9. cagarla y que lauren me descubra e irme a la mierda con todo esto

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No lo puedo creer. Es más hermosa en persona.

—Hola —dije, sin dejar de mirarla.

— ¿Cameron, cierto? —preguntó.

—Sí —asentí—. Pasa, por favor.

—Gracias —sonrió.

Caminamos hasta la sala, y mientras caminábamos, rezaba internamente para que esto no saliera mal.

—Así que... —dijo, mirándome—. Tienes una casa muy bonita.

—Gracias. Me costo un poco decorarla, ya que suelo ser muy perfeccionista en algunas cosas y bueno, esto fue lo que salió.

—A mí me gustó cómo acomodaste todo.

—A mí también. ¿Quieres comer ya?

—Claro.

La lleve hasta el comedor y, antes de que se sentará, rápidamente le hice la silla hacia atrás.

—Gracias.

Le sonreí y fui a la cocina por la comida. Mientras caminaba me repetía "no la cagues, no la cagues, no la cagues".

Cogí los platos y fui al comedor.

—Como primer platillo, te dejaré algo cocinado por mi —le dije—. Así sí no te gusta, te quitas el mal sabor con la comida china que sé que te encanta.

Esperé a que ella probara el primer bocado y que no se diera cuenta de que no la había hecho yo.

—Mmm —musitó—. Sabe delicioso.

Sonreí.

—Tan delicioso que hasta parece del restaurante "Saving love".

Mierda.

—Oh, es que... —dije nerviosa—. Trabajo ahí.

— ¿De verdad? Yo suelo ir ahí constantemente y jamás te he visto en la sección de "equipo del restaurante".

—Oh, es que trabajó en el otro restaurante. No el que está por aquí.

—Sólo hay tres restaurantes en el mundo. Uno aquí, otro en México y el último en Japón.

—Yo... —piensa en algo, vamos—. Uhm... ¿quieres ver mi colección de monedas?

—Me encantaría —sonreí y la lleve a mi habitación.

—Guau —dijo apenas entró—. Qué linda habitación.

—Gracias —agradecí y, mientras buscaba mis grandes tesoros, me di cuenta de algo: estaba en mi habitación y no en la de mi hermano.

—Vaya —escuché decir—. No sabía que te gustaba usar faldas.

Me sonrojé.

—Oh, no no no no —me aclaré la garganta—, no es mía.

— ¿Entonces? —me preguntó mirándome fijamente, alzando una ceja.

—Es tuya.

— ¿Mía?

—Sí, tuya. Es un regalo. —Le quite suavemente la falda de sus manos y se la volví a regresar—. Toma, es tuya. De mí para ti.

— ¿Gracias?

Vi mi tocador y rápidamente me acerqué a agarrar el maquillaje para dárselo.

—Toma. Todo es tuyo. Todo lo compré para ti. —Traté de no verme nerviosa, así que sonreí.

—Oye, Cameron...

—No —la callé—. Toma, ésta habitación es tuya. La compré para ti. Siempre quise vivir con una chica caliente así que, ahora que aceptes ser mi novia, vivirás aquí conmigo y seremos una feliz pareja de novios.

siendo chico por primera vez; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora