Capítulo 04: ¡Grises! (1era Parte)

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Hoy es viernes,  son las 12:30, tengo una hora para poder comprar un regalito para Eliza, y sé perfectamente que comprar. Cerca del cementerio hay una tienda en la cual venden ropa. Así que voy hacia allá, por supuesto desviándome en el camino, para no tener que pasar por le confitería y que Eliza me viera.

Al llegar a la tienda, empujo la puerta a la cual tiene un letrero.

"Esther's Tejidos"

La tienda es muy pequeña, es un local al cual sólo venden suéter, gorros, guantes, todo tejido a mano.

La señora Esther, que ronda por los 45 años, se me acerca.

—Valentina, hola.

Como ya dije el pueblo es pequeño, y por ende en su mayoría todos se conocen.

—Hola señora Esther. —La abrazo y ella suelta una risa.

— ¿Qué buscas?

Me alejó un poco y muro a mi alrededor.

—Gorros.

Ha pesar de que no es fecha como para que caiga nieve, en este pueblo siempre hace frío. Y uno nunca sabe sabe cuando pueda llegar la nieve.

La señora Esther me guía hasta la parte en donde están los gorros. Es una caja grande, con muchos gorros dentro. Empiezo a remover los gorros, tomándolos uno por uno. Hasta que encuentro uno perfecto.

Es negro, y tiene una bolita fucsia suave en la cima, la mayoría de la ropa de Eliza es de ese color, así que el gorro se lo pondrá con cualquiera de sus prendas. Buscó otro, que a mí me guste. Encuentro uno, es todo blanco, hasta me combina con mi chaqueta  rosada con letras blancas que llevó puesto ahora.

Ya  que Esther ya no está a mí lado, voy hacía la caja registradora. Esther es la única dueña del lugar. Me dice el precio por ambos y pago con el dinero que ahorre por semanas. Me entrega una bolsa, y ahí guardó los gorros.

Antes de salir de la tienda me despido. Ahora que tengo el regalo, puedo ir la confitería.

Camino unos metros cuando en mi mente se me aparece una imagen. Es del chico de ayer. Cabello negro, tez clara, y como de mí estatura.

No estoy tan lejos del cementerio. Tal vez y pueda ir a verlo.

Sin más pensar voy hacia allá. Sólo es una cuadra faltante.

Al llegar voy directamente al lugar en donde está mi mamá. Voy a paso apurado, pero no tan apurada, no quiero parecer una desesperada.

No debería preocuparme, no hay muchas personas rondando por aquí, y es raro porque es jueves, entre semana, día en el cual el cementerio esta más lleno.

Me detengo en la tumba de  mi mamá, y observo la estatua de ángel. De pronto una ráfaga de viento frío hace mover las hojas de los árboles. Mi cuerpo tiembla un poco, peino mi cabello con los dedos, ya que el viento me despeino.

Miro hacía el lugar donde estaba el chico pelinegro ayer. Sin darme cuenta me encuentro caminando hacía haya.

Paró, en donde esta la estatua de ángel gris, y en sus manos trae un corazón. Vaya, que precioso.

En el corazón dice algo. Me acerco para poder leer.

"Natalía Brown
1980 - 2017 "

La caligrafía con la cuál está escrito es muy cursiva. Me pongo a pensar sólo un poco más.

Natalía puede que sea la mamá o la tía del chico.

Siento una sombra detrás de mí. Me voltea en un segundo alzando la mano para defenderme, soltando la bolsa con el regalo.

— ¡Wouh, wouh, chiquilla! —Dice la persona que menos esperaba.

Bueno vine con la idea de encontrarlo, pero al llegar no lo vi. Y ahora se viene a aparecer a darme un susto, por eso tengo el derecho a defenderme.

Bajo la guardia al ver sus ojos con un brillo inexplicable.

Son... son... ¡Grises!

Caray, primera vez que veo ojos de color gris.

—No soy una chiquilla. —Niego con la cabeza.

Como lo tengo de frente lo puedo detallar mejor. Viste una franela gris, y pantalones beige cortos. Su cabello está algo despeinado, creo que no se peina al despertar, así lucía ayer. De su frente, algo que no note ayer por la distancia, tiene una marca como si le hayan recogido puntos en algún accidente no tan lejano.

El chico pelinegro de ojos grises que no me a dicho su nombre se agacha para recoger mi bolsa.

—Ten. —Extiende la bolsa para entregarmela.

Lo pienso, tal vez antes de que pueda agarrarla de sus manos él salga corriendo. Entrecierro los ojos con aquella idea, y rápidamente tomo la bolsa.

—Gracias...

Oh, ni siquiera se inmuto en moverse. Yo aquí mas bien soy la paranoica. Debo actuar más normal.

—Veo que quisiste curiosear por aquí. —Su voz sale tan natural, es como si nos conociéramos desde hace tiempo.

~•~•~•~

Este capítulo consiste en dos partes.

Dedicación de capítulo para  lanena16434

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