5.

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-Buen chico. -Suspiró sobre mi boca. -Lo has hecho muy bien, salvo la irreverencia que sólo te la perdonaré por esta vez. -Volvió a besarme y se acercó más, restregando sus pechos contra mi brazo.

Cuando se alejó, hice un sonido lastimero de queja y ella se rió.

- ¿Estás caliente? -Su mano se metió en medio de mis piernas y tomó mi dura erección.

Moví las caderas tratando de buscar un poco de alivio en su tieso amarre, pero Alice me nalgueó.

-Quieto, quieto. No te he dicho que puedas moverte.

-Por favor. -La miré prácticamente suplicando y ella no paró de sonreír. -Alice, por favor. -Frunció el ceño y me soltó otra nalgada que picó. -Lo siento, lo siento, Ama, por favor.

-No, Thomas. Esto ha sido todo para ti por el momento. -Empezó a desatarme y cuando quedé en libertad, miré como ella observaba mi pene fijamente.

Me gustaba que me mirara así, con algo de asombro por el tamaño. Además, que estaba muy erecto y se movía por su propio peso. Sus ojos quemaban y mis testículos se apretaron más en excitación.

Su lengua caprichosa se relamió y yo gemí sin poderme contener. Alice carraspeó y volvió la vista a mis ojos.

-A la cama. -Movió su cabeza sin dejar de mirar mi entrepierna. -Túmbate. -Una amplia sonrisa se extendió en mis labios y prácticamente corrí hacia allá.

Moví un poco el maletín de instrumentos de Alice, lo suficiente para hacernos espacio y me acosté sobre la cama. No dije nada, sólo esperé pacientemente.

-Date la vuelta. -Fruncí el ceño y ella sólo levantó la ceja. -Ya te ganaste 20 azotes por dudar. No te paso una más. Si no quieres que sean 20 más, obedece. -Así lo hice y la escuché caminar hacia la parte baja, donde había dejado sus instrumentos.

De un momento a otro, sentí algo frío resbalar en mi espalda y nalgas, e inmediatamente, el toque delicado de sus manos masajeando las zonas.

-Este momento es el de cuidado posterior. -Dijo con voz muy suave. -Así no estarás tan lastimado mañana en la mañana. Un Dominante siempre toma cuidado de su sumiso, sobre todo hoy, que es tu primera sesión. -Sus pulgares presionaron puntos estratégicos y no pude evitar suspirar con placer. Alice rió por lo bajo.

>Excepcionalmente se omite cuando sea un castigo y por obvias razones el sumiso no lo merezca. Pero generalmente sí. ¿Se siente mejor?

-Se siente espectacular, Ama. -Ella carraspeó. -Muchas gracias, Mistress.

-Bien. -El movimiento paró e hice un sonido de tristeza. -Ducha y vístete. Te esperaré afuera. -Se dirigió a la puerta y cuando la estaba abriendo, se dio la vuelta. -Sé que sigues duro, así te quiero todo el tiempo. Sin tocarte en la ducha. -Me miró con seriedad. -No te puedes masturbar a menos que yo te lo ordene. Recuerda que esa polla es mía. -Asentí dudosamente ¿cómo sabría que tuve un orgasmo? -Ni lo intentes, me enteraré si te masturbas. No me retes.

-Está bien, Ama. -Dije desanimado y me di la vuelta para entrar al baño.

- ¿Thomas? -Volví a mirarlo.

- ¿Sí, señora? -Sonrió macabramente.

-Me debes tu primer castigo oficial.

***

Cuando salí de la ducha, encontré que hasta el maletín se había ido. De Alice no quedaba nada, ni siquiera su aroma porque el lugar olía como al inicio: a limpio.

Mistress (Libro I Saga D from Devotion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora