El mesero se retiró y yo caminé en sentido contrario a él, cuando llegue a la mesa estuve pensando de que podría hablar con ella así que hice lo primero que se me vinó a la mente, leer su mano y hacerse una adivinación.
- Sé que sonara extraño pero necesito tu mano - tomé su mano pero estaba fría.- Si aquí está todo claro, se nota que el amor llegará pronto y está muy cerca de ti - utilizaba aquella voz de cada psíquico que te encontrabas en la calle.
- ¿Disculpa, está no es tu mesa y qué haces con mi mano?
Me generó cierta angustia que me dijera algo tan hiriente - Se que estoy exagerando.- pero la furia subió a mi cabeza hasta que me percaté de algo, no era su voz y en si no era ella, ella no era mi amada Sophia.
- Por segunda vez, ¡suelta mi mano ahora!
- Tranquila, todo es un mal...
Olvidé soltar su mano y por consecuencia recibí su mano pero cerca de mi rostro con forma de puño.
No hubo más remedio que volver a mi verdadera mesa junto a mi verdadera acompañante, creo que mi idiotez siempre echara a la borda todo mi plan cero fallas. Sophia seguía en la mesa jugueteando con una copa de un líquido transparente, al parecer vino blanco.
- Creo que sufrí un accidente pero nada grave
- Espera ¿Qué acabas de decir? - su mirada recorrió mi cuerpo como si fuera un escáner.- Santo Dios, dime ¿Qué perra se atrevió hacerte eso? Y peor aún a mi mejor amigo.
En ese momento no sabía si sentirme feliz y agradecido por todo lo que ella hace para protegerme o, en caso contrario, decepcionando por decirme "amigo" en este día tan especial.
- Baja la voz, por favor, resbalé y me golpeé con la perilla de la puerta al momento de salir del excusado.
- Esto es, amm... Extraño - soltó una carcajada para disimular la poca credibilidad que tenía el hecho.
- Disculpé, señor, su plato está servido.
Por fin, después de todo este catástrofe pude sentarme y comer en paz.La comida fue un total éxito pero quedaba la razón por la que la cité en este momento.
No sabía si era el buen momento para declarar todo lo que siento por ella ya que no quería echar a perder este bello momento entre ella y yo, adoraba cuando la luz de la luna iluminaba su rostro dejando una capa fina de brillo.
-¿Sábes algo? Creo que volveré a enamorarme - dije temblorosamente, con un pequeño castaño de dientes.
-¿En serio? - sus ojos crecieron al punto de parecer usar lentes de fondo de botella.- Y, ¿Puedo saber quién es ella o él?.
- Pues es alguien que tú conoces perfectamente, o casí, como la palma de tu mano
- No caigo en quien podría ser.
- Pues permíteme salir un momento.
Me levanté de la mesa dejando aquella chica inconclusa sobre ¿A quién rayos correspondían mis sentimientos?. Caminé hasta llegar una mesa donde estaba el camarero de cabello de plata; llegué con el y con mi dedo toqué su hombro.
-Estoy listo, traiga la caja.
- Si usted lo dice.
No quise volver inmediatamente a la mesa porque se vería algo obvio -más de lo que era- que yo era el que había encargado el regalo; fuí un momento al baño para meditar mis pensamientos y vencer mi temor al rechazo.El baño estaba tan blanco como aquel centro de investigación pero es tiempo de por fin vencer el temor de no encontrar el amor.
- Perdón, es que... ¿Qué tienes ahí? ¿Es de un admirador secreto?
- Esto es algo incómodo, pero al parecer sí.
Era un pequeño pastel de chocolate con una cubierta de rosa en forma de corazones pequeño, además de cerezas en el borde de plato encima de pétalos de rosas comestibles -o eso esperaba- y como toque final un rollo en medio del pastel. Todo era perfecto solo falta una cosa, que ella lo aceptará y dijera si.
-Esto algo hermoso y ya sabes mi respuesta - empecé a sonreir.- Pero necesito que tomes asiento - mi sonrisa empezó a decaer mientras me sentaba en mi silla.
- Sabes, me gustas pero no de la manera que tú piensas, eres como un hermano para mí pero, yo amo a mi pareja aunque ella no esté aquí conmigo.
Me levanté y golpeé la mesa con ambos puños
- Tú no me puedes hacer esto, conozco la mayor parte de tu vida y somos compañeros, y pensaba que tú y yo...
- ¿Perdón? Que seamos compañeros no te da derecho a que te cuente todo lo que me haya ocurrido en mi vida.
Pensaba decirte hoy pero me dijiste esto así que solo acepté por cortesía, escucha por cortesía. No quería romperte el corazón de esta manera pero fue complicado.
- ¡No me puedes hacer esto! - la decepción corría a través de mis ojos- ¡Tú eres todo para mí!
- Perdón pero tú te adelantas a los hechos. Es diferente, me agrada estar contigo a quiero casarme contigo.
Tomé el poco orgullo que me quedaba y salí de la mesa
- Espera - tomó mi mano y me obligó a sentarme.
- No quiero calmarme - mis ojos se inundaron de lágrimas.
- Mira, quedemos como si nada de esto hubiera pasado, ¿te parece?
- Bueno, olvidemos como si nunca te hubiera conocido, nunca te hubiera dado tu bolso y sabes porque lo hice, porque tú cambiaste mi vida y no pudiste decirme que tenías una pareja y no solo eso, todavía de tu mismo género -la rabia corría por todo mi ser combinada con decepción.
- Si así tú lo quieres ojalá y nunca vuelva a verte ni en pintura.
Sophia tomó su bolso y se fue pero antes de eso me plantó dos cachetadas para pagar la vergüenza que le provoque.
- Espero y eso arreglen tus neuronas.
- Lo único que podría arreglar es tu muerte.
Ella salió sin dirigirme la palabra, solo se volteó y pude ver cómo maldecia a mí y a todos mis familiares. En cambio yo, ahora pude notar que el restaurante quedó callado y el pastel quedó en el suelo junto con el pergamino aplastado, no tuve más remedio que pagar y largarme de este establecimiento.
Tomé mi chamarra y salí como si nada me importara, como si no hubiera pasado nada, como si nunca hubiera conocido a Sophia.
ESTÁS LEYENDO
Cuando El Amor Llega A La Luna
Science Fiction¿Con quien te quedarías aquella persona que amaste y creíste muerta o aquella que te salvó del suicidio?