CAPITULO 4 / UNA NUEVA AMIGA

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Una persona no se puede estancar por un momento malo en su vida, no te puedes rendir nunca para una estrella rendirse es apagarse para siempre, así que decidí conocer el futbol, salía a la calle cada vez que escuchaba a mis pequeños vecinos gritar ¡¡PARTIDO!!, siempre era el que defendía, pero también era el más malo, el pequeñito que cualquiera podía darle cuerpo y derribar y cuando te sientes tan insignificante puedes sentir muchas cosas, entre ellas un poco de depresión, está en ti volverte un emo con complejo de autoestima bajo o mirar por que eres tan malo en lo que más te gusta hacer y buscarle solución, decidí averiguar en qué fallaba mirando como jugaban los profesionales en los partidos "importantes" y cuando mire por primera vez un partido en el que Ronaldinho y Messi destrozaban al Real Madrid el futbol me hipnotizo, quería jugar como ellos.

En pocas semanas entendí que el futbol no es ir detrás de un balón, llevarlo al otro lado del campo y marcar un gol, es más que eso, el verdadero futbol es para magos o eso era lo que entendía cuando miraba a Ronaldinho haciendo regates y gambetas a sus contrincantes humillándolos como si fuera lo más fácil del mundo o Messi pasándose a más de medio equipo y haciendo goles como si fuera de otro mundo.

3 Años después...

Una vez más el balón rebotaba en los pies del arquero y se dirigía directamente hacia mí, pero esta vez no sentía miedo, todo lo contrario dentro de mi había una sensación extraña que ya conocía cada vez que miraba jugar a Messi, eran pequeñas corrientes de electricidad las cuales llamaba destellos de magia; recibí el balón con el pecho, sentía que alguien se encontraba detrás de mí y mientras el balón bajaba di media vuelta para después darle un toque con el talón del pie al balón, ocasionando un "sombrerito" espectacular, haciendo que muchas personas gritaran alrededor como si se tratara de una humillación, en cuestión de segundos note que el más grande del equipo contrario venia directamente hacia mí y cuando lo tuve enfrente eche el balón un poco hacia atrás haciendo que su pie derecho tratara de alcanzarlo aprovechando envié el balón por debajo de sus piernas haciendo un túnel superhipermegafantastico, pero el gran Goliat no lo miro como una buena jugada, todo sucedió en segundos, me estaba levantando con solo una mano, apretando el cuello de mi camisa como si fuera un pequeño ratón en las manos de un gato, su mirada era una combinación de furia y miles de bombas atómicas a punto de....estallaaaarrr, su puño había golpeado con una fuerza brutal en mi abdomen, por primera vez sentía que el tiempo se hacía demasiado lento, mientras estaba tendido en el suelo tratando de recuperar aire miraba a una hermosa chica que empujaba al grandulón gritándole cosas que ni yo entendía, su rostro era perfecto y más cuando sus facciones se notaban de mal genio.

De un momento se escucho por toda la cancha "paaaassssshhhhhh", el sonido de la cachetada más poderosa que haya existido desde que se creó la tierra, esa hermosa niña había golpeado al peor y más temible brabucón de todo el Instituto, pero él no se quedo así, el machista empujaba a la más tierna y linda chica que habían visto mis ojos en toda mi corta vida, mi estomago además del dolor que sentía, se revolvía de la gran rabia que tenía en ese instante, trate de levantarme pero las fuerzas no estaban a mi favor, en eso de la nada salía Juanda todo un valiente, mucho más alto que yo, dándole un poderoso puño en toda la cara al brabucón ocasionándole un fuerte ataque de....... Cosquillas, enserio, este tipo no se le había dado nada, se reía a carcajadas mirando con cara de tristeza al pobre Juanda, y ¿Por qué?, el puño del pequeño Goliat se diría con gran fuerza a la cara de mi hermano del alma...

Parecía como si el gran Hulk hubiera golpeado al Capitán América, miraba como Juanda flotaba un poco hacia tras cayendo prácticamente noqueado contra el suelo, hasta que por fin miraba a lo lejos el coordinador de todo el Instituto hecho una furia, lastimosamente el brabucón y su equipo se marchaban a gran prisa como si no hubiera pasado nada; a unos metros el coordinador "atendía" y regañaba a Juanda, mientras yo miraba hacia el cielo como una mano se extendía hacia mi iluminada por los rayos del sol.

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