Escape route

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-¡Tranquila…todo está bien!- pensé para mí misma, con la respiración agitada.- no paso nada- seguía tratando de calmarme para no echarme a gritar y a correr como una loca.

¡Espero que Max no haya oído nada desde abajo!, ¿Qué me está pasando?

Hace unos treinta minutos atrás estaba duchándome tranquilamente, cuando de repente quise tomar el jabón y me di cuenta de que…estaba ¡levitando! Y cuando abrí los ojos de golpe por el miedo y la sorpresa…el espejo exploto, sin siquiera tocarlo…solo con abrir los ojos o asustarme o… Diablos ojala Max no haya escuchado nada.

Ahora estoy tratando hace treinta minutos de convencerme de que lo que acaba de pasar no es real. Ahora si estoy asustada.

Debo limpiar todo antes de que Max suba; si es que escucho algo.

Me Salí rápidamente de la ducha, sin enjuagarme, me cubrí con la toalla y Salí a buscar una bolsa de basura en la habitación. No había ninguna. Luego recordé que estaba desnuda, envuelta en una toalla y que Max no me podía ver así. Corrí al baño a buscar la camisa, recordé que la había echado a la ropa sucia, y las que había recogido yo, estaban en la cocina; donde estaba Max.

Tenía dos opciones.

Primero. Bajar desnuda (con la toalla), sacar la bolsa, luego ir a comprar un espejo idéntico pero lo negativo de ese plan era que él me viera y también a que me arriesgara a  preguntarme si había pasado algo.

O segundo. No bajar, dejar los pedazos de vidrio  ahí y luego someterme a un extenso interrogatorio de la abuela Marie.

Tome mi decisión. El plan A.

Baje sigilosamente las escaleras, caminé lentamente por el pasillo hasta llegar a la cocina, había un mueble donde dejaban las bolsas, solo tenía que tomar una y salir de allí.

Max no estaba en la cocina. Bien. Vi para ambos lados para ver si no venia por alguna parte. Sin muros en la costa. Corrí hasta el mueble con las bolsas, lo abrí, tome una, Salí corriendo y cuando estaba en el umbral de la puerta…Casi choque con él y quedamos frente a frente, juro que hubiéramos estado a punto de besarnos si yo no le llegara a la altura de su hombro.

Nos quedamos mirando como siempre. Sin pestañar, sin mover un musculo, sin respirar. En realidad no me miraba a mí, si no a mis labios. Nos estábamos acercando cada vez más, que casi podía sentir su respiración envolviendo mis labios, estábamos a punto de hacerlo, cuando…! Sonó el maldito timbre ¡

Nos separamos, y Max fue a abrir la puerta, era el repartidor de pizza. El maldito repartidor de pizza. M e dieron ganas de tirarle su asquerosa pizza en la cara.

Una vez que Max tomó la pizza fue a dejarla a la cocina, pasando al lado mío, luego se devolvió otra vez con el dinero para pagar.

Cuando el repartidor se fue, Max cerró la puerta, luego se dio vuelta y caminó rápidamente hacia mí. Diablos. ¿! Iba a besarme ¡?, iba caminando hacia mí; creía que se me iba a tirar encima a besarme como un demente pero…en vez de eso, paso por al lado mío, hasta llegar a la pizza, la abrió y dijo.

-Una hora más y hubiéramos tenido pizza gratis- dijo sin dejar de manipular los servicios para cortar la pizza.

¿Por qué, mejor no pides una orden de besos gratis? – pensé para mis adentros. Juro que ardía de rabia.

Él seguía cortando la pizza, yo seguía mirándolo a él.

Con todo lo que paso se me había olvidado para que había bajado, entonces recordé que estaba medio desnuda, con una bolsa en la mano que iba a ocupar para echar los pedazos de cristales rotos, luego subí las escaleras rápidamente, me dirigí al baño, cerré la puerta con pestillo, me metí a la ducha, me enjuagué, me sequé, me pusé la misma toalla y luego empecé a recoger los pedazos de  vidrios.

paraiso en los polos de la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora