automóvil, le indicaste muy bien la dirección, ya que no sabía donde quedaba exactamente la casa de tus abuelos, sólo conoce la tuya. Así que en menos de 10 minutos ya estás frente a tu casa.
—Adiós, cuídate Miranda —te despides de tu amiga con un beso en la mejilla, para luego ponerte en marcha y entrar a la casa sigilosamente, por suerte, no te escucharon entrar. Fuiste directamente a tu habitación y le pones cerradura.
Estás exhausta de bailar tanto en la fiesta, tomas una ducha y luego cambias de ropa por algo más cómodo, una pijama de ositos. La ducha ocasionó que el sueño de profundice más en ti, así que te acuestas en la cama para dormir. No fue nada complicado en quedarte dormida.
Sueñas que estás en un mundo hecho de golosinas, chocolates, helados, paletas, caramelos, toda clase dulce está presente en el sueño. Sentías estar en el mejor sueño de tu vida, pero de repente comienzas a escuchar un sonido muy familiar en el sueño, puedes escuchar el sonido de una llamada, pero no cualquiera, ésta es diferente, tratas de ignorarlo pero mientras más ignoras más se escuchas, así que te levantas de golpe para ver de dónde proviene el ruido
—¿Quién demonios se atreve a llamar a esta hora de la madrugada? —dices frustrada, para luego tomar el teléfono que está a un lado. Deslizas el botón de bloqueo y aceptas la vídeo llamada sin fijarte quién es.
—Oh dios mío. ¿Qué te pasó en la cabeza? —dice Yoongi con una mirada de confusión.
—¿A qué te refieres idiota? Tengo la cabeza perfectamente bien.
Yoongi comienza a reírse de ti, no entendías por qué razón lo hacía. Así que vas al espejo para ver qué tienes.
No podías creerlo, tu cabello está todo desordenado, no de manera normal, sino de una manera exageramente extraña, sentías como tu rostro comenzaba a hervir de la vergüenza.
—¿Puedes dejar de reírte de mí?
—Lo siento es que tu cabeza parece un nido de pájaros.
Yoongi comienza a reír de nuevo, ¿por qué razón te enojarías? Sabes que es gracioso, así que te unes con él para reírte de tu catástrofe despeinada.
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