Capítulo 12

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Capítulo 12.- El secuestro

La luz de la habitación me dio de lleno en los ojos, tuve parpadear para que mis ojos se acostumbrasen a la iluminación, mientras sentía mi boca y garganta reseca. No podía recordar como había llegado aquí, y cuando quise tocar me cabeza, me dí cuenta de que mis manos estaban atadas al respaldo de la silla, al igual que mis piernas. Me sentí desesperar al instante, intenté desarmar el nudo de mis manos, pero el inútil intento me hizo entrar en pánico. Comencé a llorar por la incapacidad de mis movimientos, me desesperé y me removí como pude, la silla se tambaleaba conmigo encima, grité como me lo permitía la resequedad de mi garganta. Me dañaba el hecho de no saber hasta cuando me quedaría en esta posición, pero debía intentar hacer algo. Giré mis muñecas intentando romper la... supe al instante de que mis intentos serían demasiado inútiles cuando caí en la cuenta de que mis manos y piernas eran sujetadas por precintos, me dolían las muñecas y los tobillos. No supe que hacer y grité como si la vida me fuera en ello, me ardió la garganta pero no paré. No dejé repetir la palabra "ayuda" hasta que me doliera el alma, me sentí derrotada en menos de 10 minutos. Miré a mi alrededor y observé la oscuridad a mi alrededor, la única lámparilla que alumbraba la habitación estaba sobre mi cabeza. No veía con claridad pero era claro que lo único que había en la habitación era yo y mi naciente temor. En frente mío se dejó ver un pequeño destello de luz, se oyó un motor apagándose y seguido a eso pasos en el piso de arriba. Lo que me hizo caer en la cuenta de que estaba en un sótano, mis gritos habían fracasado, nadie me oiría. Quizá ahora esté alejada de la ciudad o en cualquier lugar y sin yo saberlo.

Se oyó el rechinar de una puerta, luego alguien hablando, se oyeron más pasos y fue cuando más temí. Sentía que no tenía escapatoria, quien fuera que estuviese allí arriba acabaría conmigo.

Hice un último esfuerzo, me removí sobre el asiento intentando liberar mis piernas o brazos. La silla se tambaleó y caímos hacia atrás, mi cabeza se estrelló fuertemente contra el suelo y el sonido retumbando en la habitación, mis ojos luchando por mantenerse abiertos. De pronto, una puerta que irradiaba luz apareció en mi campo de visión, y la silueta oscura de una persona se dejó ver. Quise descubrir quien era pero mis ojos no soportaban el peso y mi cabeza el golpe recibido segundos atrás. La inconsciencia llamándome desde su puerta, ordenando dormirme hasta quien sabe cuando.

[...]

"Debes huir, Ella. Corres peligro aquí, él te hará daño y esta vez no se detendrá"

Me advirtió una voz, miré hacia todos lados pero no había nadie aquí. Me mareé. La habitación era compleramente blanca, pisos y paredes claros. Mientras mi vestimenta había sido reemplazada por prendas grises. Miré mis manos ensangrentadas y luego toqué mi cabeza. Rojo sangre se fue apoderando de mi ropa, entré en pánico cuando ya no quedó ni una pizca de gris, mi vestimenta se tiñó de sangre, liberando un fuerte olor metálico. Me acerqué a las paredes y de estas empezó a gotear sangre, comencé a pedir ayuda, me sentía asquerosa y necesitaba salir de aquí. La naciente desesperación me obligó a gritar aún más fuerte, no soportaba quedarme más tiempo aquí, quería irme ahora. De pronto sentí que el lugar disminuía su tamaño, las paredes comenzaron a moverse, mi respiración se aceleró y comencé a llorar por la falta de oxígeno. Abrí la boca intentando inhalar oxígeno, pero fue inútil. Mis ojos se abrieron por la falta de aire y mis manos, automáticamente, fueron a parar en mi garganta. No fue hasta ese momento en el que me dí cuenta de que el suelo se había cubierto de sangre y que tenía, al menos, 40 cm de profundidad.

Caí de rodillas al suelo, salpicando sangre a mi rostro, y mis manos a mis costados, el equilibrio vaciló un momento y mi cuerpo no supo si caer adelante o atrás. Mi cabeza cayó contra la fría sangre, su olor me ahogó al instante. Mis ojos se secaron y, de un momento a otro, cuando estaban a punto de cerrarse y no volver a abrirse, alguien tiró agua helada sobre mi rostro.


El líquido amenazó con ahogarme, al igual que el extraño sueño del que me habían despertado de esta manera. El agua se metió en mi nariz y boca obligándome a toser descontroladamente.

- Despierta, sanguijuela,- ordenó una voz que reconocí al instante. Si algo no podría olvidar era su voz y ese apodo sin razón que siempre utilizó para referirse a mí, aquella ronca voz que me había marcado desde el primer día. Tan pronto pude reaccionar, lo observé a Mark acercarse a mí, levantó la silla-conmigo encima- de un solo movimiento. Su fornido cuerpo se posicionó frente a mí y no supe que hacer más que bajar la vista y observar cualquier punto. La escalera comenzó a chirriar y cuando levanto la vista me encuentro con otro hombre que nunca antes había visto. Tenía el mismo porte físico que mi padre, su musculatura intimidante estaba cubierta por una franela blanca que marcaba sus abdominales, con una chaqueta negra. Su cabello era rubio, tenía ojos celestes que con esta iluminación se veían casi blancos y sus labios eran rojos y redondos. El chico debía tener, al menos, unos 17 años, me miró y sonrió pícaro. No puedo evitar sentir asco ante la mirada que le da a mi cuerpo, deteniéndose un momento en mis pechos. Veo a Mark fulminar con la mirada a su cómplice, quien capta semejante mirada y se hace a un lado, cabizbajo.

Quiero preguntarle porqué me tiene aquí, porqué me sigue haciendo esto, pero las palabras quedan estancadas en mi garganta. Los oscuros ojos de Mark me miraban con una extraña mezcla de enojo y tristeza, como si lo notara, cambió su posición y luego de unos minutos de extrema incomodidad, habló.

- Yo sé que te preguntas porqué sigo con esta mierda, pero solo diré que la cosa no solo es contigo. Este secuestro -mira a sus lados- es una trampa y tú eres la carnada, pequeña - sonríe malicioso, no puedo evitar sentir preocupación ante su declaración. Había una parte de la historia que no sabía, una que me ocultaban todos.

Mark se acerca una pasos a mí y agachado frente a mí, dice lo siguiente:

- Y harás lo que yo quiera, ¿entendido?- sus ojos negros viéndome con amenaza.

El frío objeto presionando mi cabeza, casi echandola atrás. Su mano sosteniendo el arma fría y dura, presionando mi frente. Con su dedo en el gatillo, una lágrima descendió por mi rostro hasta caer de mi mentón, y perderse en la oscuridad en la que se sumió mis esperanzas.

***

Yo sé que este capítulo me salió para el cu**, pero si no lo publico ahora, no lo haré jamás xD

En fin, voy a intentar terminar el cap 13 para el viernes o sábado, confío en mí ahre que no xdxd

Saludos y mushos besos, estoy con mi perrita que duerme encima mío y no veo nada AIUDA.

INANNA♡

Ellianne (Victimas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora