IV

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Abro los ojos como platos y después los entre cierro como un gato. Freno en seco y bajo la ventanilla del copiloto para ver la imagen nítida ya que desde dentro los cristales están empañados.

-¿Pablo? –Le digo a un chico moreno que está de pie en la acera del lado del copiloto. Acerca poco a poco la cabeza a la ventanilla para ver el interior.

-¿Kayla? –Dice cuando me ve. –Vas a mi insti ¿No?. -Esta confundido.

-Sí. -No se que mas decirle porque no habia hablado con el antes.

-Pufff, pensaba que no volveria a ver a nadie del barrio en la vida. Y menos a ti. -Dice mientras se apoya con los brazos en la ventanilla y me mira con su típica cara de ligon. -Me empiezo a reir nerviosamente y a poner roja y él lo nota. Nunca pensaria encontrarme con Pablo del Agua así. En realidad tiene sentido ya que los dos estamos en la misma ciudad.

-Mmm. ¿Quieres subir? ¿O tienes algún plan?

-Bueno... Tengo este coche con un remolque en el que dormía y la verdad que esta bastante repleto. -El coche es bastante viejo y pequeño, es infinitamente mejor mi furgoneta. Pero el remolque es interesante. -Puedo enganchar el remolque a tu furgoneta y deshacerme del coche- Dice cuando me ve mirando y examinando sus pertenencias. -Si me dejas ir contigo, claro.

-Claro, claro. -Salgo de la furgineta para ayudarlo y me fijo en su vestimenta, parece que tampoco se lo montó mal en eso, lleva un abrigo de plumón azul marino aparentemente bueno, unos vaqueros negros, una sudadera debajo del abrigo y unos playeros.

-¿De dónde sacaste la ropa? -Le pregunto mientras vamos sacando algunas cosas de su coche como una maleta, bolsas, botellas de agua y mantas.

-La robe de una pequeña tienda cuando estaba con mis padres y mis primos.

-¿Qué les paso?

-Los mataron, mataron a mis padres. Mis tíos a mis primos lograron escapar pero no lo he vuelto a ver. –Contesta tranquilo, pero se nota que está sufriendo. –Unos saqueadores les robaron todo el dinero y el coche yo estaba buscando comida y al llegar me los encontré muertos. Mis tios estaban en una tienda cercana, al ver a mis padres muertos y oír los tiros dieron por hecho que yo también y huyeron.

-Lo siento mucho. –Le miro fijamente a los ojos. Los tiene llorosos pero no se le cae una lágrima. Decido no preguntarle nada má tragico de momento. A sí que cambio de tema.

-Bueno ya he dado muchas vueltas a la ciudad estos días, tenía pensado ir hacia Tarifa o algún sitio donde se pueda coger el ferry para África. –Digo unos minutos después mientras nos disponemos a desenganchar el remolque. Es bastante grande visto desde fuera me imagino como será por dentro.

-Me parece bien. Por cierto ¿de dónde has sacado esta pedazo de furgoneta? –Se le ve impresionado de verdad y no puedo evitar reírme.

-Se la robé a un hombre que se había ido y tenía las llaves puestas, la verdad es que tampoco fue muy complicado. Lo mejor no es la furgoneta, es lo que lleva dentro. –Me mira extrañado. –Está cargada con comida, ropa, gasolina y cosas útiles que he ido cogiendo.

-Joder, yo solo conseguí este remolque.

Nos subimos a la furgoneta con el remolque detrás dispuestos a abandonar la ciudad.

-Con este cochazo y este remolque parecemos los putos amos. -No puedo evitar reirme y mirarle por poco tiempo porque dado que no soy una experta conductora todavía me cuesta conducir si no centro toda mi atención en la carretera.

Salimos de la ciudad, los dos juntos. Un chico de dieciocho años y una chica de dieciséis. Conduciendo una furgoneta con un remolque que ellos solos consiguieron con cosas que ellos solos encontraron. Solos, sin ninguna familia. Solo se tienen a sí mismos. Y lo saben.

El mundo fríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora