–Repíteme lo que has vivido, Thomas. Tenemos que profundizar un poco más en la situación. Desde el inicio.
Suspiré. Era la quinta vez que hacíamos esto en un día.
–Hay un pasillo oscuro hecho de madera, solo entraba luz por las grietas y de eso tenía que guiarme...
–¿Qué sentías en ese momento?
–Desorientación. No sabía en qué dirección ir. –Tragué en seco mientras la doctora me decía que continuara. –Olía mal, como a cadáver de tres días. Ruidos se empezaron a escuchar detrás de mi, como pasos. Me asusté. Yo solo quería irme, no entendía por qué me estaban haciendo todo esto. Era el hombre.
–¿Cómo era él? –Preguntó de nuevo.
–Su rostro estaba desfigurado, creo que se había quemado en algún incendio. Él tenía una mueca de rabia, pude verla brillar en sus ojos, era algo como venganza. Pero empecé a correr. –Mis manos empezaron a temblar, y reprimí el impulso que tenía de apretar mis puños. La doctora no me lo permitía. –Él me seguía la misma velocidad, estaba muy cerca. La garganta me ardía, sentí que mis pulmones iban a estallar en cualquier momento. El hombre no se detenía, así que yo tampoco. Creo que me persiguió un buen tramo. Yo ya no podría aguantar por mucho tiempo más, recuerdo que empecé a llorar.
–¿Y qué paso?
Sollocé. Últimamente solo podía llorar para desahogarme. Ya no sabía qué más hacer para parar esto.
