Capítulo 1

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CAPÍTULO 1.- ¿Cómo llegué aquí?

***

Septiembre 2014. Washington D.C.

Un molesto pitido se oía por toda la habitación, su repetición me desesperó a los niveles extremos, estiré el brazo para apagar aquel artefacto, pero no había nada y tampoco del otro lado. Me levanté con suma rapidez, al tiempo que mis ojos se abrían, lo que me hizo marear al instante.

Blanco. Blanco puro y limpio, como también frío.

Las cuatro paredes eran blancas con algunas franjas de color celeste pastel, al frente pude notar una ventana con las persianas cerradas. Un fuerte dolor se presentó en mis sienes, con una mano toque la zona, escrutando la zona por si había algo allí que me causara aquel dolor desmesurado y repentino. Observé hacia los costados y me encontré con enormes máquinas con tubos exagerados, que luego de un momento supe que uno de esos estaba conectado a mí. De cierta forma no a mí, sino a la mascarilla que colocaron sobre mi nariz y boca. Cuando quise quitarme la mascarilla de oxígeno, me percaté de que tenía un oxímetro en el dedo índice.

Para ese momento la confusión se había instalado en mí mente, sin más. Me fue inevitable pensar en lo sucedido y en cómo había llegado a parar a este lugar. El olor a fármacos y enfermedades me llegó a la nariz, haciéndome retorcer ante el ambiente frío y solitario que albergaba de por sí. Mis pulsaciones se dejaban ver através de la consola conectada al oxímetro, entonces sentí una gélida brisa rozar mi cuello y orejas, moviendo un poco mis cabellos. Me giré algo temerosa y luego observé el vaho que desprendía una máquina, la misma que me ayudaba a respirar momentos antes. Sentí un leve tirón de la intravenosa conectada a mi antebrazo, verla me dejó algo de náuseas.

Entonces decido buscar el botón que llama al doctor o alguna enfermera, pero no lo encuentro e intento hacerlo con paciencia porque me desespera no saber qué sucedió y porqué estoy aquí.

Suelto una maldición en un susurro bajo al doblar mi cuerpo hacia un costado, arriba de la cabecera se hallaba un tablero donde se conectaban los enchufes y al costado de este se encontraba un botón negro que no dudé en pulsar. Un punto rojo apareció arriba de este y, de pronto, la puerta se abrió de rápidamente. Una enfermera que rondaba los 25 se dejó ver y salió otra vez, dejándome aturdida ante su rapidez, a los pocos minutos regresó con un doctor que calcule tenía la misma o un poco más de edad. Pude notar que ella lo observaba demasiado, con algo de adoración incluso.

El doctor me preguntaba algo, pero no lo oí hasta que salí de mi ensimismamiento que comencé a escucharlo.

-¿Como te sientes?- cuestiona mientras toma mi rostro entre sus manos, abriendo mi ojo izquierdo y apuntando con una pequeña linterna, a lo que no me quejé.

-Bien, solo no entiendo porqué estoy aquí- respondí, mientras que revisaba mi otro ojo. El se quedó en silencio y asintió mientras soltaba mi rostro.

-De acuerdo, abre la boca- pide mientras saca una paleta de madera de su bata blanca. Obedezco y leo el nombre de su brillante placa que se sujeta de su bata: Connor Warren.

No lo había notado pero mientras él me revisaba, la enfermera escribía en silencio lo que el doctor susurraba. Quitó el estetoscopio que antes llevaba alrededor del cuello de forma profesional y colocó la campana en mi pecho.

-Respira lento y pausado-. Ordenó, tratando de oír con suma atención, y así lo hice-. Ahora inhala y retiene el oxigeno-. Obedecí.

Movió la campana y seguido a eso lo colocó en mi espalda, lo que me trajo un escalofrío al sentir el metal donde había una abertura de la bata, que no me dí cuenta que llevaba puesta.

-Repite otra vez-. Pidió, primero con calma y luego retengo-. Esta bien, ¿puedes recordar algo?- Preguntó al tiempo que entrecerró sus ojos, observándome con atención.

Negué con la cabeza. ¿Qué fue lo último que me sucedió antes de aparecer aquí? Navegué hasta el fondo de mis recuerdos, sin embargo no hallé nada que haya sido reciente. Negué con la cabeza una vez más-. No, no recuerdo.

-¿Sábes donde estás?- Cuestionó, qué pregunta más tonta.

- En Phoenix-. Respondo obvia, creí que era lo acertado pero me quedé en blanco cuando negó con la cabeza.

Se sentó a los pies de la cama, y me miró como si estuviese por decir la cosa más difícil-. No, estamos en Washington.

Su mirada tan certera y apenada, las palabras se perdieron en el aire y, de pronto, no quise creer lo que él decía. Porque era imposible que me encontrara a miles de kilómetros de mi hogar.

- Quiero ver a mi madre-. Pido con sequedad, seria y desconcertada.

-Por favor, llama a la señora Walker, Aria-. Ordenó a la enfermera que se posicionaba detrás de él. Ella obedeció y al minuto salió por la puerta en busca de mi madre.

-¿Cómo llegué aquí? ¿Qué me sucedió?-. Le cuestioné con tono de voz ahogada y rasposa. Los ojos mieles del doctor Warren me miraron con pena, quizá viendo mi desesperación por saber algo sobre mi estado.

La puerta se abrió y la enfermera dejó entrar a mi madre, quien tras verme confusa se aproximó a mí con rapidez.

- Hola, cielo ¿cómo te encuentras?- sus manos toman mi rostro escrutado algún daño, mientras sus ojos se inundaban de lágrimas. Esto provocó que mi corazón doliera, su rostro estaba pálido y unas ojeras violáceas llamaban la atención. Marie plantó un beso en mi coronilla antes de separarse de mí y situarse al lado del doctor Warren, quien parecía estar dispuesto a hablar.

- Señorita Walker, la razón por la que usted se encuentra aquí es...

No le creí.

***
La historia está siendo editada, baby ;)

Nos leemos luego ;)

Inanna

Ellianne (Victimas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora