Yo simplemente no era un santo. Había tenido una juventud alocada y había cometido muchos malditos errores, pero en ese instante, mirando mi cara desaliñada en el espejo, mis ojos azules demasiado cansados y mi pelo revuelto, mientras acariciaba el moretón que adorna mi cuello, supe que volver a hacerlo con Alana fue uno de los más grandes DE TODA LA HISTORIA. La mujer estaba loca, y la noche anterior sabía que no era bueno darle una nueva probada de mí...
Así que ¿Por qué fui tan idiota de hacerlo?
-Hola, sexy. –Ella llegó tras de mí y apretó mi trasero, para luego rodearme con sus menudos brazos y recostar la cara contra mi espalda. –Hmmm, te extrañé en la cama, amor.
-Sí... bueno... tengo trabajo por hacer. –Dije incómodo y traté de soltarme de su agarre que se hizo más firme. –Alana, por favor... Ya sabes cómo son las cosas. –Se tensó y prácticamente me botó contra el lavado.
-¡Tienes que estar bromeando!- Aquí vamos...
-Lo sabes, Alana. –Me giré a verla, con todo su cabello rubio desordenado, esos ojos azules grandes y llenos de lágrimas y su labio temblando. –No puedo hacer esto contigo... Anoche fue un error.
-¡Hicimos el amor de nuevo ¿y me dices que es un maldito error, Thomas?!
-Tuvimos sexo... Y fue porque tú me buscaste, me acosaste de nuevo. –Suspiré con fuerza. –No puedes reclamarme por no ser sincero, recuerdo anoche haberte dicho que esto no cambiaba nada.
-¡No decías lo mismo mientras tenías tu polla en mi boca!
-Sí, bueno... ¡Tú fuiste la que prácticamente me rogó porque te dejara hacerlo! –Lo siguiente que sentí fue su mano voltear mi cara, ardor llenándome la mejilla dejándome completamente aturdido. Alana era pequeña pero peligrosa y no creía que hubiese sido capaz de pegarme.
-¡No soy una puta! –Ella sollozó y yo cerré los ojos para evitar sentir culpa...
No era mi culpa, era ella que no entendía y no se daba por vencida en su intento por cazarme... Ella creía que podía reformarme, enamorarme y hacerme jugar a la casita feliz a pesar de que llevaba mucho tiempo, años intentándolo mientras a mí solo me interesaba follarla sin compromiso.
-Alana... -Comencé diciendo pero ella me interrumpió con un grito que amenazó con dejarme sordo.
-¡NO! No sé cómo pude enamorarme de un cerdo como tú. No sé cómo Sammy puede ser tu hermana...
-No le digas nada a Samantha. –Le dije con voz suave.
Sammy me mataría, ya sabía ella que yo me había acostado con su amiga en una de sus tantas fiestas de pijamas, que le había quitado la virginidad, pero a mí defensa, fue porque ella se metió a la habitación nada más en bragas ¿qué podía hacer? Ella era hermosa y yo era un hombre en ese momento en pleno disfrute de mi sexualidad.
El caso era que mi hermana me había hecho prometerle que me alejaría de Alana, que ella era inestable y que necesitaba amor, no un idiota que jugara con ella. Y ahí estaba yo rompiéndole el corazón una vez más mientras ella no paraba de llorar.
-...y no sé cómo puedo ser tan patética y estar mendigándote amor cuando para ti solamente soy una de tus tantas folladas. ¡Te odio! ¡Ni siquiera te importo! –Salió corriendo hacia la habitación y no la seguí ¿Para qué? Ella tenía toda la razón.
Verdaderamente no me importaba. No era más que otra muesca en mi cama.
Así que me cepillé los dientes, tomé una ducha y veinte minutos después salía del apartaestudio que mantenía justo encima de mi oficina con dirección a mi piso.
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Mistress (Libro I Saga D from Devotion)
RomanceUn placer oscuro Un amor poco convencional. Alice Hart era todo lo que podía buscar en una mujer. Desde el primer momento me sentí atrapado por ella y ese toque de sencilla y adictiva sensualidad que desprendía su mera presencia. Era interesant...