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Max

Estaba a unos pasos de la puerta de mi casa, caminé por horas y venia agotado, lo único que quería era darme una ducha y dormir todo el día. Estaba sucio y adolorido por haber dormido en el pasillo del hospital, pero lo primero que haría luego de entrar por la puerta sería darle un beso a mi abuela y a Soph…saludar a Sophie y contarles lo que pasó.

Me había detenido en la puerta, miré la hora, eran las 8:00 A.M, seguramente mi abuela todavía estaba durmiendo y tal vez Ángela también, entonces saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta muy lentamente. Entre a la casa de puntitas, sin hacer ningún ruido. Vi a mí alrededor y todo estaba tranquilo; por lo menos eso parecía.

Caminé muy lentamente en dirección a las escaleras, pero me detuve por el leve ruido de mi estomago. Necesitaba comer algo. Fui a la cocina, abrí el refrigerador y saque un yogurt, me lo empecé a comer, luego después me devolví hacia las escaleras.

Entré a mi habitación, fui al baño, abrí la llave de la ducha para meterme, me había quitado la camisa sucia que llevaba, entonces recordé que se me había olvidado encender el agua caliente y cerrar la puerta de entrada así que bajé otra vez.

Luego en la cocina encendí el agua caliente para poder ducharme, estaba con mucho sueño y un poco distraído con todo esto que había pasado…pero por lo menos aun me podía mantener en pie.

Fui a ver si había cerrado o no la puerta principal con llave. No, se me había olvidado. Entonces la cerré y cuando me iba a dar la vuelta, sentí un fuerte golpe en la cabeza y quedé inconsciente.

Angela.

-¿Max?, ¿¡Max estas bien!?- le pregunté.

-¿Qué?- me respondió un poco aturdido.

Le mojé otra vez la cabeza con la toalla.

Maldición que había hecho, no puedo creer que lo golpeé con un bate de beisbol en la cabeza y lo dejé inconsciente. Ahora sí que me van a echar de la casa.

-¡Max!- le grité lo más despacio que pude.

Ya estaba comenzando a despertar, con un gran chichón en la cabeza. Quiero morirme, trágame Tierra.

¿Por qué, porque, porque? Me pasan estas cosas a mí.

Creí que alguien había entrado a la casa entonces bajé a ver y como él estaba de espaldas no lo reconocí.

Tomé lo primero que vi…un bate, no se pero cuando oí que alguien entraba lo primero que se me ocurrió fue revisar debajo de mi cama y encontré un bate de beisbol. Quizás Max jugaba beisbol. Que sexy.

-¿¡Max!?- grite de nuevo.

El se había comenzando a levantar.

-No, no te levantes- le dije.

-¿Qué pasó?- me preguntó.

- Lo siento, lo siento mucho- le dije sinceramente.

Se tocó la cabeza e hizo un gesto de dolor.

-¿Cómo llegué a mi habitación?- preguntó.

- Yo te lleve, es que…lo siento, todo fue mi culpa, es que me confundí y…- le estaba explicando pero me interrumpió.

-¿Por qué tengo un chichón en la cabeza?- preguntó.

-Porque te golpeé con un bate de beisbol que encontré bajo la cama- respondí lo más dulcemente que pude.

El me quedó mirando, parece que la “carita buena” funcionó.

-¿Alguna vez te han dicho que eres hermosa cuando te alteras?- preguntó aun aturdido.

- Yo…lo siento- fue lo único que se me ocurrió. Sentí que me sonrosaba.

De repente el tiempo se detuvo, él se estaba acercando a mí, acercando su rostro al mío lentamente, con los ojos entrecerrados…Dios mío, iba a besarme.

Empecé a hacer lo mismo, acerque lentamente mi rostro al suyo, nuestros labios estaban a punto de tocarse, podía sentir su cálida respiración, era…excelente. No puedo creer que esto esté pasando.

-¡Max!- alguien gritó abriendo la puerta de golpe. Era la abuela Marie.

¡Enserio, no puedo creer que esto esté pasando!- pensé enfurecida.

Rápidamente nos separamos, esperó que no haya visto nada.

-hijo ¿como estas?- se acerco a él y le dio un abrazo.

Él se estremeció.

-bien abuela- dijo abrazándola. – Un poco adolorido- confesó.

-Pero, Max ¿qué pasó?- preguntó separándose del muchacho.

-El señor Smith tuvo un infarto y tuvieron que hospitalizarlo, entonces me quede allí por si su nieta necesitaba ayuda- le dijo y después me miró a mí.

-Sí, pobre Sam, es tan joven, con apenas 18 años debe estar pasando por estas cosas, esperó que el señor Smith se recupere pronto porque ellos solo se tienen el uno al otro y…a su empleada que crió a Sam desde que era una niña- dijo preocupada.

-¿Quién es el señor Smith y Sam?- traté de preguntar con un tono normal de voz. Creo que resultó porque nadie me miró raro.

-El señor Smith es nuestro vecino más cercano, conduce un taxi, a veces Max y yo los ayudamos haciendo algunas cosas de la casa o llevándoles algo de comida y su nieta Sam…es una chica encantadora es muy guapa, inteligente, educada y divertida, tiene la misma edad que Max. Creo que este año ingresara a la universidad. Pobre señor Smith, se tuvo que endeudar para pagar sus estudios.- me explicó la abuela.

-Ah- yo incliné la cabeza para disimular mi cara de…no se qué cara debí haber puesto.

-Abuela, ¿Por qué te levantaste?- preguntó Max.

-Porque empecé a sentir pasos en la casa y después sentí que alguien movía la puerta y vi luz en el pasillo…no me importó porque supuse que eras tú o Sophie, pero después de preocupe cuando sentí un golpe… o que algo caía al suelo, no sé- Explicó.

Yo me estaba empezando a sonrosar de nuevo.

-Lo siento, fue mi culpa… es que Max estaba cerrando la puerta de entrada y yo no lo reconocí y le pegué con un bate de beisbol que encontré bajo mi cama- me sonrojé aun más.

-Ah, ahora veo porque es el chichón- bromeó la abuela.

-No importa, pero necesitaré otra bolsa de hielo abuela- le pidió amablemente. La abuela corrió a buscar hielo y ahora nos encontrábamos solos otra vez.

paraiso en los polos de la tierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora