EL SÉPTIMO HOMBRE

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Alphonse voltea para ver de dónde proviene esta voz y ve una silueta traslúcida que empieza a tomar forma: largos y rojos cabellos cubren un rostro adolescente; cuerpo delgado cubierto por un manto negro, y en la mano izquierda sostiene un cetro hecho de huesos humanos. La particular figura se acerca al capitán.

─Encantado de conocerlo, capitán.

─¿Qué hace un niño vestido así? ─le contesta Alphonse en medio de su total confusión.

─Contestaré a la pregunta que en realidad me quiso hacer capitán: soy «El Conde» que lo contrató. Lo he estado siguiendo a usted y a sus hombres desde que entraron por el pórtico. En realidad solo los necesitaba para eso. El resto fue pura diversión ─le dice El Conde a Alphonse dejando salir una delicada sonrisa de sus delgados labios, en apariencia inocentes.

─Realmente el tal Conde es un pervertido, dejar que un niño venga a exponer su vida aquí... Es absolutamente increíble.

─Como dicen los humanos: las apariencias engañan. Capitán. Yo soy de la misma especie que la criatura que le dije que cazara, nosotros no podemos abrir los pórticos de otros reinos de nuestro fragmentado universo, pero desde hace tiempo descubrimos que los humanos sí. Por eso le digo que solo los necesitaba para abrir la puerta, y los dejé seguir para divertirme un rato, ningún humano puede caminar por mucho tiempo dentro de nuestro universo, pero usted realmente me ha sorprendido, por eso quise presentarme ─dice el conde haciendo otra sonrisa, pero esta vez un poco más grande, lo suficiente como para dejar ver sus colmillos puntiagudos.

─¡¿Por quién me tomas niño insolente?! ¡Ni siquiera sabes de lo que estás hablando, yo vine aquí para cazar a una serpiente alada! ─le contesta el capitán mientras se abalanzaba sobre él para darle una lección, piensa que debe medir sus fuerzas, pues su contrincante es solo un adolescente que tal vez necesite unas cuantas nalgadas, pero en el momento en que está a unos pocos pasos de él, el conde desaparece, dejando solo el eco de una carcajada.

Alphonse no puede creer lo que han visto sus ojos. Mira a su alrededor y luego busca por la pared, tratando de encontrar algún pasadizo secreto por donde pudo haber escapado el pilluelo. Del suelo surge otra esquelética mano que toma su rifle, Alphonse le propina un fuerte golpe, pero incontables manos salen de la densa neblina verde queriéndolo atrapar como lo hicieran con Liam. El capitán mete sus manos dentro de la bruma, alcanza a recoger nuevamente su rifle, y sale corriendo al tiempo que da fuertes puntapiés a las esqueléticas manos.

Unos metros más adelante se encuentra ante un gran salón iluminado con antorchas y nueve enormes pilares que irradian un intenso color rojo. Las paredes son negras y de ellas escurre sangre, esta tenebrosa e infernal visión hace temblar los huesos de Alphonse. Extraños lamentos y opacos gemidos de dolor hacen que Alphonse suba la mirada: una danza de innumerables sombras espectrales vuelan en círculos en el abismal techo del salón. El capitán escucha unos pasos que se dirigen hacia él, voltea colocando su rifle en posición de disparar, siente que su sangre se arremolina en sus manos cuando ve aparecer a Liam votando abundante sangre de su boca.

─¡¿Qué sucedió?! ─pregunta Alphonse corriendo a auxiliar a Liam─ Me temo que no me lo podrás decir ─dice el capitán mientras observa que la lengua de Liam ha sido arrancada.

Liam toma aliento y se unta la mano con la sangre que se le escapa para escribir en la pared:

Liam toma aliento y se unta la mano con la sangre que se le escapa para escribir en la pared:

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Liam cae al piso. Alphonse lo acomoda como puede y vuelve a apuntar con su rifle. Escucha un fuerte y ronco sonido que al parecer proviene del suelo; del oscuro mármol comienza a salir humo con matices de colores rojos y blancos que se arremolina y se condensa en espiral hacia arriba. Dos colosales serpientes aladas de ocho patas cuyas garras se entrecruzan en una pelea a muerte, surgen del humo condensado ante la mira del capitán.

La serpiente de color blanco lanza un zarpazo que no logra dar en su objetivo: la serpiente de color rojo, pero destruye parte de uno de los muros del cual salen corazones palpitantes que caen a los pies de Alphonse, éste escucha como si los corazones lanzaran quejidos y lamentos.

La serpiente roja le da un latigazo con su cola a la blanca, enviándola al otro lado del salón, y en un instante se posa encima de ella apretando su cuello con sus patas delanteras. El capitán apunta con su rifle y le da en todo el centro de la cabeza a la serpiente roja, ésta emite un espeluznante bramido, entonces la serpiente blanca aprovecha para propinarle un fuerte golpe con sus patas delanteras que la envían al centro del salón.

La serpiente blanca vuela hacia la roja y con sus garras delanteras le arranca el corazón. En ese momento las dos serpientes se empequeñecen y adoptan la forma de dos adolescentes. La serpiente roja es en realidad el joven que se le había presentado al capitán como El Conde, y la serpiente blanca es la reina Akasha, sus ojos profundos, totalmente negros sin pupilas, miran fijamente al capitán mientras comienza a digerir el corazón del Conde.

El capitán suelta su rifle, poco a poco retrocede para alzar a Liam y emprender la fuga, pero nuevamente una neblina verde emerge del piso y levanta a los dos hombres como si fueran plumas. El capitán no se puede mover, siente como si le hubieran aplicado una droga para inmovilizarlo, desde las alturas solo puede seguir observando a Akasha terminar su cena. 

Foto por:  ractapopulous (https://goo

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Foto por:  ractapopulous (https://goo.gl/WMNq2V)

Montaje y Adaptación por: SHLoren

El Beso de la CalaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora